Un pasillo de frescor, desfiladeros y murallas en torno a Sepúlveda
© Texto, vídeo y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
A veces el olor a chuletillas no deja ver bien el bosque. Otras veces es el atracón de pueblecillos, piedras y miradores el que hace que se llegue a la meta con las piernas cansadas o el tiempo justo. En las visitas a Sepúlveda puede que se dé una conjunción de ambas. Y puede que por eso muchos de quienes se llegan a ella no dejan tiempo suficiente o fuerzas para realizar lo que, sin duda, pondría un broche de oro a cualquier recorrido por la localidad: el paseo por la Senda de los dos ríos, un espectacular pasillo que enlaza las riberas del Duratón y el Caslilla brindando la oportunidad de recorrer el exterior de las murallas y de algunas de las siete puertas que en su día la guardaron de los peligros del mundo. Y todo ello mientras se discurre por el fondo de los vertiginososcantiles que el Duratón –río de conocida destreza en estos menesteres- dibuja a su paso por la localidad.
De hecho, esta población está donde está porque a las tribus arévacas –sus habitantes más antiguos conocidos- les vino bien el resalte rocoso que abrazaban con tanto amor los ríos Duratón –por el este, norte y oeste- y el Caslilla -por el sur-. Los poderosos cantiles que uno y otro marcaban sobre el terreno constituían las murallas naturales que con tanto ahínco buscaban aquellos pobladores de un mundo bárbaro en el que las pedradas podían llegar de cualquier parte en el momento más inesperado. Y así, la población quedaba en medio como una isla de la que resultaba casi imposible entrar o salir sin la debida acreditación.
Como sucedió tantas veces a lo largo de la historia, un lugar tan bien escogido para la defensa tuvo muchos candidatos a quedarse con él. Casi siempre a mamporrazos y, muy especialmente, durante la Edad Media. Es entonces cuando musulmanes y cristianos alternaron su posesión durante varios siglos hasta quedar, por último, en manos cristianas. De aquella época es la muralla que reforzaba las defensas en los puntos donde la geografía se mostraba menos arriscada mientras permitía el paso a través de sus siete puertas. Puertas a las que, al llegar la noche y con toque de campana, se echaba el candado con las siete monumentales llaves que se exponen en una vitrina del Museo de los Fueros.
EL PASEO
Este paseo de entre ríos debe tener su comienzo en el Centrode Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón, ubicado en laiglesia de Santiago. Como siempre, es la mejor forma de ir prevenido sobre el alto valor ecológico del camino a recorrer y evitar también que muchos detalles pasen desapercibidos.
El siguiente paso es dirigirse por la puerta del Azoguejo, la primera del recorrido, hacia el santuario de la Virgen de la Peña. Y aunque en puridad aquí da comienzo el recorrido senderista –junto al panel informativo clavado ante el Cuartel de la Guardia Civil- nada impide continuar con tres prolegómenos de interés: el primero, darse un garbeo por el mirador que hay tras el santuario y comprobar que no tiene nada de metáfora decir que el Duratón recorta con abismos el suelo sobre el que se levanta Sepúlveda; el segundo –optativo-, es bajar las escalinatas que conducen hasta la gruta en la que dícese se apareciera la imagen de la Virgen de la Peña, patrona de Sepúlveda y su Tierra, tras el consabido milagro de perderse durante unos siglos y fosforecer después para que alguien la encuentre; y el tercero –obligatorio-, es deleitarse con el tímpano románico del santuario, sobre la puerta de entrada, en el que se narra la escena del Juicio Final. Profusamente cumplido de figuras humanas y divinas, es el único de sus características en toda la provincia.
La Senda de los dos ríos arranca junto al cuartel –y al cartel- siguiendo los derroteros del Viacrucis de Sepúlveda, caminito de la puerta de la Fuerzamientras se acompaña en paralelo el discurrir del Duratón. Tras recorrer durante unos pocos metros un tramo asfaltado se alcanzan los contrafuertes de la muralla sobre los que se abre la puerta románica que durante la Edad Media daba acceso a los barrios de San Pedro y Santa Eulalia. Por ella se salía y se sigue saliendo hacia el valle de Valdeparaíso, en el fondo del cañón. Y a él se llega en un par de vueltas de zigzags en los que aún se pisan las piedras de una antigua calzada romana.
