Ni es una isla, ni es negra. Es una bella casa repleta de magia y de juguetes que se yergue descarada ante el frío mar; una de las tres que habitó el poeta. La de ‘Isla Negra’, a 120 kms de la capital chilena, fue el lugar tranquilo que el Premio Nobel y su mujer, Matilde Urrutia, escogieron para escribir y refugiarse entre viaje y viaje. El lugar grisáceo y solitario desde el que pasar los largos y melancólicos inviernos australes, y en el que hoy se encuentran enterrados. La bautizaron ‘negra’ por el color oscuro de las rocas que salpican la costa.
Abierta en medio de un fresco pinar, sobre una ladera ante la playa, es en la actualidad una casa-museo a la que acuden cientos de turistas, viajeros, curiosos y amantes de su obra. Visitarla es adentrarse de lleno en el secreto mundo de su poesía. No en vano sus poemas están llenos de trozos de su casa, y en su casa se palpa el aire etéreo de sus versos.
Neruda fue un insaciable coleccionista, y muchos de sus objetos, recolectados en los más dispares lugares del mundo, abarrotan las distintas habitaciones. Decenas de barquitos encerrados en botellas de cristal, máscaras africanas, instrumentos musicales, estatuas, caracolas… su alma de niño preside cada rincón de ‘Isla Negra’: “El niño que no juega no es un niño -dijo el poeta-, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño”. “He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche”.
Pablo Neruda compró el terreno a finales de 1939 al capitán de navío español Eladio Sobrino cuando sólo era una finca con una pequeña casa de piedra a medio levantar. Desde ese momento fue edificándola como en un juego, sin ningún plan preconcebido y en función de sus necesidades. A su muerte la casa quedó conformada en dos alas que une un arco de piedra. En la norte se encuentra el salón principal. Espacioso, al calor de la chimenea, es el lugar donde instaló, mirando al mar a través de un enorme ventanal, su particular colección de mascarones de barco. ‘La sin nombre’, ‘La María Celeste’, ‘La Marinera de la Rosa’, ‘La Micaela’, santifican la estancia como un tropel de vírgenes pecaminosas que hubieran perdido el habla.
Isla Negra fue cerrada en tiempos de la dictadura. Un cartel colgado en la puerta decía: “Esta casa no se visita”. Sin embargo nadie pudo evitar que las verjas de madera que rodean la propiedad se convirtieran en un libro abierto que terminó por llenarse de pintadas, poemas, gritos de libertad y efigies del Che.
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[El domingo 8 de abril de 2013 se ha llevado a cabo la exhumación del cadáver del poeta chileno y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda. Un juez y doce peritos investigan, 40 años después de su muerte, ocurrida el 23 de septiembre de 1973, si esta se produjo como consecuencia del cáncer de próstata que padecía en aquel momento o si hubo en ella intervención de la dictadura militar. La sospecha de que el poeta fue asesinado por la dictadura chilena, que había provocado un golpe militar tres meses antes, siempre planeó sobre el caso pero es ahora, tras las declaraciones de un antiguo conductor suyo, cuando la justicia chilena ha decidido investigar a fondo las circunstancias concretas de su muerte.
En esas declaraciones, realizadas a la revista mexicana Proceso, el conductor ha afirmado: “Después del 11 de septiembre, el poeta iba a exiliarse a México junto a su esposa Matilde. El plan era derrocar al tirano desde el extranjero en menos de tres meses. Le iba a pedir ayuda al mundo para echar a Pinochet. Pero antes de que tomara el avión, aprovechando que estaba ingresado en una clínica, le pusieron una inyección letal en el estómago”, tal y como señala el periódico EL PAÍS.]
Isla Negra se localiza en la orilla del Pacífico, a 100 kilómetros de Santiago de Chile.
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Qué bien!! Me alegro. Coincidimos también en gustos poéticos -la poesía y la fotografía son dos artes que, a veces, van de la mano-. Un abrazo.
Mgnífico reportaje sobre mi poeta preferido, Pablo Neruda. Un abrazo.