UN PEQUEÑO GRAN CAÑÓN
El río Rudrón se abre paso entre Las Loras burgalesas
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
A muy pocos kilómetros del Rudrón, en medio de una paramera desolada, sin sombras, sigue sin descanso el meneo cansino de las bombas que desde los años 60 chupan el petróleo del subsuelo burgalés. Ajeno a la faena, algo más al sur, el tesoro que ofrecen estas mesetas duras y pedregosas salta a la vista: la inesperada y feraz cinta verde que acompaña el discurrir del río Rudrón por un cañón que de no estar en lugar tan apartado y remoto sería tan famoso, al menos, como el de Riaza.
Aunque se pueden elegir otros tramos, el que discurre entre las localidades de Hoyos del Tozo y Moradillo del Castillo, en el interior del Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón, es uno de los más representativos. Ahí, a la chita callando, este río se ha venido trabajando, en unos cuantos millones de años, un tajo con precipicios que en no pocos lugares levanta los 300 metros: cárcavas, riscales, paredes verticales que vistas desde abajo asemejan un pasillo lleno de retortijones y desde arriba la cuchillada caprichosa de un dios mayor. Son, además, kilómetros sumergidos en un verdor impensable, feraz, revuelto y espinado, incluso exótico cuando se camina apartando ramas, helechos y enredaderas de cuento en medio de un jolgorio de pájaros felices y canturrones, sabedores del privilegio de habitar un auténtico oasis de vida y frescor.
Si se escoge Hoyos del Tozo como comienzo del paseo vale la pena detenerse al menos un instante en su iglesia parroquial, a la entrada del pueblo. Hay que asomarse a su atrio y curiosear la portada románica, semihundida en un suelo que en el pasado estuvo situado más abajo.
Para encontrar el camino que lleva hacia el estrechamiento del cañón hay que atravesar el pueblo de punta a punta hasta llegar al final. Por encima de la última casa, sin cruzar el río en ningún momento, se localiza el camino del Molino que, en un kilómetro más, conduce hasta la presa situada en el inicio de los encajonamientos. En ese punto el camino agrícola finaliza para transformarse en la senda que, más allá de las ruinas de una vieja fábrica de luz, pasará a ser una simple vereda de pescadores todo a lo largo de la orilla izquierda del Rudrón hasta Moradillo.
En la presa, la senda que hay que tomar es la que discurre más cerca de la orilla, entre el viejo canal pegado por la izquierda a las paredes del cañón y el río, cuyos primero rugidos se presienten por la derecha. Aparecen enseguida las ruinas de un viejo caserón de campo y, un poco más adelante, las de la central eléctrica, convertidas en un puro esqueleto de ladrillo y cemento.
A partir de aquí la vegetación constituye la dificultad principal del paseo, sin que por ello exista posibilidad de pérdida en ningún momento. Hay que apartar zarzales en algunos puntos y agacharse entre ramas en otros, pero la cada vez más extraña sensación de hacer camino al andar bien vale algún rasguño o pinchazo.
La senda sortea como puede los encadenados meandros que median en los seis kilómetros que separan ambas poblaciones, rozando la misma orilla del río en algunos puntos y elevándose a media ladera en otros. Casi a mitad del trayecto, el camino asciende repentinamente para, tras pasar entre algunos ejemplares notables de robles añosos, bordear por encima de una estruendosa surgencia, oculta por la vegetación, que brinda aguas al Rudrón.
Algunos meandros más adelante el siguiente punto de referencia lo constituye otra vieja presa a partir de la cual el camino se ensancha de nuevo, evidencia del uso que el molino aquí existente tuvo desde Moradillo. Cuarenta y cinco minutos después este camino desemboca en la pista agrícola que une los pueblos de San Andrés de Montearados, por la izquierda, y Moradillo, que se alcanza, tras pasar ante los restos de otro molino arruinado, continuando por la derecha.
EN MARCHA. A Hoyos del Tozo hay que llegar desde el ramal de carretera que nace poco después de abandonar Basconcillos del Tozo, en la N-627 entre Aguilar de Campoo y Burgos, en dirección hacia Barrio-Panizares.
INFORMACIÓN. El paseo discurre por el interior del Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón en una zona de alto valor ornitológico.
EL PASEO. Sin señalizar. Sin desniveles importantes pero de dificultad media, teniendo en cuenta que la senda parece borrarse en algunos puntos debido a la feraz vegetación. Entre Hoyos y Moradillo media una distancia de unos siete kilómetros que habrá que hacer también de vuelta por el mismo trayecto. Para la ida y la vuelta debe calcularse un tiempo mínimo necesario de unas cuatro horas.
POSADA MOLINO DEL CANTO. Molino del Canto s/n, Barriolacuesta. Burgos. Casa de piedra rústica situada en el valle de Zamanzas. Tiene vistas al río Ebro y cuenta con conexión Wi-Fi y aparcamiento gratuitos. Alojamiento ecológico especializado en actividades de observación de aves. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/posada-molino-del-canto.html?aid=884255.
LA CORUJA DE EBRO. Calle el Mirador 37, Valderredible, Cantabria. Apartamentos de estilo montañés, con paredes de piedra, techo de teja y vigas a la vista. Alberga jardín amueblado, cocina compartida y salón social con TV y chimenea. Wifi gratis. Resérvalo aquí: https://www.booking.com/hotel/es/centro-de-turismo-rural-la-coruja-del-ebro.es.html?aid=884255.
Gran ruta para hacer senderismo. Me la apunto para este verano.
Gracias por la información y un saludo.
Seguro que la vas a disfrutar. Saludos.
No será feroz vegetación en vez de feraz?
Bueno… puede ser «feroz» y también «feraz»… Saludos 😉