Un paseo por Padrón (La Coruña)

Cruceiro junto al convento del Carmén, en Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Tras las huellas del Apóstol Santiago y Rosalía de Castro por el valle del Sar y la localidad de Padrón.

Los milagros de Iria Flavia

Un paseo por Padrón, entre Rosalía y Santiago

 Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego

Si el cuerpo sin cabeza del apóstol Santiago está donde está -suponiendo que esté- es porque antes, un poquitín antes, pasó por Padrón.

Cuenta el cuento -hablamos de la traslatio-de una de las tradiciones cristianas que más han influido en el desarrollo de la civilización occidental, al menos en España, que el apóstol Santiago, tras predicar en la península Ibérica la nueva religión de los seguidores de Jesús, regresó a su tierra de origen. Y que fue allí donde el rey Herodes Agripa I, en el año 44, en un intento de frenar el auge que iba tomando aquella secta, mandó decapitar al que fuera uno de los discípulos más cercanos al líder.

Es entonces cuando, a su vez, discípulos cercanos al Apóstol, Teodoro y Atanasio, recogieron en secreto aquel cuerpo decapitado -la cabeza fue recogida por la Virgen María para que no se perdiera- y embarcaron en el puerto de Jaffa para emprender un periplo marinero sin destino concreto pero con la intención de enterrar aquel cadáver mártir en algún lugar más apropiado. Aquella barca mágica tampoco llevaba tripulación ni más guía que un ángel.

Santuario de A Escravitude. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Santuario de A Escravitude. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

Es así, después de tres días y tres noches, cuando la barca con los restos del apóstol alcanzan las costas atlánticas, a la altura del mar Tenebroso, para ir a internarse hasta el fondo por una de las rías que desembocan en él. Tocan tierra entonces en una villa de profundo sabor romano, Iria Flavia, ubicada en los confines tanto del mundo conocido como del propio Imperio Romano: el atraco -de la barca- con una maroma se produjo alrededor de una columna de piedra que, con aquel acto en apariencia sin importancia, pasó en un segundo del anonimato a la fama. Desde entonces fue conocida como O Pedrón, origen del topónimo de Padrón, el burgo medieval que irá conformándose en torno a Iria Flavia.

Aquella desgastada columna, en realidad un ara romana votiva de granito, se guarda hoy -y se enseña a quien lo pide- en los bajos del altar mayor de la iglesia de Santiago de Padrón. Fue el primer punto de contacto de Santiago con la Península después de muerto. El segundo fue  la piedra en la que se depositó el cadáver al bajarlo de la barca y que se ablandó, al punto, para convertirse en momentáneo sepulcro. También fue el comienzo de su todavía largo periplo por tierra. El que llevaría su cadáver, tras una ristra de milagros y varios siglos de por medio, hasta lo más profundo del bosque de Libredón, en una explanada conocida como campus stelae. La compostelasobre la que se acabaría edificando no solo una de las catedrales más visitadas del mundo, también uno de los caminos más transitados de la cristiandad.

Iria Flavia, tras el descubrimiento de los restos del apóstol en Libredón, pasó a convertirse en el punto de entrada de los peregrinos que llegaban por mar. También de quienes, una vez cumplida la visita a la tumba compostelana, se hacían los 22 kilómetros que separan Santiago de Compostela y Padrón para abrazar la piedra de marras, en una extendida costumbre desde la Edad Media.

Fuente del Carmen. Reconstruida en el 1789, se ubica en la entrada de la Puerta de la Barca, junto al Puente de Santiago y a los pies del Convento del Carmen. En el cuerpo central se ve un relieve con el motivo de la Traslación de los restos del Apóstol Santiago. Arriba se representa el bautismo de la reina Lupa por el Apóstol Santiago. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Fuente del Carmen. Reconstruida en el 1789, se ubica en la entrada de la Puerta de la Barca, junto al Puente de Santiago y a los pies del Convento del Carmen. En el cuerpo central se ve un relieve con el motivo de la Traslación de los restos del Apóstol Santiago. Arriba se representa el bautismo de la reina Lupa por el Apóstol Santiago. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

