La Laguna Negra, el hechizo insondable de los Picos de Urbión
Ecos de Machado en la Laguna Negra de Soria
© Texto, vídeo y fotografías: Javier Prieto Gallego
Tan insondable como la maldad de los hombres. Así pintó la leyenda las aguas heladas de la Laguna Negra soriana. Y así lo dejó escrito el poeta
sevillano Antonio Machado, que conoció el lugar en el transcurso de una memorable excursión que realizó a principios de octubre de 1910. El impulso viajero de don Antonio le llevó a visitar las fuentes del Duero, que nace a muy pocos metros de la cumbre del pico Urbión. Su curiosidad irrefrenable le empujaba a ver, de primera mano, el manadero de ese río que a los pocos kilómetros de nacer presenta ya trazas de adulto mientras dibuja, a su paso por la capital soriana, donde Machado pasó algunos de los años más importantes de su vida, una curva que por culpa de sus versos será ya siempre “de ballesta”: “Allá, en las tierras altas,/ por donde traza el Duero/ su curva de ballesta/ en torno a Soria, entre plomizos cerros/ y manchas de raídos encinares,/ mi corazón está vagando, en sueños…”.
Pero no sabía don Antonio que aquella excursión montañera cambiaría para siempre, también, el destino de uno de los lugares más bellos de la provincia de Soria: la Laguna Negra, un embalsamiento natural de origen glaciar y aguas verdosas al que, desde que el poeta lo colocara en los versos trágicos de su romance “La tierra de Alvargonzález”, la gente llega queriendo escuchar también el eco de un crimen horrible. O interpretar los reflejos misteriosos que parecen querer revelar un secreto que solo la luna y los lobos conocen de primera mano. Por eso el viaje a la Laguna Negra hay que hacerlo con los versos de Machado en el bolsillo. Y por eso, porque aquel poema terrible se escucha ya desde la escuela, este lugar de la geografía soriana registra números de escándalo cuando el frío afloja y el buen tiempo convierte los pinares que lo rodean en un fragante paraíso de aromas irresistibles. Tanto, que desde hace años la subida en coche hasta las proximidades de la laguna está prohibida durante los meses de verano y el acercamiento a la orilla solo puede realizarse con los autobuses que vienen y van de continuo.
Según el poeta contó en un artículo publicado en el número 9 de la revista Mondial Magazine, que dirigía en París Rubén Darío, dos años después de aquella excursión, fue en el trayecto que hizo en coche sentado entre “un indiano que tornaba de Méjico a su aldea natal, escondida en tierra de pinares, y un viajero campesino que venía de Barcelona”, donde trabó algo de amistad con éste último. Tras apearse ambos del coche en Cidones y tomar los caballos para continuar periplo hacia Vinuesa y Covaleda, adonde se dirigían los dos, la conversación terminó por arribar en la leyenda de Alvargonzález. Fue al paso de un puente sobre el Duero, nada más dejar atrás la aldea de La Muedra, sumergida hoy bajo las aguas del enorme pantano de La Cuerda del Pozo o de la Muedra. El campesino, “señalando a su diestra” extendió la mano para indicarle a don Antonio que el sendero que allí se abría llevaba hacia las tierras de Alvargonzález, el nombre de un rico labrador que vivía en una pequeña aldea que se llamaba igual que él. Lo demás fue preguntar el poeta y extenderse en detalles el campesino sobre la leyenda de una laguna insondable cuyas aguas escondían el secreto de crímenes terribles.
Y a aquellos hechos trágicos corresponden, a poco que uno se preste, las sombras inquietas de los hijos traidores vagando entre los pinares mientras arrastran el cadáver de su padre desde la fuente hasta el agua, remontando las nacientes del Duero, perdidos en medio del bosque mientras se escucha el eco delator del crimen -«el que la tierra ha labrado, no duerme bajo la tierra»- brotando de las aguas del lago para multiplicarse una y otra vez sobre los murallones de granito que abrazan el circo glaciar. Rastros de envidias y sangre marcados para siempre sobre los troncos de estos pinares que, si no fuera por la tragedia de Alvargonzález, serían lo más parecido a un bosque de los de cuento y enanitos.
