Nos vamos hasta Cueva del Cobre, el lugar de nacimiento del río Pisuerga, en uno de los rincones más hermosos de la Montaña Palentina.
Si te animas a visitar esta zona para disfrutar de pueblos y naturaleza, reserva ya aquí.
PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa «Aquí en la Onda» de Onda Cero Castilla y León. No dejes de consultar lo que sobre esta propuesta he publicado en el blog: SIEMPREDEPASO.ES: https://www.siempredepaso.es/el-nacimiento-del-pisuerga-en-cueva-del-cobre-palencia/
No todos los ríos tienen la suerte de nacer en el interior de una enorme cavidad, tan amplia que podría parecer la nave principal de una iglesia, incluso de una gran catedral. El río Pisuerga, sí. Y lo hace, además, en medio de los hermosos parajes montañosos que cierran el norte de la provincia de Palencia, plagado de pequeños pueblos, densos hayedos y un reguero de templos románicos que han traspasado la barrera del tiempo para llegar hasta nosotros como pequeñas joyas plantadas en medio del paisaje.
Pues vamos a ponernos ya la botas, a coger el bastón de senderismo y la mochila, y a plantarnos en la pequeña localidad de Santa María de Redondo, que sería el punto de partida a pie.
Santa María de Redondo se localiza al final de llamado Valle de Redondos, en un circo natural en el que algunas de las montañas más bellas del norte palentino hacen frontera con el territorio cántabro de Campoo. Arriba quedan los perfiles inconfundibles de Peña Labra, Tres Mares y Cuchillón, todas ellas cumbres que pasan los dos mil metros.
Y abajo tenemos este pequeño pueblo, que a pesar del paso del tiempo sigue conservando todo su auténtico sabor montañés: varias de sus casas de piedra aún mantienen sobre los dinteles viejos escudos señoriales que hablan de antiguos linajes, de un carácter noble y de una sangre tan azul que incluso alcanza a la actual casa principesca de Mónaco. Por muy sorprendente que pueda parecer, en estas calles nacieron, a finales del siglo XVIII, los tatarabuelos del fallecido príncipe Rainiero.
Nosotros, de momento, vamos a atravesar el pueblo hasta localizar el aparcamiento donde da inicio el ascenso hasta la cueva y donde vamos a encontrar los paneles con información del recorrido. Ya hemos dicho aquí otras veces que, si no disponemos de un folleto o un plano con la ruta, una buena idea es hacer una foto a ese panel por si tenemos alguna duda más adelante.
Desde ese punto, poco a poco pero sin pausa, vamos a emprender un ascenso en el que el camino y el río se van a ir viendo cada vez más encajados por un valle que destaca por la frondosa vegetación que forra las laderas. Precisamente una de las alegrías que nos va a ir dando este paseo es que vamos a tener bastante sombra casi hasta que lleguemos a la entrada de la cueva. Una sombra que nos la va a ir dando el hayedo, primero, en las zonas más umbrías y húmedas, pero también los densos robledales que se atraviesan y un pequeño bosquete de acebos que el camino pasa de parte a parte.
Dependiendo de las paradas que hagamos, desde el coche hasta la entrada de la cueva nos puede llevar entre dos y tres horas.
Se trata de una cueva bastante profunda para la que hace falta equipo de espeleología. Lo que sí es accesible al público en general es la entrada de la cueva, que en realidad es un amplísimo recinto con los techos muy altos y con bastante luz natural. Digamos que esta es la parte de la que no vamos a pasar si no somos espeleólogos. Entre los consejos importantes a señalar está el de colocarse antes de entrar aquí ropa de abrigo porque vamos a notar un contraste térmico muy fuerte en cuanto nos pongamos en la misma entrada. Sobre todo porque hasta ese punto vamos llegar sudando, con calor, y resulta que por el interior de la cueva además del agua fría del Pisuerga corre también un aire fresco que es perfecto perfecto para cogerse un resfriado a la mínima. Otro importantísimo consejo es abandonar este lugar sin dejar tras nosotros ni el más mínimo resto de basura.
EN MARCHA. A Santa María de Redondo puede llegarse desde Cervera de Pisuerga por la CL-627 en dirección a Potes. Tras pasar San Salvador de Cantamuda aparece el desvío que conduce a Tremaya, San Juan y Santa María de Redondo.
EL PASEO. Entre la ida y la vuelta se recorren unos 13 kilómetros que pueden hacerse en unas tres horas. Desde el aparcamiento hasta la entrada de la cueva se salvan unos 400 metros. Este tramo puede realizarse en unas dos horas. Tiene algún repecho acusado pero la excursión podría hacerse con niños. Es un paseo de montaña que, en cualquiera de los casos, requiere un equipo básico, agua, comida y buen calzado. Sólo la cavidad inicial de la cueva es visitable, el interior requiere equipo y conocimientos espeleológicos.
INFORMACIÓN. Casa del Parque, tel. 979 87 06 88.