A pie por El Alto Bierzo hasta las fuentes del río Boeza (León)

Un recién nacido Boeza pasa a los pies de la ermita de Santiago, en los Campos de Santiago. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Un recién nacido Boeza pasa a los pies de la ermita de Santiago, en los Campos de Santiago. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Este fácil paseo montañero trepa desde Colinas del Campo de Martín Moro Toledano acompañando los primeros regates del río Boeza hasta alcanzar los Campos de Santiago, un escenario de leyenda que guarda el recuerdo de viejas historias de osos, reyes y milagros que dieron nombre a sus montes y al que se asoman algunas de las cumbres más altas de El Bierzo. Te lo cuento en este reportaje.

Colinas del Campo de Martín Moro Toledano: un escenario de leyenda entre las montañas más altas de El Bierzo

Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego

Internet está lleno de sitios en los que se dice que el pico Catoute, 2.117 metros de altitud, es la “cima de El Bierzo”. Sin embargo se olvidan de que hay otra mole montañosa llamada Cabeza de la Yegua que presume de 2.135. Así pues, lo del Catoute queda, cuanto menos, en entre dicho. En cualquier caso, esta disputa de alturas viene bien para explicar la constitución geográfica de la comarca de El Bierzo, a la que siempre se dibuja como una amplia hoya –es decir, una gran depresión del terreno con el fondo a un nivel inferior que las comarcas limítrofes- rodeada casi por completo de macizos montañosos que la protegen, la aíslan, la acunan, la miman y la otorgan una personalidad tan especial que hasta llegó a ser considerada una provincia de España entre 1822 y 1833.

Y es entre ese círculo de montañas guardianas entre las que se encuentran cumbres tan singulares como la del Catoute, cima perteneciente a la sierra de Gistreo, que abraza la hoya por el noreste, y la de Cabeza de la Yegua, que despunta por el sur de la hoya sobre las alturas de los Montes Aquilanos. Así, entre quienes describen la forma de ser y de vivir en esta comarca leonesa también se habla de dos Bierzos: el de las poblaciones que habitan el fondo más o menos plano de la depresión y el de los pueblos que encontraron su hueco entre los pliegues montañosos de los contornos. Uno de esos pueblos increíbles ubicado, en el llamado Bierzo Alto, tiene un nombre tan largo como el asombro que produce en quien lo visita por primera vez: Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.

La arquitectura tradicional predomina entre las casas de Colinas del Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
La arquitectura tradicional predomina entre las casas de Colinas del Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Sus hechuras y su estampa son hoy las de un pueblo con la cara recién lavada, las pizarras de los tejados casi sin manchar por los pájaros y las balconadas de madera recién pulidas para que duren lo más posible. Las gallinas ya no picotean los suelos sin asfaltar, como hace unos años: ahora son los turistas los que picotean por sus calles enlosadas la estampa bien cuidada de un pueblo que, a pesar de todo, ha sabido conservar una esencia arquitectónica que es hoy su mejor reclamo.

Unas escaleras de piedra bajan hasta el río Boeza en Colinas del Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Unas escaleras de piedra bajan hasta el río Boeza en Colinas del Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Como en otros lugares, el aislamiento ancestral, su ubicación al final de un encajonado valle camino de ninguna parte, es el principal “culpable” de que la localidad mantuviera casi intactas sus formas de vida. Unas formas de vida dura que forzaron a la utilización de materiales propios –la pizarra, la piedra, la madera- durante siglos. Mientras, el aislamiento, por supuesto muy a pesar de sus habitantes, lo mantuvo al margen de las modas constructivas y materiales que arrasaron la estampa de otras localidades más a mano de la carretera, el desarrollo y el confort. Hoy este pueblo tiene un amplio aparcamiento a la entrada y luce con orgullo su condición de Conjunto Histórico mientras un puñado de casas rurales y un par de bares reparan el cansancio de quienes se acercan a él con ánimo de corretear por sus empinados –amén de deliciosos- contornos.

