Algunos rincones a tener en cuenta si decides seguir las huellas de este héroe castellano
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
En torno el siglo X la Península estaba formada por un complejo puzle de reinos musulmanes -al sur- y cristianos -al norte-. Entre ambos se interponía el enorme costurón de un río Duero que ejercía como línea de referencia principal a la hora de establecer hasta dónde llegaba el poder de unos y de otros. Dicen las fuentes históricas que ese territorio de frontera era tan
peligroso e inseguro que acabó convertido en un desierto, un territorio sin ley solo apto para quien se arriesgara a vivir a lo Mad Max, con el alma en vilo y la espada en la mano pendiente de descubrir en qué lugar se produciría la siguiente emboscada. Durante más de cien años el Duero se convirtió en el foso natural que separaba ambos mundos -cristiano y musulmán-. Dos mundos empeñados en traspasar sus orillas para imponer por la fuerza sus creencias y valores a los contrarios.
Es en ese escenario de enfrentamientos sin fin, de batallas sangrientas, venganzas, emboscadas, traiciones, masacres y actos heroicos en el que emerge la figura del burgalés Rodrigo Díaz de Vivar, un héroe batallador que conoció glorias y destierros. Un héroe batallador cuya vida traspasó las fronteras del tiempo gracias a que alguien , cien años después de su muerte, puso sobre un pergamino la historia de aquel cuyas gestas cantaban los juglares de pueblo en pueblo: El Cantar de mio Cid, considerada la primera gran obra de nuestra épica medieval.
En el año 2002 ocho Diputaciones decidieron coordinarse para señalar sobre el terreno los escenarios -históricos o legendarios- por los que circuló en su momento este batallador de mil batallas, viajero de mil caminos, para conformar lo que hoy se conoce como «Las Rutas del Cid» (caminodelcid.org), un conjunto de itinerarios perfectamente señalizados, organizados y documentados que permiten seguir las huellas del Campeador desde Burgos hasta Alicante en las diferentes etapas de su vida: más de 1.400 kilómetros de senderos y más de 2.000 km por carretera que pueden gozarse a pie, en coche, moto o bicicleta de montaña. Como no consiste en darse un atracón, todo ello está organizado en diferentes itinerarios temáticos de entre 50 y 300 kilómetros.
El primero de esos itinerarios temáticos sigue los pasos del Cid en su «Ruta del Destierro» el camino que, «con doce de los suyos» según versos de Manuel Machado, se vio obligado a tomar por orden del rey Alfonso VI en 1081. Un camino no lineal que se le presenta al viajero más como un territorio mítico, un paisaje en el que se descubren episodios -legendarios o reales- de los tres grandes poemas épicos castellanos: El Cantar de mio Cid, Los Siete Infantes de Lara y el Poema de Fernán González. Un largo itinerario con 286 kilómetros de senderos señalizados -15 días de caminatas por las provincias de Burgos, Soria y Guadalajara- o de 378 kilómetros por carreteras, gran parte de ellas secundarias y con poco tránsito. Un montón de kilómetros y escenarios históricos que discurren también por algunos de los espacios naturales más destacados de Castilla y León.
Solo para ir haciendo boca, y para que te hagas una idea de por dónde van las cabalgadas del Cid, he aquí algunos hitos de este viaje entre la historia y la leyenda.
01- VIVAR DEL CID. Aquí empieza todo. Situado a 10 kilómetros de la capital burgalesa, un mojón indica el arranque de un viaje que lleva hasta Valencia. En esta localidad nació el héroe. De esta localidad parte obligado a abandonar Castilla camino de un destierro considerado injusto. Y en esta localidad se encontró la única copia manuscrita del original que se conserva. Durante años estuvo guardado en el convento del Espino, al cuidado de la comunidad clarisa. Menéndez Pidal, a finales del XIX, lo transcribe y revela su importancia.