El caso es que esta vía de entrada por mar, tan cercana a Santiago, fue escogida repetidamente por los invasores vikingos y piratas que ansiaban -y consiguieron varias veces- hacerse con todas las riquezas y reliquias que se guardaban en la ciudad compostelana. Ese fue el motivo de que el rey Alfonso III tomara cartas en el asunto y se decidiera a fortificar aquella puerta de entrada mandando construir las Torres del Oeste, en la desembocadura del río Ulla, como un primer freno para quienes pretendían remontarlo navegando. Al mismo tiempo, la localidad se fue convirtiendo en un importante punto de salida de mercancías hacia el Atlántico, de tal modo que, en el siglo XII, fue el arzobispo Gelmírez quien impulsó la construcción de un puerto como dios manda, erigió la primitiva iglesia románica que cobijó la columna del apóstol y ordenó construir en los muelles de la localidad los que están considerados como los primeros barcos de la Marina española.

En el siglo XV Padrón sufrió las turbulencias de las guerras Irmandiñas, en las que el pueblo llano se enfrentó con el arzobispado y la nobleza gallega, sufriendo la destrucción de uno los castillos más hermosos del arzobispado y la torre defensiva que estaba adosada a la iglesia de Santiago. Durante el siglo XVII y XVIII Padrón conoció un auge económico propiciado por el asentamiento de una burguesía foránea que impulsó el desarrollo de la industria textil y el comercio.

Cruceiro en el cementerio de Adina, Iria Flavia. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Cruceiro en el cementerio de Adina, Iria Flavia. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

Así pues, no es raro encontrar en Padrón un puñado de lugares bien marcados en los que seguirle la huella al apóstol Santiago.

El primero de ellos, sin lugar a dudas, es la mencionada iglesia de Santiago. La actual no es la levantada por Gelmírez en la margen izquierda del río Sar. De esa solo se conserva una piedra con la fecha de la construcción, 1133, al lado de la puerta de a O Espolón. La actual, de estilo neoclásico, fue prácticamente rehecha en el XIX. Respecto a la columna que se venera bajo el retablo se sabe que, entre las utilidades que ha tenido, está la de servir para amarrar barcos fenicios en el puerto de Iria Flavia, ara votiva romana dedicada al dios Neptuno y pie sobre el que se colocó el altar en la primitiva iglesia de Santiago. En el templo también pueden verse dos lienzos y un relieve en el que se representa la llegada de los restos del Apóstol en la barca. El púlpito, gótico, tiene una imagen de Santiago peregrino. Otro Santiago peregrino un tanto peculiar es el conocido como » O parrandeiro«, una talla del siglo XVIII que cada 25 de julio sube a hombros de los mozos hasta la ermita de Santiaguiño, en el monte de San Gregorio.

Del otro lado del Sar, adonde se pasa por el puente de Santiago, queda la fuente del Carmen, del siglo XVI y reformada en el XVIII, con representaciones iconográficas de la llegada de la barca y el bautismo del Apóstol a la reina Lupa, en cuyos dominios arribó la barca del apóstol.

De regreso a la iglesia de Santiago y continuando por la rúa del mismo nombre el paseo prosigue hasta localizar las 132 escaleras del viacrucis que aúpan hasta el monte de San Gregorio, donde se halla la ermita de Santiaguiño do Monte, un pintoresco lugar que rebosa de recuerdos jacobeos. Especialmente destaca la agrupación de rocas en las que la tradición afirma que el apóstol Santiago estuvo predicando antes de su regreso a Palestina. No es lo único. En consonancia con el extendido culto a la piedras, tan frecuente en la tradición céltica y gallega, encontramos también la cama  donde dormía Santiago, la cova en la que se escondía de sus perseguidores, el altar de sus celebraciones, las escaleras  que hay que subir de rodillas, los agujeros por los que se ha de pasar morto o vivo, la fuente que brotó tras golpear el apóstol el suelo con un bastón…

Puerta de entrada a la casa-museo de Rosalía de Castro en Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Puerta de entrada a la casa-museo de Rosalía de Castro en Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

Pero no todos los peregrinos viajan a Padrón en busca de las huellas de Santiago. También son multitud quienes lo hacen para imbuirse del espíritu que emana del recuerdo de Rosalía de Castro, la poetisa por excelencia no solo de Galicia, de todo el noroeste peninsular. Aunque nacida en Santiago de Compostela, en 1883, pasó los últimos años de su vida con su familia en el lugar de A Matanza, hasta su fallecimiento en julio de 1885. Más que un pazo es construcción tradicional rústica con jardín en la que se han recopilado recuerdos y objetos relacionados con su vida y con su obra. La planta baja fue transformada para exhibir fotografías, primeras ediciones y objetos personales, mientras que la planta superior conserva sus estancias tal y como ella las conoció, incluida en la que murió a los 48 años.

