© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
En realidad no fue el primer buzo de la historia pero sí el que batió el record de permanencia bajo el agua en su momento: 6o minutos. Y fue, exactamente, el 2 agosto de 1602 en las aguas del Pisuerga. Este arriesgado experimento científico -que ya se había llevado la vida de algún otro buzo por delante- tuvo lugar ante la mirada expectante del rey Felipe III, que asistió al experimento desde una galera en mitad del río, y la muchedumbre agolpada en las orillas, más o menos a la altura del actual puente Colgante, donde se localizan las mayores profundidades del Pisuerga a su paso por Valladolid. El experimento sirvió para ensayar por primera vez en el mundo un modelo de escafandra que tenía renovación continua de aire y para que su inventor patentara, tras el exitoso experimento, el primer equipo de buceo del mundo.

El buzo permaneció sumergido más de una hora hasta que el propio rey pidió que fuera sacado de las aguas para comprobar que se encontraba perfectamente. Una vez en la orilla, el buzo aseguró que podría haber permanecido sumergido mucho más tiempo. El invento era obra de Jerónimo de Ayanz (1553-1613), un polifacético ingeniero navarro que creó más de 50 patentes, entre ellas prototipos de barcas submarinas o diversas máquinas de vapor que los ingleses perfeccionaron 90 años después.