LA NAVE DEL TIEMPO NAVEGA EN BECERRIL
San Pedro Cultural se suma al resto de propuestas que completan una visita a este municipio de Tierra de Campos
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
En el año 2011 la iglesia de San Pedro, en Becerril de Campos, estaba hecha añicos. Apenas lograba sostener cuatro muros y los arcos que saltaban de lado a lado como las costillas descarnadas de una ballena en el desguace. La historia del templo es tan larga como que aún queda en él una portada románica del siglo XII, extraña superviviente en un territorio en el que lo románico se tiró al suelo para dar paso a las modernidades arquitectónicas que impuso el Renacimiento, mucho más a tono con el poderío económico que vivió Tierra de Campos en torno a los siglos XV y XVI. No por nada, en esta zona de la Tierra de Campos palentina el Renacimiento destaca con tanta intensidad que no hay pueblo, grande o pequeño, que no albergue entre sus calles un templo como una catedral o un puñado de pinturas y esculturas que tengan algo que ver con los Berruguete o Alejo de Vahía.
Becerril, en el corazón de ese territorio de horizontes despejados y arcillosos, no fue ajena a ese esplendor renacentista. Ni a la fiebre de levantar templos como catedrales. De hecho, tuvo hasta siete. Una enormidad, se mire como se mire, que, pasados los siglos y los tiempos de esplendor, dejó estos campos de tierra sembrados de iglesias incapaces de sostenerse por sí mismas. Una de ellas, sin culto desde los años 40 del siglo XX, fue la de San Pedro. Muchos de aquellos templos desahuciados acabaron reconvertidos en canteras de excepción, con magníficos sillares para emplear en nuevas obras. Por aquí, sin ir más lejos, en las del Canal de Castilla, que pasa lamiendo el pueblo.
Pero a la iglesia de San Pedro el destino -o las estrellas- le tenían reservada una utilidad tan especial como espacial: acabar convertida en una suerte de «nave del tiempo», en un contenedor de excepción particularmente dedicado a acercar al común de los mortales el complejo mundo de la astronomía. La «culpa» es de los tres arquitectos -Álvaro Gutiérrez Baños, Juan del Olmo y Carlos del Olmo- que se presentaron al concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento para encontrar una utilidad a aquel esqueleto a punto del desplome. Y no se les ocurrió otra que pensar que aquel edificio, además de albergar actos culturales en un futuro, podía convertirse, sin demasiada dificultad, en un lugar perfecto para estrechar nuestra relación con los astros. Especialmente con el Sol. Y para ello solo bastaba trazar una raya en el suelo. Claro que tan bien trazada que quedara convertida en un instrumento científico de alta precisión. En una meridiana.
La idea le llegó a Carlos del Olmo, uno de los responsables del proyecto, mientras visitaba la iglesia de Santa María de los Ángeles y los Mártires en Roma. Aficionado a la astronomía, y a la vista de la meridiana que Francesco Bianchini trazó en 1702 sobre el suelo del crucero para comprobar la exactitud del calendario Gregoriano, de pronto pensó que aquella raya podía situar a San Pedro de Becerril en el club del puñado de templos escogidos -apenas una docena en el mundo- que cuentan con este instrumento científico para comprobar sobre el terreno -nunca mejor dicho- el paso del tiempo. El vals lento que danzan estrellas y planetas. Y, más en concreto, del movimiento del Sol.
El resultado final del proyecto es la rehabilitación de un edificio que, además de acogedor, se ha convertido en la excusa perfecta para hablar -y aprender- de un montón de cosas. Por ejemplo, del paso del tiempo y de las dificultades que existieron desde siempre para medirlo con exactitud. Con total exactitud. De esa necesidad nació, en torno al siglo XVI, el trazado de líneas sobre el suelo de grandes edificios, templos o monasterios de altas paredes y mucho suelo, que permitieran proyectar sobre ellas el paso de la luz del sol a través de un pequeño agujero para localizar el punto en el que esa luz incide cada 24 horas en el momento preciso del mediodía solar. Un punto que va cambiando unos pocos grados cada día debido al giro que efectúa la Tierra alrededor del Sol y a la inclinación de su eje. El uso en el pasado de este método científico de medición sirvió, por ejemplo, en el ajuste del calendario realizado por el papa Gregorio XIII en 1582. Y aunque en el pasado hubo en España meridianas en uso en el monasterio de El Escorial, el Palacio Real del Buen Retiro o Aranjuez, hoy solo es posible ver para qué sirven y cómo funcionan en la iglesia de San Pedro de Becerril de Campos.
El paso del tiempo está también presente en la superposición estilos arquitectónicos de los que hay evidencia en el templo -el románico, el renacimiento, el barroco-. O en el incasable baile de un péndulo que Foucault que, colgado de la misma cabecera del templo, es la prueba palpable de que la Tierra gira sobre su eje.
Pero en la visita a San Pedro se habla también de estrellas. Otra de las ideas geniales de la restauración ha sido la de plasmar en el techo de la iglesia la representación fidedigna de un estrellado cielo de verano. Tal como se veía no hace tanto, cuando solo los arcos que van de lado a lado parecían servir de apoyo al firmamento.