Rosalía fue enterrada en el cementerio de Santa María de Adina, la iglesia de Iria Flavia, según ella había deseado en vida, pero hoy solo queda una lápida para recordarlo dado que su sepultura fue trasladada, seis años después, al panteón de gallegos ilustres, en Santiago de Compostela. Quien sí sigue enterrado en ese cementerio es el premio nobel de literatura Camilo José Cela, natural de este localidad. La iglesia de Adina conserva el sabor románico de los tiempos en los que fue construida por el arzobispo Gelmírez, en el siglo XII, sobre los restos de un templo romano-cristiano del siglo I.

Busto del Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, obra póstuma del escultor Pablo Serrano, ubicado frente a la Fundación Camilo José Cela en Iria Flavia, Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Busto del Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, obra póstuma del escultor Pablo Serrano, ubicado frente a la Fundación Camilo José Cela en Iria Flavia, Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

En dirección a Santiago se localiza el santuario de A Escravitude, un vistoso edificio con fachada barroca y magnífico retablo cuyos orígenes se relacionan con las propiedades milagrosas de una fuente que existía en el lugar sobre el que se erigió el santuario.

Pero si por algo es conocido el nombre de Padrón es por la incertidumbre de saber si explotaran en la boca sus exquisitos pimientos -unos pican y otros non-. Su origen está en las semillas traídas de México, en el siglo XVI, por unos franciscanos del monasterio de Herbón, excelente ejemplo de construcción franciscana que se ubica en un paraje de gran belleza junto al río Ulla. 

Puerta de entrada a la colegiata románica de Santa María de Adina, en Iria Flavia. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego
Puerta de entrada a la colegiata románica de Santa María de Adina, en Iria Flavia. Padrón. A Coruña. España. © Javier Prieto Gallego

Padrón. Ayuntamiento, tel. 981 81 04 51. Web, www.concellodepadron.es.

 A Matanza, casa-museo de Rosalía de Castro. Web, www.rosaliadecastro.org. Tel. 981 81 12 04

Mapa de situación

Así lo publicó EL NORTE DE CASTILLA

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8 Comments

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  1. says: Sara

    Muy interesante y logrado su trabajo, pero como gallega le ruego que respete los topónimos correctos. ¿La Coruña? Es A Coruña, por favor.

    Gracias y un saludo

    1. Gracias a ti, Sara, por el apunte. Pero el topónimo castellano de A Coruña es La Coruña. Al margen de las denomicaciones oficiales, cada cual es bien libre de escoger sus propias opciones lingüísticas.
      Saludos.

      1. says: Sara

        Ah, ¿pero los topónimos tienen traducción? Increíble su ignorancia.
        La última vez que lo leo, y menos llamándose Gallego de segundo apellido, ¡vueltas de tuerca que tiene la vida!
        Un saludo desde A CORUÑA

        1. Estimada Xaira, aunque me queda claro que no va a leer ya esta respuesta: muchos topónimos tienen traducción y otros «tradición». De esta forma, algunos de de ellos tienen adaptaciones morfológicas en otras lenguas, como es el caso. Cuando escribo en castellano no escribo London ni Bilbo y espero no haber ofendido nunca las sensibilidades de londinenses ni bilbaínos. Por otra parte, este es un debate que tiene mucho más de ideológico que de lingüístico. Hay por ahí un montón de argumentos en uno u otro sentido y cada cual esgrime los que más le cuadran. Por si tiene interés en saber cuáles son los míos, aquí le dejo este enlace: https://www.mitma.gob.es/recursos_mfom/pdf/C49D4959-0250-4058-9746-009AD56617ED/71711/topomediosespa%C3%B1oles.pdf

          Saludos desde Castilla.