© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
La verdad es que no extraña nada que a esta magnífica exposición le hayan concedido una prórroga. Lleva colocada en el Palacio de Villena -una de las sedes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid- desde mayo de 2019 y la idea es que hubiera finalizado el pasado mes de noviembre. Pero el interés despertado por la propuesta ha sido tal que a estos secundarios de lujo les han concedido estar expuestos al brillo de las luces unas cuantas semanas más. En concreto, hasta el 19 de enero de 2020. Después, ya sí que sí, volverán al lugar que, sea por lo que sea, les corresponde: la semioscuridad tranquila de los sotanos del museo.
Así que aún queda algo de tiempo para acercarse o incluso para repetir un paseo -mejor si es de la mano la guía que lo explica con pasión los domingos por la mañana- que asombra por lo mucho que se sale de lo común. Y es que, si al otro lado de la calle, en el interior del exquisito Colegio de San Gregorio, quienes reciben la atención de los visitantes son piezas de valor indiscutible, cumbres de su estilo firmadas por artistas que dejaron huella en la Historia del Arte, las que se ven en el recorrido por esta exposición pertenecen al batallón de las que se elaboraban en serie para rellenar huecos en retablos o decorar rincones en iglesias, palacios y conventos. Figuras trabajadas por aprendices, por curritos del taco y la madera pero tan asombrosas, al menos para el profano, como muchas de las otras.
La exposición, además de poner el foco sobre lo que custodian los museos en sus bodegas, es una oportunidad estupenda para descubrir las cicatrices secretas que aguardan en ocasiones bajo ropajes de lujo, los ensamblajes, los apaños, los aderezos que siempre quedan lejos u ocultos a la vista de quien luego se asombra ante la maravilla de un retablo sin caer en la cuenta de que no es oro todo lo que reluce.
El paseo, como digo, es un recorrido de descubrimientos en el que uno disfruta acercándose a la historia poco conocida de cómo funcionaban los talleres de imaginería, auténticas industrias manufactureras organizadas para satisfacer los pedidos -que eran muchos- en el menor tiempo posible. Pero también escrutando la cara oculta de las tallas que luego lucen fantásticas en la inmensidad de un retablo. Aquí exhiben impudicas sus espaldas, ahuecadas para aliviar un peso que sería insoportable para cualquier estructura de la época. Los mazazos toscos de aquellas partes invisibles para el espectador. Sus remiendos, sus apaños, los parches, las anotaciones a lápiz del carpintero… Una delicia que nos acerca al lado más artesano de la imaginería y, de paso, saca a la luz por unas semanas piezas que tal vez no puedan competir con sus hermanas de primera fila. De hecho, nacieron pensadas como atrezzo de aquellas. Un papel de segundones que han trocado, por un breve de espacio de tiempo, por el de protagonistas en «Almacén. El Lugar de los Invisibles». Si está en tu mano, no te la pierdas (Además, es gratis).
Y una recomendación: El Belén Napolitano
En el mismo Palacio de Villena en el que se exhibe esta exposición tiene su sitio el mayor belén napolitano de cuantos pueden verse en España y uno de los más valiosos de Europa. Una joya a la que, tal vez porque se encuentra entre tantas otras, apenas se le presta atención cuando se habla del Museo Nacional de Escultura.
En una sala acondicionada expresamente para ello, 620 figuritas de alambre y terracota recrean con asombrosa fidelidad y mucha gracia todos los estratos sociales de la bulliciosa nápoles del siglo XVIII. Un impresionante diorama que invita a la contemplación minuciosa tanto a los mayores como a los más pequeños. Y tan minuciosa como el propio trabajo de los artesanos que se encargaron en su momento de realizar piezas y escenografía. Es también la mejor forma de apreciar la calidad artística de la gran mayoría de las figurillas, muchas de ellas trabajadas como si fueran pequeñas obras de arte en miniatura.
Y todo ello sin olvidarse de un atrezo -ropajes, adornos, complementos…- diseñado y elaborado hasta en el más mínimo detalle, desde el ropaje que cubre a los personajes en función de su estrato social hasta las joyas que lucen las figuras pertencientes a los estratos más favorecidos.
En resumen, una propuesta de visita que debería estar entre las recomendaciones de quienes visiten la ciudad -especialmente con niños- en cualquier época del año.
DÓNDE. Palacio de Villena, Museo Nacional de Escultura de Valladolid. CUÁNDO. Hasta el 20 de enero de 2020. HORARIO. Martes-sábado, 11-14 h. y 16,30-19,30 h. Domingos y festivos, 11-14 h. VISITAS GUIADAS. Domingos a las 11 h. previa reserva. ENTRADA GRATUITA. Tel. 983 250 375.
DOSSIER EN PDF DE LA EXPOSICIÓN