El Duratón se salta por el puente de Picazos. Y como si fuera el paso a un lejano paraíso de elfos y ninfas así parece que anduviéramos en un lejano lugar apartado del mundo. Tal es la sensación de caminar junto a un río tranquilo y frondoso que se encaja más y más entre paredes que podrían sostener varias catedrales góticas puestas una encima de otra.
Y tanto se encajona el camino que al final tiene que encaramarse a una de las paredes del desfiladero para discurrir sobre una repisa de tierra, mostrando una perspectiva del cañón habitual para un buitre en la buitrera pero no tanto para un caminante con bastón y macuto. Este tramo delicioso, que brinda un montón de oportunidades para detenerse a curiosear aves, plantas y flores finaliza al alcanzar la presa de la fábrica de Luz, esqueleto ahora del ingenio que alumbrara tenuemente las anochecidas de los sepulvedanos y alrededores en los años 20 del siglo pasado. Sin darnos cuenta hemos dejado atrás la confluencia del río Caslilla y hemos alcanzado el puente de Talcano, otra evidencia de calzada romana de cuyo puente original solo ha sobrevivido el ojo que a la vista está. En este punto se enlaza también con la senda que recorre las orillas del Duratón hasta la Cueva de los Siete Altares.
Pero nosotros andamos metidos ya en el retorno hacia Sepúlveda, que se presenta por esta cara con el pintoresquismo que tanto enganchó a Zuloaga. Para ello se pasa junto al aparcamiento, desviándose después hacia la izquierda para bajar hacia el puente de Palmarejos –tan roto y carcomido que da aprensión pisar fuerte- e iniciar el ligero ascenso que lleva hasta los restos de la puerta del Castro. Aunque no lo parezca, porque la muralla ya no está, el sendero sigue después lo que, cuando la hubo, fuera el paseo de ronda.
Y, así, arribamos a la puerta de Duruelo, una de las principales vías de entrada en época medieval, ahora acosada por la maleza, que quiere como taparla, y la carretera, que la ignora como si se avergonzara de ella.
El caso es que en este punto la señalización de la ruta toma las escaleras que hay a la izquierda para cerrar el círculo en el casco urbano de Sepúlveda. Lo que no quita para que, quien tenga ganas de más, traspase esta puerta del olvido y continúe sin cruzar el río al pie de los cantiles del Caslilla. Es el sendero de las viejas huertas, muchas de ellas ya perdidas y alguna cultivada aún con mimo, un camino de malezas y melancolías que, diez minutos más allá, finaliza al alcanzar la antigua carretera de entrada a Sepúlveda.
EN MARCHA. La Senda de los dos ríos es un ameno recorrido señalizado en torno a la localidad segoviana de Sepúlveda.
EL PASEO. Es un recorrido circular con inicio y final junto a la ermita de la Virgen de la Peña, en Sepúlveda. Tiene 5 kilómetros de longitud, con algún repecho pero sin desniveles de importancia. Viene a hacerse en una hora y media y no presenta ninguna dificultad.
CUADERNO INTERPRETATIVO EN PDF de la Senda de los Dos Ríos editada por la Casa del Parque Natural de las Hoces del Duratón.
INFORMACIÓN. Centro de Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón, en Sepúlveda. Tel. 921 54 05 86. Oficina de Turismo de Sepúlveda: Tel. 921 54 02 37. Web: www.sepulveda.es
DÓNDE DORMIR
Aquí te presento algunas sugerencias. Si no te convencen, utiliza el buscador de más abajo.
POSADA DE SAN MILLÁN. Del Vado 12, 40300 Sepúlveda, Segovia. La casa es de estilo rústico y combina la piedra y la madera de forma tradicional. Las habitaciones están situadas alrededor de un patio y su decoración es de estilo clásico. El restaurante tradicional del San Millán sirve cocina castellana local. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/posada-de-san-milla-n.html?aid=884255.
HOSPEDERÍA DE LOS TEMPLARIOS. Plaza de España, 19-20, Sepúlveda, Segovia. Antigua casa parroquial y barbería de Sepúlveda. Tras su rehabilitación se ha logrado un espacio cómodo y confortable , con las últimas tecnologías. Conjunto armónico entre lo antiguo y lo moderno con obras de arte y antigüedades que le dan a cada estancia un toque único y original. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/hospederaa-de-los-templarios.html?aid=884255.
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Y si quieres… puedes escuchar o descargarte el podcast del programa PISTAS que dedicamos a hablar de este paseo en el espacio «AQUÍ EN LA ONDA» de Onda Cero Castilla y León.