Calle de entrada a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Calle de entrada a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Y como la dureza del paisaje marca el carácter de quienes lo habitan, los de Colinas fueron gentes de armas tomar desde muy antiguo. Así, historia y leyenda se funden para explicar que en tiempos de repoblaciones y malas avenencias con los creyentes en Alá, los de Colinas acudieron al rey Alfonso IX de León para que les ayudaran a desocupar los territorios en los que campaban los árabes y que les dificultaban disfrutar de los pastos a los que creían tener derecho. Tras acudir el propio rey hasta la población de Colinas y ver las dificultades que presentaba el terreno para la lucha, sentenció que le era imposible ayudarles: “más difícil es sacarles de aquí que cazar un oso vivo”. Flecha directa al orgullo de los montañeses que se aprestaron a cazar el oso para llevárselo encadenado –y vivo- hasta la corte del rey, acorralando al mismo tiempo al monarca, a quien no quedó más remedio que ponerse de parte de los de Colinas y colaborar en un asedio en el que participaron otros pueblos de alrededor. Cuenta el cuento que en medio de la noche, entre antorchas, fuegos y fantasmales apariciones del apóstol Santiago a caballo, los moros fueron acorralados y muertos en unas campas cercanas al pueblo, el Campo de Santiago o de Martín Moro –nombre del caudillo que dirigía las tropas sarracenas-. Para conmemorar la matanza dicen que se erigió la ermita de Santiago presidiendo las campas de Martín Moro, en torno a la cual tiene lugar una animada romería cada 25 de julio. Por su parte, el rey premió la valentía de los vecinos otorgándoles exenciones y privilegios -como los de no ser llamados a filas o pagar impuestos- que se fueron confirmando durante siglos.

Un recién nacido Boeza pasa a los pies de la ermita de Santiago, en los Campos de Santiago. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Un recién nacido Boeza pasa a los pies de la ermita de Santiago, en los Campos de Santiago. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

El paseo

Colinas del Campo de
Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Y hasta esa ermita, ubicada en un anfiteatro natural de amplios y frescos pastos, se alcanza una de las escapadas a pie que pueden hacerse desde Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. El paseo, montañero y suficiente para llenar una jornada entre la ida y la vuelta, está señalizado desde la misma localidad, pero aunque no lo estuviera tampoco daría lugar a pérdida: el sendero sigue fielmente las estrecheces por las que se descuelga un recién manado río Boeza que junta, precisamente, sus primeros arroyos en las campas donde tuvo lugar la batalla.

El río Boeza se cruza en dos ocasiones por puentes de madera. Colinas de Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
El río Boeza se cruza en dos ocasiones por puentes de madera. Colinas de Campo del Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Tras pasar bajo el atrio de la ermita del Cristo, que hace de túnel por el que se cuela la calle de entrada al pueblo, se abandona la localidad sin cruzar el río –aunque es obligatorio hacerlo para degustar como se merece su coqueta arquitectura rural-. Después de superar las últimas viviendas se localiza el cartel que informa sobre la ruta. Comienza entonces la ascensión que lleva desde los 1.063 metros del pueblo hasta los 1.503 en los que se ubica la ermita de Santiago. Y todo ello mientras se recorren siete kilómetros de apretado encajonamiento rico en aguas saltarinas que, dada la época del año, igual cruzan el camino encharcándolo a placer que forman ruidosos saltos de agua en el cauce del Boeza. O manan con generosidad en las dos fuentes que jalonan la ascensión. La primera se encuentra a 1 km del pueblo. Se llama de San Juliano y sus aguas tienen fama de pureza medicinal. La segunda es la de Óscar y está tres kilómetros más arriba justo en el inicio del repecho más duro del recorrido.

Varias fuentes jalonan la subida hacia la ermita. El agua de la fuente de San Juliano tiene fama pura y curativa. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.
Varias fuentes jalonan la subida hacia la ermita. El agua de la fuente de San Juliano tiene fama pura y curativa. Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Cuenca alta del río Boeza. Bierzo Alto. León. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego.

Cerca todavía del pueblo, dos cruces de madera de tejo en el lado derecho del camino velan el paso de los caminantes para alejar de ellos el influjo de las brujas o el mal de ojo. Supersticiones aparte, existe la creencia de que este bello camino, que conserva en varios tramos su antiquísimo enlosado, fue frecuentado por peregrinos a Santiago que bajaban desde el norte para enlazar con el Camino Francés que cruza El Bierzo de este a oeste. De hecho, hay quien piensa que donde hoy se ubica el Corral de la Yegua, ya muy cerca de la ermita, hubo también un hospital de asistencia a los peregrinos que recorrían esta peligrosa ruta. Peligrosa tanto por lo abrupto del terreno como por la abundancia de unos osos que los autóctonos cazaban con tanta facilidad como la que mostraban los plantígrados para merendarse a los peregrinos.


EN MARCHA. En las proximidades de Bembibre se localiza el arranque de la carretera LE-461 que desde la autovía A-6 enlaza Folgoso de la Ribera, Igueña y Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.

EL PASEO. Un camino señalizado con estacas de madera y flechas enlaza la localidad de Colinas con la ermita de Santiago, ubicada en el amplio anfiteatro natural conocido como Campo de Santiago o de Martín Moro. El recorrido salva 500 metros de desnivel a lo largo de 7 kilómetros que pueden tardar en recorrerse unas tres horas. No entraña dificultad técnica aunque requiere calzado de montaña impermeable.


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