Piscinas cerca del cielo
Las Calderas, un espectacular paisaje de callejones y pozas cristalinas en lo más alto de la sierra de Neila
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Hasta el desfiladero de Las Calderas sólo se puede llegar a pie tras una marcha montañera de las de parar cada poco para recuperar resuello. Pero sudores y resoplidos quedan de sobra recompensados ante el singular espectáculo natural que se descubre en uno de los pliegues más aislados de la vertiente sudoccidental de la burgalesa sierra de Neila. Allí, entre los 1.800 y 1.600 metros de altitud, las suaves laderas de la sierra se rasgan en mil pedazos para dibujar sobre el terreno dos kilómetros de callejones, desfiladeros, paredones, cornisas y pedruscos gigantescos jugando a hacer equilibrios imposibles. Es como una cicatriz enorme producida por un hachazo
divino.
Para los geólogos, la explicación tiene mucho más que ver con la naturaleza maleable de las rocas cuarcíticas que conforman esta vertiente serrana y, en especial, las que ha conseguido doblegar a su manera el humilde pero tenaz cauce del arroyo Palazuelo, hacedor, a la postre, de tanta cárcava fresca como se descubre en esta cicatriz natural. Por supuesto, las duras condiciones climáticas de la zona, la altitud y el frío, especialmente, convierten el hielo en un cincel tan poderoso como para abrir en canal el más testarudo de los granitos. A esta acción poderosa y aleatoria responde el impactante paisaje de gigantescos bolos que orlan las dos vertientes del cauce, grandes mamotretos pétreos dispersos por las laderas, unos encima de otros, amontonados en canchales o superpuestos en pintorescos equilibrios, como los granos de azúcar de un mantel sin sacudir.
Por supuesto, la guinda de este pastel paisajístico la constituye el reguero de pequeñas pozas que se descubren entre los paredones del barranco alimentadas por el empuje del arroyo en su descenso hacia cotas más bajas. Son las marmitas naturales que, entre cascada y cascada, otorgan el nombre de Las Calderas a este singular paraje burgalés.
El acceso más frecuente hasta ellas exige alcanzar antes el no menos maravilloso paisaje de lagunas glaciares que conforman las lagunas de Neila. La misma carretera que comunica Quintanar de la Sierra con la localidad de Neila ofrece un desvío hasta ellas al coronar el puerto de El Collado. Las posibilidades de acceso hasta las lagunas está regulado con barreras en función de la época del año. Normalmente es posible acceder en coche hasta el aparcamiento situado un poco más arriba del mirador de San Francisco. En ese punto comienza la aproximación a pie que lleva, en unos 500 metros, hasta la laguna Larga. Continuando por el sendero que lleva hacia la conocida como laguna Negra de Neila se alcanza el desvío que indica el acceso al paraje de Las Calderas a través de la lengua de tierra que separa ambas lagunas. Al final de este dique natural se sitúa un desvencijado refugio de montaña. Desde él parte la trocha que, marcada con hitos de piedra, trepa hacia lo alto dibujando una diagonal sobre las paredes del circo que rodea a la laguna Negra.
En algo más de media hora se alcanza la arista del circo en un punto coronado por un hito de mayor tamaño y un mojón marcado con el número 114. Hacia el oeste la arista se eleva hasta alcanzar los 2.049 metros del pico Campiña.
Pero el paseo hacia las calderas desciende desde el hito en sentido suroeste hacia la depresión que se aprecia perfectamente. Es el arranque del cauce del arroyo del Palazuelo que, un poco más abajo, realiza la transformación prodigiosa. No hay camino apreciable y la forma de alcanzar las Calderas es seguir el reguero de hitos manteniéndose siempre a la izquierda del cauce. Una hora después de iniciado el descenso se alcanza la parte más abrupta del desfiladero. Recorrerlo por su parte más honda requiere prudencia y cierta práctica para avistar los hitos que indican los mejores pasos.
EN MARCHA. El acceso hasta las lagunas de Neila se realiza por la carretera que une Quintanar de la Sierra y Neila.
EL PASEO. Sin señalizar, exige cierta práctica montañera y una jornada completa para realizarlo sin apuros. El paseo discurre por una zona de media montaña con muy pocas sombras donde el sol, la niebla, la lluvia o la nieve pueden convertirse en un serio problema. El esfuerzo y la sudoración hacen recomendable llevar una buena provisión de agua potable. El paseo por el fondo del desfiladero implica encarar algún paso difícil sobre las rocas, incluso llegar a callejones sin salida que obligan a hacer equilibrios o retroceder. Para el regreso hay que calcular el doble de tiempo, dado que la mayor parte se realiza cuesta arriba.
INFORMACIÓN. Espacio natural Lagunas Glaciares de Neila.
con mis setenta años ayer pase un día memorable con mis amigos del gras.en las calderas de Neila.
Día lluvioso en el regreso y allí suele llover de verás,por una ruta desconocida para la espedición que nos sacó al hito de la campiña 2049 metros.
Hubo Baño en una de las calderas y un buen vino de la ribera del Duero arandino.
Al final del día una buena paella en la calabaza nos reconfortó del esfuerzo realizado
Bueno, qué aventura. Las Calderas con lluvia son una cosa muy seria por el riesgo de rebalones. Me alegro de que lo pasarais y bien y que lo compartáis aquí. Saludos.
Que recuerdos!!!
Justo antes de tener al peque hicimos una ruta parecida e hicimos noche en Neila, a ver si crece el enano y volvemos.
Excelente entrada, mis felicitaciones Javier.
¡Muchas gracias! Me alegra mucho que te haya traído buenos recuerdos. Saludos.
Me sorprendió esta entrada aunque no fuera lo que andaba buscando. No conocía el asunto, y eso que frecuento bastante la zona. Me pasaré este mismo finde si tengo la posibilidad.
Gracias por la info!!!
Un saludo,
Roberto
Bueno, me alegro. Es un paisaje de callejones y pozas realmente sorprendente. Seguro que lo disfrutas. Ya contarás. Saludos.