02- BURGOS. Si de lo que se trata es de seguir la figura del Cid a través de la geografía y la Historia podríamos decir que esta viaje empieza en Vivar y acaba en Burgos (bajo el crucero de la catedral encontramos su tumba). Pero no, entre medias de ambos puntos se extiende una cantidad ingente de kilómetros y andanzas. Entre las calles de Burgos localizamos varios escenarios destacados de esta historia: la puerta de Santa María (en su interior, réplica de la Tizona) por la que sale para acampar en La Glera; la iglesia de Santa Águeda, donde supuestamente tuvo lugar la Jura de Santa Gadea, en la que el Campeador obligó al rey Alfonso VI el Bravo a jurar que no había tomado parte en el asesinato de su hermano Sancho II el Fuerte, rey de Castilla; la estatua del Cid, inaugurada por Franco en 1955, y las 8 estatuas del puente de San Pablo que nos servirán para familiarizarnos con los dramatis personae de esta historia; o el monumento del Solar del Cid donde supuestamente (también) tuvo casa el guerrero. En las afueras, el monasterio de San Pedro de Cardeña sirvió de refugio a su familia en tiempos revueltos y albergó sus restos mortales durante siglos en un mausoleo que todavía puede visitarse.
03- CASTILLEJO DE ROBLEDO. En su término tuvo lugar la Afrenta de Corpes llevada a cabo por los infantes de Carrión sobre las hijas del Cid. El lugar concreto, el robledal de Corpes, no existe o nunca existió. Pero la tradición lo sitúa en el vallejo donde se abre la derruida ermita rupestre de la Virgen de Monte, cuyo mejor acceso se hace siguiendo la señalización de gran recorrido que pasa junto al monasterio de La Vid. En Castillejo, dominado por un desdentado castillo de atribución templaria, destaca su iglesia de La Asunción y la ermita de Los Mártires, ambas con notables pintura en su interior.
04- SAN ESTEBAN DE GORMAZ. Según el poema, el rey dio al Cid 9 días para salir de su reino. El octavo, el Cid ya se llega aquí. Seis años después, conquistada Valencia, sus hijas esperan en la villa la llegada de los hombres que el Cid envía para recogerlas tras ser atacadas por los Infantes de Carrión. Para no perderse, las iglesias románicas de San Miguel, Santa María del Rivero, la muralla y los restos del castillo.
05- BERLANGA DE DUERO. Cuando el Cid se reconcilia con el rey Alfonso VI, ganada ya la plaza de Valencia, este le recompensa con diversas propiedades. Entre ellas la de Berlanga, castillo incluido, que el Cid adquirió en juro de heredad. Es decir, para que quedara dentro de su linaje, sin posibilidad de venta o traspaso. De camino hacia Valencia tras la Afrenta de Corpes, las hijas del Cid pernoctan en la localidad en compañía del pequeño ejército que las acompaña.
06- MEDINACELI. Desde su arco romano se domina todo el valle del Jalón, lugar de paso habitual para el Campeador en sus frecuentes viajes entre unos y otros reinos de la Península. Además del patrimonio monumental de Medinaceli, se vuelven imprescindibles las visitas a Santa María de Huerta, Arcos de Jalón y Somaén.
Caminos de buen yantar
No todo va a ser polvo, sudor y hierro. De vez en cuando habrá que pensar también en reponer fuerzas como dios manda. Y no es mala tierra para ello. Los primeros kilómetros del viaje discurren por tierras burgalesas. O sea, que puedes echar mano de sus buenos quesos, de una buena morcilla de burgos o, si se tercia, hasta de una olla podrida (guiso de alubias rojas de Ibeas con morcilla, chorizo, costillas, panceta, oreja, rabo, pata… Además, al guiso se le añade un relleno elaborado con huevo). También es tierra de lechazos al horno. En la parte soriana presumen de un amplio recetario con setas de temporada, guisos de caza o truchas, según la época y el lugar concreto. Y para regar… vinos del Arlanza y la Ribera, que para eso están.
DÓNDE DORMIR
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