Entre un puente y un canal
Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Aprovechar que el Pisuerga es un río que pasa por Valladolid no sólo es una forma de meter baza en una conversación para soltar algo que no viene a cuento. Entre otras muchas cosas puede ser también una excusa más que justificada para emprender un largo paseo de riberas y museos sorprendentes por el corazón mismo de la capital vallisoletana.

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Y una forma de empezar por el principio es acercarse hasta la dársena del Canal de Castilla, el punto final de uno de los tres brazos en los que se divide este fantástico sueño acuático mediante el que se pretendió, arrancando el siglo XIX, transportar en barcas las harinas que se pudrían en las paneras de Castilla. Aunque el paraje, olvidado por muchos vallisoletanos, evidencia la indolencia de quien no tiene entre sus prioridades el cariño por su propia historia, bien vale una visita, si quiera rápida, para dar la bienvenida a unas aguas que fueron tomadas del Pisuerga 200 kilómetros más al norte, en Alar del Rey y que llegan a Valladolid por derroteros distintos a los de su propio río -tras mezclarse con las del Carrión en un cruce de corrientes-, para volcarse de nuevo en él a la altura del puente Mayor.

Hasta este se llega por el jardín que media entre la dársena y el río haciendo compañía a unas aguas del canal que se deslizan bajo la antigua fábrica de harinas “La Perla” antes de verterse al río. La fábrica fue una más de las industrias que fueron surgiéndole al canal en el transcurso de su viaje mientras abastecía a todas con la fuerza imparable de sus aguas. Esta se levantó entre 1856 y 1857, aunque lo que hoy queda es la transformación que padeció en 2008 para acomodar su estructura a la de un hotel de cierto lujo llamado Marqués de la Ensenada. Tras cerrar su puertas, envuelto en polémicas operaciones especulativas, fue ocupado por colectivos sociales que lo reclamaron durante un tiempo como espacio de actividades y encuentro.
El puente Mayor es casi tan viejo como la propia ciudad. De hecho sus orígenes se remontan al momento, más o menos en el siglo X, en el que el conde Ansúrez decide impulsar aquí un núcleo de población que acabó por eclipsar los que hasta entonces existían: Simancas y Cabezón.

¿Conoces las leyendas que hablan acerca de la construcción de este puente?
Cruzando el puente tal como hicieron desde el principio los viajeros que llegaban desde el norte a la ciudad, se alcanza el jardín de Las Moreras.
Sus orígenes están en el proyecto ilustrado que en el siglo XVIII impulsó la Real Sociedad de Amigos del País mediante el trazado del llamado “Espolón Nuevo”, continuación del “Viejo”, que ya existía aguas abajo del Pisuerga. El nombre lo recibe de los 475 árboles de esa especie que se plantaron como una forma de proporcionar también alimento a los gusanos de seda que se utilizaban en la destacada producción de paños que hacían de Valladolid una de las más importantes de España. Junto al puente Mayor pasan cada vez más desapercibidos -junto a la pesquera- los restos de las viejas aceñas también implicadas en aquella importante industria. En la orilla opuesta, casi enfrente de la playa, en los últimos años han ido saliendo a la luz los pocos restos que quedan del Palacio de la Ribera, del que hoy apenas se conserva un muro rehabilitado de manera testimonial, pero que en su día contó incluso con un embarcadero de madera en forma de torre al que llegaban las galeras y góndolas por de la margen izquierda del Pisuerga.


El recorrido desde aquí río abajo hasta el puente Colgante se realiza por el paseo ribereño que amenizan rincones como el de la playa, con su embarcadero y su barco legendario –La Leyenda del Pisuerga-, y la espesa fronda de uno de los jardines tradicionales de la ciudad, tanto que ya era conocido como el “Espolón Viejo” cuando se planificó el trazado del nuevo, Las Moreras. En este lugar, que es continuación de La Rosaleda, otro entrañable jardín vallisoletano, estuvo ubicado el vivero municipal, de ahí la variedad de especies y su longevidad, el mercado de ganados y una de las paradas del tren burra que desde la plaza de San Bartolomé discurría en paralelo por el río en dirección a lo que hoy es la estación de autobuses y, en su momento, fue la estación Campo de Béjar.
![Puente Colgante. [Valladolid. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego]](https://i0.wp.com/siempredepaso.es/wp-content/uploads/2013/08/DSC9914-1.jpg?resize=465%2C700&ssl=1)
El puente Colgante no sólo destaca por su singular estampa decimonónica. En su currículum luce el relumbre vanguardista de ser el primero en España construido según un novedoso sistema –bowstring- presentado en la Exposición Universal de París en 1855, un hito que lo convierte, a los ojos de quien lo sepa, en una pieza sobresaliente de la historia de la arquitectura del hierro en España. Otro episodio singular de nuestra historia ocurrido en este tramo del río tuvo lugar el 2 de agosto de 1606 cuando, en un experimento científico de gran relevancia, y ante la mirada expectante de Felipe III y de la muchedumbre que se agolpaba en las orillas, se ensayó por primera vez en el mundo un modelo de escafandra que tenía renovación continua de aire. Fue la primera vez que un buzo se sumergía aguantando bajo las aguas más de una hora, en una de las zonas más profundas del río a su paso por la ciudad.

Cruzar el río por él lleva hasta las puertas del Monasterio de Nuestra Señora de Prado. Merece la pena asomarse al interior de sus claustros. Fue un destacadísimo monasterio que vivió, sobre todo, de su imprenta, la primera en Valladolid, dedicada en monopolio a la impresión de bulas.


Desde aquí este paseo de riberas otoñales debería acabar recorriendo las salas del cercano Museo de la Ciencia y, con mucho mayor motivo, las de la Casa del Río, al otro lado de la pasarela también vanguardista. Sus acuarios y terrarios explican algo de lo visto en el paseo y, sobre todo, lo que no se ve: quién vive y habita bajo sus aguas y junto a sus orillas.

EN MARCHA. La dársena del Canal de Castilla en Valladolid, donde arranca este paseo urbano por las orillas del Pisuerga, se localiza junto al cruce las carreteras N-601, hacia León, y VA-900, hacia Fuensaldaña.
EL PASEO. Entre las dársena del Canal y la Casa del Río, punto final del paseo, median 4 km que pueden realizarse, sin paradas, en una hora. Desde el embarcadero una serie de carteles jalonan la senda con información sobre el entorno natural del río.
MÁS QUE EL RÍO. Seguir las aguas del Pisuerga río abajo no tiene por qué significar caminar pegado a la orilla. A muy pocos metros distancia se localizan importantes atractivos turísticos de la ciudad que también pueden ir visitándose.
INFORMACIÓN. Oficina de Turismo de Valladolid: tel. 983 219 310. WEB: https://www.info.valladolid.es.