Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
Alburquerque fue una disputada plaza fuerte durante siglos. A un paso de la frontera con Portugal, despertó tantas veces la codicia de unos y de otros que, de tanto encastillarse, terminó por poseer una de las fortalezas medievales más impresionantes de la Península. Y no es la única de un viaje que, además de castillos, descubre entre la inmensidad de unas dehesas famosas por su producción de corcho una desconcertante concentración de monumentos megalíticos cuyo significado o forma de construirse aún está por explicar.
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En las estribaciones de la Sierra de San Pedro, sobre un cerro rocoso y rodeada por un mar de encinas y alcornoques, se eleva sobre el horizonte la localidad pacense de Alburquerque. A la vista de lo que tiene alrededor, sobrecoge pensar que después de tantos siglos y avatares su topónimo se ajuste tanto a la realidad como cuando los árabes decidieron bautizarla como Abu-al Qrq, el país de los alcornoques.
Y es que, a la sombra de su poderoso castillo, Alburquerque estuvo desde bien antiguo en todos los fregados posibles, siempre relacionados con el dibujo de fronteras y reinos. Su estratégica posición hizo que entre 1166 y 1218 pasara en sucesivas ocasiones de manos árabes a cristianas hasta su conquista definitiva por el rey Alfonso IX. Comienza entonces uno de sus periodos de mayor apogeo de la mano de algunos de los más linajudos miembros de la nobleza castellana, como Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, o, más tarde, Álvaro de Luna. Andando el tiempo, Alburquerque formará parte de las disputas territoriales entre España y Portugal, quedando bajo dominio portugués entre 1705 y 1715.
Así las cosas, no es de extrañar que entre tanto conflicto y pelea esta plaza acabara convertida en una formidable fortificación coronada por el castillo que despunta en lo más alto y protegida tras el cincho amurallado de sus cuatro defensas escalonadas.
Alburquerque
Y como tal, la estructura urbana de Alburquerque responde a la de una población crecida al amparo de un castillo roquero, con calles en cuesta y tan apretadas como lo permitía el espacio disponible. De hecho, el callejero –y el callejeo- se divide en dos zonas bien diferenciadas: “Villa Adentro” y Villa Afuera”. Así de claro se señala la parte que quedó tras las murallas y la que, pasados los siglos de disputas más enconadas, se expandió sin notar ya en el cogote la presión de las murallas.
Ni que decir tiene que su “Villa Adentro”, también conocido como “Barrio Gótico”, es la que mejor ha conservado sus esencias medievales. Tanto que si la visita coincide con el Festival Medieval que tiene lugar a mediados de agosto, en el que todo parece como preparado para rodar un capítulo de Juego de Tronos, uno se cree auténticamente trasladado en el tiempo. El acceso se realiza por la Puerta de la Villa, frente a la iglesia de San Mateo. Ahí arranca la calle Derecha, artería principal del casco histórico que une las puertas de la Villa y de Valencia, al otro extremo. A ella se asoma una nutrida colección de portadas ojivales que dan nombre al barrio, algunas prácticamente del momento de la Reconquista –la del número 15 fue sinagoga-. Merece la pena resistir la inercia de subir directos hacia el castillo y curiosear también las bellas portadas que se asoman a la calle Vinteños o la calle Pozo. En la última revuelta antes de alcanzar la fortaleza aparece la iglesia de Santa María del Mercado, frente a cuya puerta se colocaban los puestos de venta y ahora, en Semana Santa, tienen lugar algunas de las escenas principales de la Pasión Viviente.
Cumplida la visita al castillo –unos 45 minutos- , que se organiza desde la Oficina de Turismo, queda aún el garbeo por la “Villa Afuera”, en la que destacan algunas casas señoriales, notables edificios religiosos como la iglesia de San Mateo, la de San Francisco o el Santuario de Nuestra Señora de Carrión, patrona de Alburquerque.
Mucho interés tienen las pinturas rupestres descubiertas en un abrigo del Risco de San Blas, en las afueras de la localidad.
Castillos
Como también lo tiene dedicarse a explorar algunos de los rincones que esconde el inmenso paisaje adehesado de los alrededores. Sin duda el más llamativo es el risco sobre el que se alza el castillo de Azagala. En un alto sobre el embalse de la Peña del Águila, despunta sobre el manto verde que hace de la Sierra de San Pedro uno de los ecosistemas de corte mediterráneo mejor conservados de la Península. El castillo, en alarmante estado de descomposición, brinda todavía una magnífica estampa que retrotrae de inmediato a los agitados tiempos de la Reconquista. Aunque es de propiedad privada, nada impide acercarse a contemplarlo, si bien, desaparecida la señalización que llevaba hasta a él a través de las dehesas, lo mejor es preguntar en la Oficina de Turismo.
Otro monumento vetusto, este vivo aún y no muy lejos del castillo de Azagala, es el alcornoque “El abuelo”, Árbol Singular de Extremadura al que se le estiman unos 350 años. Se puede llegar andando en unos 7 kilómetros siguiendo las indicaciones del sendero PR-CC 99 o en coche hasta un kilómetro antes de su emplazamiento.
La ruina galopante del castillo de Azagala contrasta con el perfecto estado de revista que presenta el de Piedrabuena, otro castillo no muy lejano y levantado entre dehesas que ejerce hoy de idílico escenario en el que se celebran eventos, bodas y banquetes. Se alcanza por un desvío de la EX-324 que une Alburquerque y Herreruela. La cuarta fortaleza que puede verse en estos contornos, ésta ya en ruina total, es la de Mayorga. Un espolón de la enriscada Sierra de Mayorga, con unas espectaculares vistas de todo el entorno, sujeta las últimas piedras de la fortaleza que, junto a las de Piedrabuena y Azagala, formó parte del conjunto defensivo de la Orden de Alcántara en la línea norte del Guadiana.
