Hoy viajamos hasta un lugar tan singular, genuino y valioso como que atesora las consideraciones de Bien de Interés Cultural, Monumento Natural y Patrimonio de la Humanidad. Hoy vamos a encaminar nuestros pasos hacia el yacimiento arqueológico de Las Médulas. PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa «Aquí en la Onda» de Onda Cero Castilla y León. No dejes de consultar lo que sobre esta propuesta he publicado en el blog: https://www.siempredepaso.es/las-medulas-leon/.
Esta inmensa mina fue explotada por los romanos entre los siglos I y II de nuestra era. Y el motivo no fue otro que hacerse con las diminutas pepitas de oro que los prospectores romanos habían descubierto entre las piedras y arcillas de estas montañas.
En realidad, de lo que se trataba era de alimentar un sistema monetario puesto en marcha por Augusto basado, precisamente, en el oro, y una moneda, el aureus, que impusieron como patrón en todo el Mediterráneo. A lo largo de los siglos I y II el oro simbolizó para los romanos poder y riqueza. Y poseerlo en grandes cantidades se convirtió en una de sus mayores necesidades.
Y es así como, buscando, buscando se fijaron en el oro que encerraban estas montañas. Un descubrimiento que implicaba, al mismo tiempo, un enorme reto para conseguir extraerlo.
El oro de Las Médulas se encuentra en forma de diminutas partículas mezclado entre toneladas de arcillas rojas, gravas, limos y arenas. Nada de filones ni vetas en los que tirar de pico y pala para sacarlo en capazos. Y de tal forma mezclado con la tierra que se estima en unos 50 miligramos de oro por cada metro cúbico de tierra removida. Como mucho. Tras doscientos años de explotación, que fue el tiempo en que Las Médulas interesó a los romanos, y después de remover noventa y tres millones y medio de metros cúbicos de tierra, se estima que los romanos pudieron sacar de aquí entre 4,5 y 5 toneladas de oro. Un rendimiento a todas luces bajísimo si no fuera por dos razones: una, que tenían que fabricar monedas de oro fuera cual fuera su coste; y dos, que disponían de una cantidad ingente de mano de obra a su disposición para hacerlo.
Según cálculos realizados sobre estas excavaciones es muy probable que lo que hoy contemplamos, ese paisaje caótico, lleno de picachos rojizos y derrumbes, fuera el fruto del trabajo directo de entre 4.000 y 7.800 personas -trabajadores y esclavos- excavando directamente la tierra. Alrededor de ellos podrían haberse movido 3.000 hombres más en funciones de avituallamiento, dirección y vigilancia. En total cerca de 11.000 almas ocupadas de forma tenaz y obsesiva en remover toneladas y toneladas de tierra rojiza con el único afán de separar el oro del barro.
Cuando a principios del siglo III el imperio entró en crisis y la moneda de oro perdió su valor, el interés de los romanos por todas estas minas del noroeste penínsular se esfumó para siempre. De hecho, a pesar de que el yacimiento de Las Médulas sigue conteniendo oro en las mismas proporciones que lo tenía entonces, la dificultad por extraerlo es tan alta y la recompensa tan baja que nunca nadie más ha pensado en continuar con su explotación comercial. Ayer, igual que hoy, no dejaría de ser un proyecto de locos.
Una de las cosas que más impresiona en una visita a este espacio tan singular es, precisamente, descubrir el laborioso y espectacular proceso que desarrollaron para sacar a la luz esas diminutas pepitas de oro sepultadas por toneladas de tierra. Y que no era otro que acumular enormes cantidades de agua en la zona superior de las montañas para proyectarla con una gran presión en el interior de los túneles que habían excavando previamente. De esta manera reventaban la montaña por la mitad provocando una gran riada de cantos rodados, agua y barro en la que luego buscaban las pepitas de oro. De hecho, el yacimiento en sí es mucho más amplio que el conjunto de galerías y picachos que se ve junto a la localidad de Las Médulas y estaría formado también por toda la red de canales que construyeron para recoger las grandes cantidades de agua que necesitaban, y que traían hasta aquí desde cientos de kilómetros, pero también por los lagos que se acabaron formando montaña abajo como consecuencia de acumular tanta tierra y cantos rodados.
Las Médulas es, entre otras cosas, un espacio natural que cuenta también con su propio centro de interpretación. Así que, para entender bien dónde estamos y cómo es todo este entorno, yo empezaría visitando la Casa del Monumento Natural que encontramos en la localidad de Lago de Carucedo. Ahí, entre otras cosas, lo que podemos hacer es solicitar información sobre los diferentes senderos señalizados que recorren las distintas partes del yacimiento y que, desde luego, son la mejor manera de conocerlo en profundidad.
Una vez realizada esta visita, la segunda recomendación sería dirigirse al Aula de Arqueología que funciona a la entrada de la localidad de Las Médulas y apuntarse a alguna de las visitas guiadas que desde ahí se realizan por la zona principal del yacimiento.
Estas visitas guiadas lo que hacen es recorrer una pequeña parte del sendero señalizado conocido como Senda de las Valiñas, que lleva hasta dos puntos emblemáticos del yacimiento, la Cuevona y La Encantada, que son los restos de dos impresionantes galerías tal como quedaron después de que pasara el agua por ellas y reventara la montaña.
Otro rincón que nunca se deja de visitar en un recorrido por las Médulas es el del Mirador de Orellán, en la parte alta del yacimiento y al que casi se llega en coche. Desde este mirador vamos a tener una impresionante visión de todo este conjunto y también vamos a tener la oportunidad incluso de caminar por el interior de un tramo de galería de las que excavaban los trabajadores mineros antes de que proyectarán en ellas las trombas de agua con las que deshacían la montaña. Es una experiencia muy particular porque incluso vamos a descubrir que en ocasiones lo mineros se pasaban en el interior de esos mismos túneles meses enteros sin salir fuera….
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![Arco del Alcocer y estatua de la reina Isabel la Católica. [Arévalo. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego]](https://i0.wp.com/siempredepaso.es/wp-content/uploads/2013/08/NCA1737-1.jpg?resize=270%2C180&ssl=1)
