Madeira fue descubierta por los navegantes portugueses a comienzos del siglo XV y desde entonces su historia quedó marcada por su condición de archipiélago de paso hacia las tierras del Nuevo Mundo. Un paseo por su capital, Funchal, que aparece tendida sobre una inclinada ladera frente al Atlántico, envuelve al viajero entre sus aires coloniales, de indudable sabor británico.