© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Un trozo de tela oriental con más de 2.000 años de antigüedad y una larga historia aún por aclarar: es el Mantel de la Última Cena, una de las piezas estrella del Museo de la Catedral de Coria.
Hace ya muchos años que la ciencia anda tras la tarea de aportar pruebas concluyentes que permitan asegurar, sin sombra de duda, que ese trozo de tela es el que cubrió la mesa sobre la que tuvo lugar la última de cena de Cristo. Todavía están en ello. En el camino han venido a descubrir que, muy posiblemente, no fuera ese el único trozo de tela sobre la mesa. También se habla de que la Sábana Santa de Turín asistió al banquete.
Las investigaciones están llevándose a cabo desde 2006 por John Jackson, de la Turin Shroud Center de Colorado y exmiembro de la Nasa, y su esposa Rebecca, experta en judaísmo. Ambos sostienen que, siguiendo la tradición judaica de la Pascua, lo normal era colocar un primer mantel, el conservado en Coria, sobre el que se depositaban los alimentos y una segunda tela sobre ellos para evitar que cayera arena o que fueran contaminados por insectos, la Sábana Santa. Ambas telas son de dimensiones similares y de lino puro, las medidas de 4,32 por 0,90 metros del Sagrado Mantel son muy parecidas a las de la Sábana Santa de 4,37 por 1,11 metros aproximadamente y en los dos casos la trama de la tela está torsionada en ‘Z’.
Es en el siglo XV cuando aparece la primera referencia a la reliquia del mantel en la catedral de Coria, adquiriendo una enorme popularidad entre los siglo XV al XVIII, en los que llegaban a registrarse hasta 20.000 peregrinos mostrando su veneración a la tela. Tanto es así que, además de tener que construir una nueva catedral porque la anterior se quedó pequeña, fue necesario abrir un balcón al exterior desde el que mostrar la reliquia a todos los peregrinos. Finalmente, en el siglo XVIII, se decidió protegerla guardándola en la arqueta de plata en la que muestra hoy en el Museo de la Catedral.
La catedral
La poderosa catedral de Coria se eleva en el costado meridional del casco histórico. Este bello edificio sustituyó a la vieja catedral medieval cuando, en 1498, el obispo Pedro Ximénez de Préxamo encarga el nuevo edificio, que se levantaría a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. En 1748 se culmina la obra con el remate de la torre diseñado por Manuel de Lara y Churriguera. Se la dota así de característicos pináculos y balaustradas que no tardarían en venirse abajo, junto con la torre, como consecuencia del terremoto de Lisboa acaecido el 1 de noviembre de 1755. Poco después el cabildo y el maestro García Quiñones se afanaron en reparar los desperfectos aproximándose bastante al resultado anterior.
El templo es un valioso edificio de estilo gótico renacentista en el que se aprecia el sello personal del maestro Pedro de Ybarra en su fachada septentrional, la sacristía, el cerramiento del coro y la decoración del tramo de los pies. La impronta renacentista se aprecia, sobre todo, en la fachada principal y en su dos bellas portadas. La del Perdón es la más monumental. Fue diseñada por Pedro de Ybarra como si se tratara de un retablo dedicado a la Anunciación, Nacimiento, Adoración y Epifanía que rematan los bustos de San Pedro y San Pablo. La puerta del Evangelio, la más antigua, al norte, es obra del gótico final y fue realizada por Martín de Solórzano. Junto a ella se sitúa el balcón de Las Reliquias, desde el que en el pasado se mostraba el Mantel de la Sagrada Cena, reliquia que se conserva en el Museo Catedralicio.
En el interior resulta memorable su retablo Mayor, con abundancia de figuras entre las que destacan las de la Asunción y la Piedad. El coro, con una bella sillería de nogal de los siglos XV y XVI, aparece cerrado por una reja realizada en 1508. Otros rincones destacados son la sacristía y la capilla de los Maldonado. Todo el templo está salpicado de valiosas obras de arte, pero destacan especialmente las pinturas de José de Mera o los sepulcros de los obispos Ximénez de Préxamo y García de Galarza. Valiosos son los dos órganos de principios del XIX.
El claustro es la parte más antigua de la catedral y se sospecha que se levanta sobre el lugar que ocupara la antigua mezquita musulmana. El Museo Catedralicio contiene una completa muestra de arte sacro, reliquias, colecciones de pintura, orfebrería y tallas notables, como la del Virgen realizada por Lucas Mitata.
DATOS PRÁCTICOS
MUSEO DE LA CATEDRAL DE CORIA. Pza. de la Catedral, s/n, CORIA. Tel. 927 50 39 60.