Y se habla de planetas. El mismo pequeño agujero, estenope en términos más ajustados, que proyecta la luz del sol sobre la meridiana sirve para observar el tránsito de los planetas por delante de él. Al sol no se le puede mirar directamente pero resulta asombrosa la claridad con que se ven las manchas solares proyectadas sobre el suelo de la iglesia. O el tránsito impasible de planetas como Venus o Mercurio cuando se interponen entre nosotros y el Sol. O el de la misma Luna, tal como pudo verse durante el eclipse de sol parcial del pasado 20 de marzo.
Así, entre experimentos científicos y astronomías, es como empiezan ahora las visitas a Becerril de Campos para quienes decidan empezarlas por la Oficina de Turismo que, desde la inauguración de este espacio el día 19, tiene en él su lugar. El peligro, claro, es que entre tanto hablar del tiempo y su paso a uno se el vaya el santo al cielo y no deje tiempo para las otras cosas que también hay que ver y que hacer en Becerril.
Por ejemplo, acercarse hasta el embarcadero del Canal de Castilla, que está a un paso del templo, y contemplar cómo el pensamiento ilustrado del siglo XVIII trazó sobre el suelo de la meseta otra raya asombrosa. En este caso, una auténtica carretera de agua capaz de hacer llegar hasta Becerril mercancías y pasajeros navegando por entre los trigales como si tal cosa. Claro que las sensaciones y el entendimiento que aquello supuso tienen mucho más impacto si la visita se hace coincidir con alguno de los viajes que el barco Juan de Homar – información y reservas: 673 368 486- realiza entre la vecina localidad de Villaumbrales y Becerril, un trayecto de unos 6 kilómetros que vienen a cubrirse en una media hora. Si no hay barco o no apetece navegar, otra forma de disfrutar del Canal es recorrer la sirga -a pie, bicicleta o caballo- entre ambas poblaciones.
QUÉ MÁS
La visita a la localidad de Becerril de Campos tiene uno de sus platos fuertes en el Museo de Santa María – sábado y domingo, de 11 a 13 y de 17 a 19,30. Tel. 979 83 33 68-, otro hermoso recinto eclesial reconvertido en un interesante museo repleto de valiosas y bellas obras de arte, gran parte de ellas procedentes de los desaparecidos templos de la localidad: obras de Alejo de Vahía, las tablas que el pintor paredeño, Pedro Berruguete, concibió para el retablo de Nuestra Señora, hermosos artesonados, valiosa orfebrería, un púlpito de yeserías mudéjares… Pero en el callejeo por Becerril hay que acercarse hasta el humilladero, del siglo XVIII, tan emblemático para la localidad que hasta figura en su escudo; pasar por el Arco de la Villa, puerta de entrada de la muralla gótica que rodeó la población, y plantarse ante la iglesia de Santa Eugenia, bisagra en la plaza de doble corro que ejerce como corazón de la localidad. Uno de los corros lo preside el edificio del Ayuntamiento, de principios del XX y del que no hay que perderse la ristra de refranes y proverbios moralizantes esculpidos en la parte superior de los ventanales. Una especie de guía del buen comportamiento que se justifica porque el edificio acogió en su momento las escuelas de niños y de niñas. Hacia el otro corro, que preside una hermosa fuente, queda, en la esquina, el antiguo Ayuntamiento, actual casa de cultura, se eleva sobre 13 pilastras de piedra que ennoblecen con rotundidad los rústicos soportales castellanos que transitan de un corro al otro. Otros dos vestigios del largo muestrario de templos con que contó Becerril son la iglesia de San Martín, en la que anida una de las colonias de cigüeñas más nutridas de Tierra de Campos, y el templo de San Miguel.
INFORMACIÓN. La Oficina de Turismo de Becerril se localiza en San Pedro Cultural, tel. 979 83 34 31.
HOTEL RURAL LA CONCORDIA. Plaza la Concordia 7 , Monzón de Campos, Palencia. Habitaciones con encanto. Tiene restaurante y un jardín con una barbacoa y un horno de leña. Todas las habitaciones son luminosas y presentan una decoración atractiva. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/rural-monzon-de-campos-palencia.html?aid=884255.
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Qué planazo. Gracias
De nada. Es un sitio excelente para una escapada.
Buenos días Javier.
Gracias como siempre por tu trabajo.
El teléfono de contacto que tienes puesto en el final del artículo con respecto a San Pedro Cultural es erróneo, cámbialo si puedes por este: 979833431
Un abrazo!
Fran
Gracias, Fran por estar atento. Cambiado y actualizado. Un abrazo.
Maravillosa idea la de los hermanos arquitectos , y como licenciada en bellas artes , admiro es alto sentido de la estética que han tenido.
Encantada con tu recomendación, el lugar es fascinante, toda una experiencia y el pueblo, que no conocíamos, muy interesante. ¡Gracias!
Gracias, Eva. Me alegro de que el artículo os resultara útil. Un saludo.