Casa ahora en ruinas la que acudía la familia del poeta Jaime Gil de Biedma para disfrutar del Pinar de los Alisos junto a las revueltas del río Eresma. Uno de los rincones preferidos del poeta. Coca. Segovia. Castilla y León. © Javier Prieto Gallego

Un paseo literario por el pinar de los Alisos (Segovia)

Hay pinares que huelen a resina y a piñas secas. El Pinar de los Alisos, entre las localidades de Coca y Navas de la Asunción, huele también a poesía y a tardes de verano entre amigos y cantos de chicharras. En este reportaje te cuento cómo realizar un apetecible paseo a pie hasta la casita, ahora en ruinas, que frecuentó, desde su más tierna infancia, el poeta Jaime Gil de Biezma. Paisajes, rincones y olores que se reconocen también en su obra.

Junto a las levadas de Madeira corren comodos senderos que permiten recorrer el interior de sus bosques. Camino de la Levada do Risco que recorre un bosque de Laurisilva. El bosque de Laurisilva de la isla de Madeira fue clasificado como Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO en 1999. Madeira. Portugal. © Javier Prieto Gallego

Caminar entre nubes: las levadas de Madeira (Portugal)

Madeira atesora una larga red de canales, conocidos en la isla como “levadas”, que en la actualidad cuenta con más de 2.000 kilómetros de trazado. Ideados para trasladar agua de una punta de la isla a la otra son también una oportunidad única para recorrer a pie el interior de la isla abrigados por los bosques de laurisilva más grandes del mundo. Te lo cuento todo en este reportaje.

Río Águeda puente Mayor y castillo de Enrique II. Ciudad Rodrigo. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Un viaje a las plazas fuertes de Ciudad Rodrigo y Almeida

Desde el aire, las localidades de Ciudad Rodrigo y Almeida semejan dos estrellas perfectas. Es la forma en que construyeron sus defensas en un pasado repleto de encontronazos bélicos. Hoy esas mismas estrellas repletas de garitas y almacenes son una llamada para embarcarse en un viaje transfronterizo repleto de sorpresas.

Atardecer. Cortados del Pisuerga. San Martín de Valvení. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego.

Tres escapadas para saborear el valle del Pisuerga en Valladolid

Aunque a primera vista pueda no parecerlo, el tramo que el río Pisuerga abre entre Palencia y Valldolid es un saco lleno de sorpresas: castillos que encierran criaturas imposibles, seres de otras galaxias, museos que guardan la memoria del tiempo o acantilados con aires del lejano oeste son solo tres ejemplos. Hay más. Te lo cuento en este reportaje.

Espadaña de la iglesia de Cozcurrita. Comarca de Sayago. Arribes zamoranos. Zamora. España. © Javier Prieto Gallego

DE FARIZA A COZCURRITA: PASEO POR EL CORAZÓN DE LOS ARRIBES (Zamora)

Uno de los tesoros ocultos de los Arribes zamoranos son los viejos molinos. Tan camuflados con el entorno que apenas se les distingue hasta tenerlos encima, tan pegados a los barrancos que sólo se les descubre trillando a pie los caminos de Sayago.
Este hermoso paseo, tan corto en kilómetros como intenso en emociones, une las localidades de Cozcurrita y Fariza cerrando un circuito que acerca hasta la ermita de La Virgen del Castillo y su mirador de Las Barrancas, mientras recorre el reguero de molinos descompuestos –todos excepto uno- que antaño aprovechaban la fuerza del arroyo del Pisón.

Yacimiento arqueológico. Museo de las Villas Romanas Almenara de Adaja-Puras. Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego.

Museo de las Villas Romanas: un palacio en la campiña de Valladolid

En mitad de la campiña vallisoletana, donde el horizonte se estira entre campos de cereal y pueblos quietos, espera uno de esos lugares que sorprenden por lo que cuentan y cómo lo cuentan. La villa romana de Almenara-Puras no es solo un yacimiento arqueológico: es una invitación a caminar sobre los restos de un palacio rural de hace 1.600 años sin levantar polvo. Un paseo suspendido entre mosaicos, termas y pinturas murales que aún conservan el color del tiempo. Y como broche, una domus reconstruida con tal detalle que parece que sus habitantes acaban de salir a darse un paseo. Ideal para una jornada en familia de paseo por la historia.

Torreón de Fernán González en la localidad de Covarrubias junto al río Arlanza. Burgos. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

El Camino de la Lana atraviesa tierras de Soria y Burgos hacia Santiago de Compostela

Lo fascinante de algunos caminos no es sólo adónde llevan, sino lo que despiertan al andarlos.
El Camino de la Lana, trazado antaño por pastores y comerciantes, renace hoy como ruta de peregrinación.
Cruza mesetas calladas, pueblos en retirada y paisajes que aún huelen a historia viva. No promete multitudes, sino soledades fértiles y horizontes anchos. De Cuenca a Burgos, cada etapa suma polvo, memoria y propósito. Y quien lo recorre, más que avanzar, se encuentra.

Interior del Santuario de Nuestra Señora del Ara. siglo XV. Los frescos decoran todo el interior del templo. Cerca de la localidad de Fuente del Arco. Comarca de Campiña Sur. Badajoz. Extremadura. España. © Javier Prieto Gallego / PHOTOSERVICES

El Génesis como un cómic. Una ruta hasta el Santuario de Nuestra Señora del Ara (Badajoz)

Dicen que hay lugares a los que se llega más con el alma que con el coche. Que no están al final de ninguna autopista ni lucen en los catálogos de escapadas. Hay que desviarse, levantar algo de polvo, equivocarse quizá una vez y, sobre todo, querer llegar. El santuario de la Virgen del Ara es uno de ellos: una joya escondida entre montes y encinas, donde los pinceles contaron la Biblia antes de que llegara la imprenta. Un rincón humilde y sagrado, donde el arte y la fe aún se respiran como se respira el monte después de la lluvia.

Imagen aérea. Campos de colza en flor. España. © Javier Prieto Gallego / PHOTOSERVICES

Es el momento de… los campos de colza en flor

El espectáculo de la colza en flor no tiene el glamour de los cerezos o la lavanda pero tiene tanta fuerza o más en un paisaje de contornos suaves como los de Tierra de Campos o Torozos. Salir a buscar esos parches de amarillo chillón, que solo lucen durante unas pocas semanas al año, es una excusa como otra cualquiera para disfrutar de caminos y aire libre.