Así es este paraje: hermoso y ensoñador al mismo tiempo. Hay quien dice que las aguas de la laguna tienen vida propia, que por secretos pasadizos se comunican con las aguas del mar y que por eso a veces se producen inexplicables oleajes; hay quien dice que una bella muchacha atrae desde el fondo a los hombres, incapaces de resistir su hechizo… Y también hay quien dice, seguro que con mucho más fundamento, que esta hermosa laguna es obra de las fuerzas portentosas de la naturaleza. En concreto de los movimientos glaciares que, allá por el cuaternario –hace unos dos millones de años- acabaron por modelar el relieve de la sierra de Urbión. Es decir, gigantescas lenguas de hielo y tierra que en su marcha implacable desde las alturas al llano fueron socavando las laderas montañosas dando lugar a circos glaciares como los que acogen las aguas de las lagunas Negra, Helada y Larga. Restos de aquella actividad orogénica son las acumulaciones de tierra y rocas que cierran la laguna Negra por la parte opuesta a los farallones rocosos, formando un evidente promontorio que evita el desagüe. Por esa zona es por la que una pasarela de madera conduce la visita al enclave. También son evidencia de aquellos movimientos ciclópeos los enormes bloques graníticos desplomados de los farallones que rodean la laguna, desordenados y en algunos casos tan amenazantes que parecen a punto de echarse a rodar ladera abajo. O incluso detenidos en precario equilibrio por el empeño de un pino forzudo.
Un paseo de versos y pedruscos en los Picos de Urbión
Desde luego, el paseo por la pasarela de madera sabe a poco después de tanto pino y tanto verso, por eso hay quien decide proseguir la caminata hacia las alturas del Urbión. Hacia allí sube una senda señalizada que, por la izquierda del lago y junto a las cascadas que despeñan el agua de las alturas, desafía los cortados hasta alcanzar su borde superior. El paso por el Portillo de la Cascada, al que se llega en una media hora de dura subida, es una travesía montañera que exige buen calzado, bastón y algo de equilibrio pero que recompensa con unas panorámicas a vista de águila de la inmensidad de estos bosques pinariegos. Es también el punto donde, debido sobre todo a la influencia de la altitud, la vegetación arbórea prácticamente desaparece para dar paso a la cubierta de pasto y matorral que caracteriza las mayores altitudes de la sierra. Por debajo de esta cota se extiende una de las mayores masas boscosas de toda península, formada especialmente por pino silvestre o albar (Pinus sylvestris) como especie predominante, aunque en las umbrías se localizan también con facilidad importantes rodales de haya, que rompen la monotonía cromática de los pinares sobre todo al alcanzar el otoño. Tal variedad de ecosistemas propicia también una abultada lista de especies animales pululando por estas frondas. Entre los mamíferos más habituales se encuentran ardillas, garduñas, zorros, comadrejas, tejones, ciervos, corzos y jabalíes. Y entre los alados es fácil observar los ajetreos de piquituertos, carboneros palustres, chochas, el agateador común, el trepador azul o el pinzón vulgar, entre otros.
El acceso más frecuente a la laguna se realiza desde la localidad de Vinuesa, de obligado alto en el camino para disfrutar de una población con solera y buenas muestras de arquitectura tradicional. Su abundancia de casones y escudos nobiliarios en las fachadas habla de un pasado bien próspero, muchas de cuyas fortunas se tejieron en tiempos de la Mesta, con el comercio de la lana y su acarreo como principal actividad.
EN MARCHA. Desde Vinuesa, en el noroeste de la provincia de Soria, parte la carretera forestal que lleva hasta la Casa del Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión. Prosiguiendo esa misma carretera, cuyo asfalto aparece lleno de boquetes, puede enlazarse con lleva del Puerto de Santa Inés a la laguna.
INFORMACIÓN. Casa del Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión, tel. 975 37 80 31.
DÓNDE COMER
LA CORTE DE LOS PINARES (Vinuesa). hotelesenvinuesa.com. Cocina correcta, casera y tradicional con algún toque innovador. Carnes a la brasa, chuletones, bistecs… Postres caseros.
LA FERRERÍA (Vinuesa). laferreriavinuesa.wix.com. Ambiente tradicional para disfrutar de su carnes a la brasa, platos micológicos, patés y otras recetas tradicionales. En su selección de vinos predomina la D.O. Ribera del Duero. Tienen menús degustación.
VISONTIUM (Vinuesa). Cocina casera típica de la zona con abundantes platos de carne (ternera, buey y cordero). Sopa castellana. Y, en temporada, níscalos y boletus edulis.
TAMBIÉN EN SIEMPRE DE PASO
Sendero de los Abuelos del Bosque (Sierra de Urbión – Soria)
Los pinares de la Sierra de Urbión encierran muchos secretos. Uno de ellos es el sendero señalizado que conduce hasta el Pino Rey, un árbol venerable que reina entre algunos de los árboles más longevos de estos bosques. Te invito a un aromático paseo por el sendero de Los Abuelos del Bosque.
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Imposible leer este blog, llenísimo de anuncios que no te dejan leer el texto ya que saltan cada dos por tres, te cambian la altura por la que vas leyendo o abren otras páginas , una lástima porque el post tenía buena pinta pero ha sido totalmente desesperante.
Lamento muchísimo esa mala experiencia de lectura. No es mi intención. Saludos.