En un lugar de… Sanabria
Paseo a pie en torno a la localidad de Cervantes, posible lugar de nacimiento del escritor del «Quijote»
© Texto, vídeo y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGOHace ya muchos años que el profesor Leandro Rodríguez, sanabrés de pro y catedrático emérito de la Universidad de Ginebra, entre otras muchas cosas, batalla contra los molinos de viento que sostienen la teoría académica de que el Cervantesuniversal nació en Alcalá de Henares y que su «Quijote» discurre, sí o sí, por tierras manchegas. Así se aprende en el colegio y así quedan fijadas en la memoria las primeras noticias que uno tiene del ingenioso hidalgo cuando se es niño.
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Por eso cuesta tanto luego cambiarle el escenario al lugar de trote por el que discurren sus venturas y desventuras. Pero el caso es que don Leandro se ha pasado la vida empeñado en demostrar que el verdadero escritor del «Quijote» fue un don Miguel nacido en la aldea sanabresa de Cervantesy que los escenarios por los que discurre su inmortal obra son, en realidad, parajes reales de la comarca de Sanabria que el escritor conoció de joven y que describe con quisquillosa exactitud. Para Leandro, que ha dedicado una veintena de libros y multitud de conferencias y ponencias a defender su tesis, el gran embrollo viene del hecho de que el Cervantes sanabrés provendría de una familia judía conversa -manchada, por tanto, en el lenguaje de su época-, con la necesidad de disimular en lo posible un pasado que, de saberse, pondría a la familia en manos de la mismísima Inquisición. También ha ayudado -al embrollo- la casualidad de otro Miguel de Cervantes nacido en Alcalá de Henares en 1547, considerado, hasta ahora, nuestro universal autor.
Sin embargo, el verdadero autor del «Quijote» habría jugado intencionadamente al equívoco: «En un lugar de La Mancha» sería así una alusión genial -a la par que solapada y orgullosa- a su condición de «manchado», judío converso, y no geográfica. De ahí en adelante, un sin fin de datos avalan la tesis del catedrático sanabrés en número tan abrumador que, al final, hacen tambalear, al menos, las convicciones contrarias más firmes. Si uno borra de la mente las llanuras manchegas y los molinos de Campo de Criptana, y relee de nuevo el «Quijote» empiezan a encajarle las piezas de otra forma. Muchos de los lugares que describe Cervantes se ajustan a escenarios existentes en el entorno sanabrés. La teoría del «Quijote» en Sanabria deja de ser, al menos, descabellada.
Y tampoco nueva: ya en 1885 el rector de la Universidad de Valladolid, Lorenzo de Prada, natural de Cervantes, disertó sobre el tema en su discurso de apertura del curso. Tampoco es nueva ni original la teoría del origen judío de Cervantes y han sido muchos los estudiosos que corriendo tras la pista de un Cervantes converso han visto reflejadas, en muchos episodios, cuentos y sentencias del libro, conexiones con las enseñanzas del Talmud, por ejemplo.
Entre tanta avalancha de casualidades y coincidencias no es menor que exista en Sanabria una localidad, pequeña y apenas conocida, con el nombre deCervantes. Y que, precisamente en ella, encontremos un caserón -destartalado y a punto del derrumbe más indolente, eso sí-, con rasgos constructivos que podrían situarlo en torno al siglo XVI. Y que dé la casualidad de que, quienes por allí viven, durante generaciones hayan aludido a ella como «la casa del escritor». No hay papel en el que ponga que esa casa perteneciera a la familia de Cervantes, ni que fuera, precisamente esa, la que pudo habitar don Miguel pero ya es puntería que coincidan ambas circunstancias. Como lo es, también, la abundancia de un apellido, Saavedra, que se da por estos lares tanto como los castaños. Basta un curiosa ojeada al cementerio de la localidad de Santa Colomba para dar fe.
Con todo esto, y mucho más, ya hace años que se sembró la comarca con un reguero de carteles en los que se daba cuenta de los lugares que, siguiendo los estudios de Leandro Rodríguez, se podrían identificar con pasajes del «Quijote». Y con todo esto y mucho más retumbando en la mollera nosotros partimos hoy para dar un corto paseo a pie en torno a la localidad de Cervantes, sin más ansia de aventura que el de sumergirnos, una vez más, en un paisaje al que creemos muy muy capaz de hacer perder la cordura al más pintado caballero.
Tiene este paseo circular, ocho fáciles kilómetros sin apenas desniveles, principio y final en la localidad sanabresa de Robleda, que apunta con su topónimo acerca de la masa forestal predominante en la zona: el robledal, más en concreto de quercus pyrenaica, que aparece combinado en muchas áreas con castaños de plantación agrupados en rodales o mezclados con el robledal. Dada la monumentalidad que alcanzan por aquí algunos de estos castaños -varios de ellos nos aguardan a lo largo del paseo-, lo raro es que el «Quijote» sanabrés no viera en ellos enemigos de armas tomar: a nosotros nos parecen gigantes mucho más fieros que mil molinos en cuadrilla.
