PASEO POR LAS ORILLAS DEL RÍO ADAJA (Valladolid)

El río Adaja a su paso por el puente de Piedra. Matapozuelos. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El río Adaja a su paso por el puente de Piedra. Matapozuelos. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Fácil paseo a pie por las orillas del río Adaja, muy cerca de su confluencia con el río Eresma. Un paraje lleno de encanto y mucha riqueza vegetal y ornítica. Recuerda que reservar tus alojamientos a través de Siempre de Paso me ayuda a generar contenido gratuito para que lo disfrutes.

La vida silvestre bulle en la confluencia del Eresma y el Adaja

Dicen los expertos en vida salvaje que lo más parecido a una selva que uno puede encontrar por estos lares es la ribera de un río al que hayan dejado vivir a su aire. Un paseo por el triángulo mágico que dibujan el Eresma y el Adaja en su confluencia hace pensar que eso es verdad. Y hablamos de la provincia de Valladolid, donde todo o casi todo es llanura cerealista o bosque pinariego.

Confluencia de los río Adaja y Eresma en invierno y primavera. Vídeo: javierprietogallego.com

Pero esos vergeles existen y a menudo dejan tan pasmado que cuesta creer lo que se ve y se oye. Tanto que, a la que te descuidas, puedes llegar a echar de menos un buen machete para abrir senda. Y no es exageración.

A simple vista, los ríos Eresma y Adaja pueden parecer dos más de esas corrientes fluviales que, Duero y Pisuerga aparte, atraviesan la provincia de Valladolid más a trancas que a barrancas, dejando un curso arenoso a su paso y un caudal casi extinto a finales del verano. Las llanuras vallisoletanas ayudan poco al discurrir de los ríos que, sin desniveles importantes por los que dejarse resbalar, acaban culebreando hasta parecer rabos de lagartija sin dueño.

Vegetación en las orillas del río Adaja cerca de su desembocadura. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Vegetación en las orillas del río Adaja cerca de su desembocadura. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Pero el espejismo se hace añicos a poco que uno se arrime a sus vegas. Y más si se presiente la primavera. Es como si todo el muestrario vegetal y animal posible, expulsado de otros horizontes más domesticados, se acurrucara en una faja de vida de pocos metros de ancho y muchos kilómetros de largo. Así como un oasis de vegetación enmarañada se aparecen kilómetros y kilómetros de riberas vallisoletanas en los que todavía es posible empacharse de una animada comunidad faunística.

Para ir por partes, hay que decir que la confluencia de estos dos ríos se localiza 4 kilómetros al noreste de Matapozuelos, y que su interfluvio ya fue aprovechado por habitantes vacceos que fijaron en él residencia, abrazados por las dos corrientes de agua, en tiempos de la Segunda Edad del Hierro. No fueron los últimos ni los únicos: en el lugar donde hoy se levanta la ermita de Sieteiglesias, cuya devoción en la zona se desborda a primeros de septiembre, anduvieron también romanos que dejaron, además de otros vestigios, el pequeño puente que salva el curso del Adaja al pie de la ermita. Casi ahogado por la avalancha de arenas que arrastra el río en su lecho, apenas deja ver sus arcos. Lo que no quita para que sea uno de los pocos restos romanos que puedan catarse a simple vista en la provincia. Formó parte de la calzada tendida por aquellos entre el centro peninsular y el importante nudo de comunicaciones que fue la Septimancas -Simancas- romana. Hoy es también camino de peregrinación desde Madrid hacia Santiago.

Ermita de Sieteiglesias cerca de Valdestillas y Matapozuelos. Camino de Santiago desde Madrid. Provincia de Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Cerca de Valdestillas. Camino de Santiago desde Madrid. Provincia de Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Hasta ese picón entre aguas puede llegarse en coche desde Matapozuelos o Valdestillas, a poco que se pregunte por el camino de Sieteiglesias. Desde Valdestillas basta seguir la calle principal hasta que, después de pasada la iglesia esta se desintegra para acabar transformada en pista de tierra. Basta seguir la señalización del Camino a Santiago de Madrid –en dirección a Madrid, claro- para alcanzar en 4, 4 km el puente de piedra sobre el Adaja. Del otro lado, una apetecible área recreativa, con mesas, buena sombra y barbacoas puede servirnos como “campo base”.

