Sendero de la ruta del Alba (Asturias)

Un paseo monumental

Las hoces del Alba, un hermoso cañón del sur asturiano

El parque natural de Redes es el bofetón de verdor y profundidades abismales que se encuentra quien desde el valle leonés de Riaño tiene necesidad de ir a Oviedo por el camino más corto. Y el puerto de Tarna (1.490 m.) es la angostura por la se que cuela la carretera para precipitarse en el descenso de vómito que media entre el puerto y la población de Campo de Caso, centro geográfico de este espacio natural repleto de rincones sorprendentes y no demasiado conocidos. Entre ambos puntos median 25 kilómetros de revueltas y estrecheces en los que se descienden 1.000 metros. En Campo de Caso se localiza el Centro de Interpretación en el que recopilar la información necesaria para descubrir cuáles son sus rincones más interesantes.

Tráiler del reportaje «Ruta del Alba» © Javier Prieto Gallego

Y uno de esos rincones imprescindibles es el que se abre paso junto al cauce del río Alba, bravo arroyo de montaña que en su carrera hacia el Nervión ha tajado un desfiladero tan espectacular como buscado por los amantes de los rincones inolvidables. El desfiladero y la ruta que lo recorre tienen la categoría de Monumento Natural desde 2001. Además, es una de las de menor desnivel y más fáciles de realizar dentro del parque. De hecho, buena parte del recorrido se ha acondicionado para que pueda realizarse con silla de ruedas sin mayores problemas.

El arranque de este ameno paseo, que puede tener su momento de lujo cuando el otoño comience a tintar las hojas del bosque caducifolio, se realiza en la localidad de Soto de Agues, pequeño pueblecito de alto valor etnográfico en el que aún es posible encontrar rincones sabrosos, hórreos bien conservados y recomposiciones urbanísticas hechas con un gusto y sensibilidad que tanto se echan de menos en tierras de la Castilla adentro. Los tres barrios contiguos que forman este núcleo, Soto, Agues y San Andrés atesoran entre sus calles, donde también despuntan buenos ejemplos de arquitectura indiana y montañesa, el mayor número de hórreos del Ayuntamiento de Sobrescobio, al que pertenecen. 

Al final de su calle principal se descubre el lavadero, buen ejemplo de nota de arquitectura tradicional contundente, desde el que parte la pista de tierra que lleva hasta el corazón del pasillo rocoso, también conocido como las Foces de Llaímo. Es el camino tradicional que los pastores y arrieros de antaño transitaban para alcanzar desde aquí el vecino valle de Aller. También es la vía de salida por la que se sacaba hacia la cercana localidad de Rioseco el hierro extraído de la mina Carmen, abierta en el pleno corazón del monte Llaímo.

Terminado el trasiego de pastores y el ajetreo minero, la senda es hoy un idílico pasillo natural abierto en el fondo de un círculo montañoso que ronda los 1.500 metros de altura. El pasillo se desenreda junto al cauce del arroyo sin apenas desnivel durante la mayor parte del trayecto, a excepción de los dos últimos kilómetros –los más espectaculares, también- en los que se alcanza el paraje conocido como la Cruz de los Ríos, donde el desfiladero se abre y los diferentes arroyos se funden para formar uno sólo.

Media hora después de pasar los antiguos cargaderos de la mina, se alcanzan las brañas de la Vega, donde finaliza la pista y se toma el estrecho sendero que se adentra en la Foces de Llaímo, el tramo más impresionante de la caminata, mientras discurre, tallado en las propias paredes del desfiladero, con el arroyo del Alba a un lado formando torrenteras, cascadas y frescos pozos desde cuyo fondo llega la llamada ineludible de las xanas asturianas, ninfas de ojos verdes y cabellos rubios capaces de hacer olvidar a cualquiera el camino de vuelta, incluso cuando se camina por un desfiladero. 

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