Un poco más al norte, San Vicente de Alcántara está considerada “la capital de corcho” extremeño, tal es la abundancia de alcornocales y empresas de transformación en el municipio. Mucho de esta industria y del ecosistema que la sostiene se aprende en el Centro de Interpretación de la Naturaleza “Alas” y el Museo del Corcho.
Y ponemos fin a este viaje en la vecina Valencia de Alcántara con un paseo por su extraordinario barrio gótico-judío, que recuerda mucho al de Alburquerque, y visitando el Centro de Interpretación. Valencia cuenta con la mayor judería de la provincia de Cáceres, 19 callejuelas y un total de 200 portadas ojivales. Merece la pena realizar el itinerario autoguiado que señala los rincones más interesantes del casco histórico entre los que se incluyen la antigua sinagoga, la iglesia de Rocamador y, en lo alto, el castillo.
NO DEJES DE… VISITAR EL DOLMEN DE LOS MELLIZOS. El entorno de Valencia de Alcántara atesora una de las mayores concentraciones de dólmenes de la Península. Uno de los mejor conservados es el de Los Mellizos. Desde Aceña de la Borrega parte la pista de tierra que lleva en 1,5 km hasta la señal que indica los dólmenes Cajirón I y II. En ese punto sale un camino hacia la izquierda por el que se llega en 300 m hasta un nuevo cruce donde otra vereda, que bordea una valla, acerca al dolmen. Retrocediendo en coche hasta el cruce anterior, en 1 km más, se encuentran los dólmenes mencionados en la señalización.
CUÁNDO IR. La primavera, con sus temperaturas suaves y la explosión floral, es un momento estupendo para recorrer las dehesas de quejigo y alcornoques. A mediados de agosto tiene lugar en Alburquerque la Feria Medieval en la que se recrean usos y costumbres de la época con la participación de una buena parte de los vecinos ataviados en consonancia. En Semana Santa destaca también la celebración de la Pasión Viviente a las puertas del castillo.
CÓMO LLEGAR. La EX-110 conecta en 45 kilómetros Badajoz y Alburquerque.
QUÉ VER
ALBURQUERQUE [Oficina de Turismo, tel. 924 40 12 02]. Las visitas –gratuitas- al castillo se realizan a través de la Oficina de Turismo. Además de unas espléndidas vistas del entorno, el recorrido muestra al visitante rincones como la plaza de armas, la capilla de Santa María del Castillo, la torre de los Cinco Picos y, sobre todo, la Torre del Homenaje, a la que se accede desde un arco ojival de diez metros de altura, en cuyo extremo se halla un puente levadizo.
ALCORNOQUE “EL ABUELO”. Hay que salir de Alburquerque por la calle San Antón, junto a la plaza de toros, e inmediatamente desviarse a la derecha por una pista asfaltada. A 3 km surge la pista de tierra señalizada por la que se llega a pie en 1 km más hasta su emplazamiento. 300 metros más adelante hay que tomar el ramal de la izquierda y seguir de frente. Tiene un perímetro de unos 5,5 metros y una altura de unos 15 metros. Muy cerca se encuentran las ruinas de una vieja casa y un par de tumbas excavadas en roca que indican la posible existencia de una necrópolis altomedieval.
CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA SIERRA DE SAN PEDRO ‘ALAS’ [San Vicente de Alcántara, plaza de Joaquín Salgado. Tel. 924 410 945]. Centro expositivo que acerca a la variedad y riqueza del ecosistema que atesora la Sierra de San Pedro.
MUSEO DEL CORCHO [San Vicente de Alcántara, Avda. Juan Carlos I. Tel. 924 410 945]. Muestra la historia y la importancia que esta industria tiene para la localidad y su entorno.
CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE VALENCIA DE ALCÁNTARA [Marqués de la Conquista, 3. Tel. 927 58 00 90]. En una casa solariega del s. XVI, en pleno Barrio Gótico, realiza un recorrido por la historia de la villa y sus recursos turísticos más interesante a través de sus salas. Gratis.
DÓNDE DORMIR
LA TIERRA ROJA [Aliseda, latierraroja.com/casa]. Seis habitaciones llenas encanto, antigüedades y detalles que enamoran en una casa del siglo XIX. Ambiente exquisito.
APARTAMENTOS TURÍSTICOS “LOS ALISOS” [Aliseda, los-alisos.es]. Complejo de apartamentos de diferentes capacidades. Bien equipados y mucha independencia.
FINCA EL CORTIÑAL [Valencia de Alcántara, fincaelcortinal.com]. Espectacular alojamiento en medio de las dehesas, con todo el confort –piscina y spa incluidos- y detalles de buen gusto.
DÓNDE COMER
EL FOGÓN DE SANTA MARÍA [Alburquerque, tel.660 031 300].
A los pies del Castillo de Luna, en el corazón medieval de Alburquerque. Cocina tradicional y de autor. Su plato más conocido son los huevos al cajón, plato tradicional y original con el sabor de huevos y jamón.
RESTAURANTE CASTILLO DE LUNA [Alburquerque, hotelcastillodeluna.com]. Migas de pastor, carnes ibéricas y platos de caza.
RESTAURANTE EL CONVENTO [San Pedro de los Majarretes, hrelconvento.com]. Comida tradicional y especialidades en asados y elaboraciones de caza.
MÁS INFORMACIÓN. alburquerque.es. Oficina de Turismo de Valencia de Alcántara: Plaza Gregorio Bravo, tel. 927 58 21 84.
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