El paseo se arranca por la carretera de Robleda hacia El Puente para tomar, a unos trescientos metros del pueblo, el primer camino que se abre por la cuneta derecha. Es el camino que lleva sin pérdida, entre castaños, en ligero ascenso y en algo menos de un 1 km hasta la localidad de Cervantes. Al conectar con la carretera que lo recorre, casi a la altura de la iglesia, el paseo tuerce a la derecha para pasar enseguida ante la «casa del escritor»,caserón desvencijado y a punto de venirse al suelo que quizás merecería algo de misericordia y un poco más de dignidad por el mero hecho de alojar entre sus muros la sospecha de haber sido morada del más genial de nuestros inventores de historias. La puerta, empequeñecida a fuerza de asfaltados sin cabeza, no da la talla de su verdadera elegancia.
Pero no es el único punto de interés en Cervantes. Como en el resto de los poblaciones por las que se corre el paseo, los detalles de una arquitectura tradicional poco corrompida adoban esta inmersión en el paisaje sanabrés. Dejando atrás la «casa del escritor» hay que tomar la primera calle hacia la izquierda, llegar hasta la fuente y, hacia arriba, salir por la calle de la izquierda para enlazar con la pista asfaltada que comunica Cervantes con San Juan de la Cuesta.
A esta última se entra a la altura de su cementerio y por esa misma calle se desciende hacia la iglesia, que se pasa por su ábside. Sin tomar desvíos y hacia abajo la calle se transforma en un camino que discurre, al principio, entre prados y longevos castaños y, poco después, encajonado entre altos taludes tras los que se intuyen prados y castañares.
Al alcanzar la carretera que lleva hacia El Puente hay que tomarla hacia la derecha y abandonarla 400 metros más adelante por el primer camino que se abra a la izquierda. Es el que conduce hasta la ermita de San Pelayo. Desde la ermita el paseo prosigue atravesando un bello paisaje adehesado de praderas y rebollares hacia Sampil, siempre por el camino más marcado y tomando el brazo izquierdo en una bifurcación 900 metros después de abandonar la ermita.
En Sampil hay que abandonar el asfalto casi al comienzo del pueblo por un camino que nace al lado izquierdo, antes de alcanzar la fuente del Canto. Es el enlace que desemboca en la carretera que, tomada hacia la izquierda, lleva en unos 1.800 metros hasta el punto de partida.
Y, antes o después de este garbeo cervantino-sanabrés, dos recomendaciones: una es seguir en coche los carteles que guían, a través de San Juan de la Cuesta, hacia «el repetidor». Son las antenas que despuntan desde el cerro de San Juan (1.419 m), un magnífico y ventilado oteadero desde el que se disfruta una de las mejores panorámicas de toda Sanabria. La segunda recomendación es localizar el punto de acceso, a 500 metros de Ferreros en dirección a Palacios, al castro de Santo Toribio, habitado entre I a.C. y el IV d.C. y dedicado especialmente a la actividad metalúrgica.
EN MARCHA. A Robleda puede llegarse por un desvío de la N-525 cerca de Palacios de Sanabria.
EL PASEO. Ochos kilómetros sin señalizar pero de fácil realización si se sigue la descripción del itinerario. Enlaza las localidades de Robleda, Cervantes, San Juan de la Cuesta, Sampil y Robleda. Puede hacerse en unas 2 horas. Se localiza más información y tracks para el GPS en www.sanabriacarballeda.com.
Mapa de la zona
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Muchas gracias por tus aportaciones. Las tendré en cuenta. Y, sin duda, hay muchas más. La verdad es que es un tema de los más curioso y extraño a la vez. Pero, en cualquier caso, muy estimulante. Gracias por participar.
Por error he publicado el comentario sin despedirme y felicitarle por la entrada. Le pido disculpas.
Saludos.
Al margen de lo que vd. comenta, varias «casualidades» más:
– «EL ES EN SANABRYA» se extrae de los sonetos y redondillas del final de la primera parte.
– La imprenta donde se imprime en Madrid el primer Quijote se llama «San Juan de la Cuesta», que también es casualidad que sea el pueblo de al lado de Cervantes.
– En Santa Colomba, a parte de muchos Saavedra, existe el prado de Montesinos y la Aldonza.
– Ya en 1622, López de Haro situa el solar de los Cervantes en la villa de Cervantes en Sanabria.
A Javier prieto….quiero aclarar que la ermita en Cervantes de Sanabria se denomina «San marcial»….restaurada por la asociación cultural «Cervantes de Sanabria» en 2016
Muchas gracias, Miguel. ¿Te refieres a la que en la puerta tiene un cartel que pone San Pelayo?