Quien no pueda resistir la tentación de acercarse al punto exacto donde los dos ríos, Eremas y Adaja,  juntan sus aguas, puede intentar alcanzarlo por la orilla derecha del Adaja. No es mucha distancia y es casi imposible hacerlo sin salir marcado por el batallón de arbustos espinosos que cierran filas en torno a ese lugar hasta decir basta. Pero la selva es la selva y es así como se las gasta la maraña cuando quiere evitar mirones. A cambio, se ofrece el disfrute de un ecosistema asilvestrado, húmedo, tomado por los zarzales, rosales silvestres, espinos albares y majuelos; repleto de maderas secas, árboles caídos, troncos, ramas y ramajes arrastrados que en el caos de las crecidas incontroladas forman ahora murallas impenetrables; hiedras que se descuelgan, lianas, suelos enfangados y carrizos prosperando más allá de las orillas. Y todo ello al abrigo de un ejército de álamos, que aquí forman alineados, mientras dejan las orillas para olmos, fresnos o sauces. Tanto y tan variado vergel, a juzgar por el jaleo que se escucha entre las ramas, cobija a una larga variedad de aves que van desde el petirrojo, la oropéndola, lavanderas cascadeñas, cornejas, tórtolas o carriceros hasta milanos o picapinos. A ras de suelo, lo que llama la atención ante tanta cagarruta y escarbadura, es la evidencia de que por aquí los conejos campan más a sus anchas que las plagas enviadas por Yavé.

Río Adaja. Cerca de Valdestillas y Matapozuelos. Camino de Santiago desde Madrid. Provincia de Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

EL PASEO

Otro apetecible paseo de riberas en este mismo lugar, además de la propuesta anterior, consiste en tomar el camino que arranca de las mismas barbacoas ladera y aguas arriba. No está señalizado y no hay un único trazado. Pero la idea es ir recorriendo esta orilla del Adaja sin acercarse en exceso a la orilla aunque teniéndola a la vista casi siempre. Los primeros 2 km discurren por un camino amplio en la linde entre el pinar y la fronda de ribera, sin alejarse en exceso de la orilla, hasta alcanzar un vado de cemento por el que si quisiéramos, y mojándose los pies, es posible cruzar de orilla.

Camino entre los pinos en las orillas del río Adaja. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Pero este paseo prosigue, sin cruzar, aguas arriba todavía un rato más. Ahora por las trochas que corren paralelas a la orilla pero por la parte alta de la ribera. Completamos así otro kilómetro en el que terminaremos, ahora sí, alejándonos del Adaja para comenzar el tornaviaje al llegar a la altura de una nave agrícola. Tras pasar por delante de ella hay que caminar unos metros más hasta enlazar con la pista también agrícola que llega desde la carretera. Es el camino de Siete Iglesias a Olmedo que cogemos hacia la izquierda para iniciar el regreso. Este lo podemos hacer de dos maneras: siguiendo la pista que sin pérdida ni desvíos nos lleva hasta confluir con el Camino a Santiago de Madrid, que tomamos hacia la izquierda, muy cerca ya de la ermita de Sieteiglesias. O tomando el primer desvío hacia la izquierda hasta alcanzar de nuevo la orilla del Adaja para regresar al punto de inicio por los caminos ya conocidos.

En total son unos 5 km tranquilos, amenizados, a buen seguro, por el jaleo pajarero que siempre impera en estas orillas tan asilvestradas.


Camino entre los pinos en las orillas del río Adaja. Valladolid. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

EN MARCHA. Desde Matapozuelos, en la provincia de Valladolid, el camino hacia la ermita de Sieteiglesias, arranca de las piscinas, tomando el brazo derecho en la primera bifurcación. Desde Valdestillas, basta seguir por la calle principal y luego por la pista de tierra tomando el ramal de la izquierda en los sucesivos desvíos.

EL PASEO. Sin señalizar pero sin posibilidad de pérdida. A la ida el río queda a mano derecha y basta seguir los caminos que corren paralelos a la orilla hasta alcanzar la nave agrícola muy cerca ya de la carretera que une Matapozuelos y Mojados. Cinco kilómetros sin desniveles y para cualquier edad. Se pueden hacer en una hora.

EL MAPA DEL RECORRIDO. Descarga el track del recorrido desde Wikiloc.

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1 Comment

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  1. says: Jesus

    Cada día durante julio y agosto hago el camino a primera hora de la mañana de Valdestillas hasta Siete iglesias. Fabuloso y relajante