Bosques y setas en torno al embalse de Ruesga
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
No es lo mismo contemplar el embalse de Ruesga desde la terraza del parador de Cervera de Pisuerga con un cafecito en la mano que bajar a darse un garbeo por los caminos que lo circundan. Es mucho mejor lo segundo, si bien después de haber cumplido con lo primero. Es también la mejor manera de hacerse una composición del conjunto. Porque el embalse de Ruesga, que durante el mes de agosto acumula más trasiegos que el paseo marítimo de Benidorm se vuelve con el otoño un lugar apacible, propicio para las meditaciones melancólicas o garbeos montañeros. Incluso es posible una mañana solitaria de domingo entre patos asustadizos, setas, robles venerables y hayas en periodo de muda.
El embalse de Ruesga es un remanso de agua pequeñito pero matón. Lo saben bien los buzos que tienen que acudir al rescate cuando un bañista no calcula bien sus fuerzas o se ve en problemas. Embalsa unos 11 hectómetros cúbicos de agua en 106 hectáreas de superficie y en algunos puntos alcanza una considerable profundidad –hasta 20 metros– con abundancia de algas en su fondo capaces de enredar al más pintado. Es uno de los más pequeños de Castilla y León y también uno de los más veteranos. Fue construido en 1923 con el fin de controlar las avenidas del río Rivera, almacenar agua para regadíos y, junto a otros, poder regular mejor los aportes que precisa el Canal de Castilla para llevar su savia meseta adentro. Muchos le conocen porque, aunque algo a desmano, forma parte –al menos en los folletos- de la llamada Ruta de los Pantanos que pespuntea el sector meridional de la Montaña Palentina.
Lo que no conocen tantos son los frondosos robledales y hayedos que tapizan las laderas del Alto del Sestil (1.321 m), el cono montañoso que se alza en la orilla sur del embalse, justo frente al parador y su terraza. Tampoco que a sus pies, junto a la misma orilla del embalse, pasa uno de los primeros senderos señalizados que se trazaron en España para hacer las delicias de quienes gustan salirse de los caminos trillados enlazando paisajes y vivencias a golpe de calcetín. El GR.1 -en su denominación ya lo deja bien claro- o Sendero Histórico fue uno de los primeros itinerarios pedestres trabajados por la Federación Española de Montañismo. Su objetivo fue unir las orillas del Mediterráneo y el Atlántico a través de un largo paseo interior desde la localidad de Ampurias, en Gerona, con Finisterre, en La Coruña. Por el medio, un montón de kilómetros a través de Cataluña, Aragón, Navarra, Álava, Burgos, Cantabria, Palencia, León y Galicia. O lo que es lo mismo: un Camino de Santiago en línea recta, mucho más trabajoso y solitario que, por pasar, pasa hasta por la misma catedral compostelana.
A la Montaña Palentina la atraviesa de parte a parte, desde el Collado de Somahoz, en Salcedillo, al este, hasta el collado de la Cruz Armada, en Cardaño de Abajo, al oeste, mientras recorre sus cuatro valles más relevantes: Rubagón, Pisuerga, Ribera y Carrión.
Guía para organizar muchos paseos de ida y vuelta por estas lindes, en esta ocasión nos sirve para encarrilar los primeros kilómetros de esta vuelta al embalse de Ruesga.
El paseo
El mejor sitio para dejar el coche está a la entrada de la localidad de Ruesga, antes de cruzar el puente sobre el Ribera. De esta forma se aprovecha la frescura que siempre se tiene en los arranques para tratar de localizar alguna de las estelas romanas que, halladas en el contorno, acabaron empotradas en la fachada de la iglesia. También para recorrer a pie este pequeño pueblo montañés tocado con la fortuna –o con la desdicha- de ver cómo la sobredosis de veraneantes aparece y desaparece igual que los sofocos: de golpe.
Es imposible no ver la pista que, al terminar el pueblo, se encamina hacia el embalse. Tampoco el reguero de infraestructuras, algunas de aire más que achacoso, que sirven a las tropas de veraneantes cuando llegan los calores. De momento, entre unas cosas y otras, basta seguir la pista que circunvala el embalse y en la que son bien visibles los hitos del GR.1. Como unos 30 minutos después de dejar atrás la zona de acampada se abre la posibilidad de elegir hasta cuatro caminos. Será el momento de abandonar la señalización y comenzar el ascenso por el costado occidental del Alto del Sestil. Para ello hay que tomar, en sentido opuesto al horario, el tercer camino empezando a contar desde la misma orilla, una buena pista que comienza en ligero ascenso mientras bordea un pinar de repoblación. Muy poco después el repecho se vuelve rampa aunque por muy poco tiempo. Tras dejar a un costado un cortafuegos este camino desemboca en otro, que se toma hacia la derecha, en descenso. A la vista queda el hermoso bosque mixto –hayedo y robledal- que tapiza esas laderas.
La oportunidad de internarse en él surge unos pocos metros más adelante por un camino que se abre por la izquierda. Es el inicio de un repecho algo duro que al inicio discurre por una pronunciada escorrentía pero que después, cuando surge un desvío por la izquierda que no se toma, vuelve a mostrar su forma de camino carretero. La rampa, que luego se suaviza bastante, es de unos 800 metros y se recorre en unos 30 minutos, hasta llegar a lo alto del collado que presiden unos longevos robles. En ese punto se incorpora por la derecha el buen camino que llega desde la localidad de Ventanilla.
Pero toca ahora iniciar el descenso por la cara opuesta a la que se subió. Para ello se toma la senda que se abre por la izquierda y hacia abajo, antes que otro que aparece señalizado con una flecha blanca. La senda desciende por la espesura del robledal, a la vera de otra marcada escorrentía en forma de trinchera, hasta alcanzar, en unos 10 minutos, el pilón de Praomonte y el coqueto refugio que se alza a su vera. Hasta este punto alcanza una buena pista forestal que en kilómetro y medio y una media hora devuelve a las orillas del embalse.
EN MARCHA. A la localidad de Ruesga se puede acceder desde Cervera de Pisuerga, en el norte montañoso de la provincia de Palencia.
EL PASEO. El rodeo al Alto del Sestil es un paseo no señalizado pero que se inicia siguiendo los hitos del GR.1 en el tramo que une las localidades de Ruesga y Ventanilla. El recorrido total es de unos 10 kilómetros que pueden realizarse en unas tres horas. Dado que no está señalizado, es conveniente contar con algún mapa topográfico de la zona o información GPS. Es un paseo de montaña que, en cualquiera de los casos, requiere un equipo básico, agua, comida y buen calzado. También existe la posibilidad de seguir los hitos del GR.1 entre ambas localidades, en un paseo ameno y sin apenas desnivel.
CROQUIS DEL PASEO
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INFORMACIÓN. Casa del Parque Natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, tel. 979 139 401.