La isla imperial
Las riberas del Eresma brindan un paseo fluvial entre Coca y Pedrajas de San Esteban
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
De puente a puente: a la localidad segoviana de Coca sólo se entra y se sale cruzando ríos. Ubicada en el medio del abrazo arenoso que se tejen el Voltoya, el Eresma y el arroyo Balisa debe a esta condición de isla entre ríos el valor estratégico que la convertía en una especie de fortaleza natural bien blindada por el tajo profundo de unas riberas que, a falta de cocodrilos, ofrecían a los atacantes el entretenimiento necesario como para que los defensores tomaran su propia ventaja.
Hoy por hoy, lo que brindan esos fosos naturales es una barrera de frescor que se convierte en divina cuando el calor de los pinares en agosto reseca hasta el canto de las chicharras. Aunque los caudales de estos ríos hace tiempo que no son ni sombra de lo que fueron, el cinturón de choperas, fresnos y álamos que sombrean estos tajos justo cuando más falta hace son un lujo natural que los vecinos disfrutan sabiendo que vale su peso en oro.
Tal situación estratégica no impidió, sin embargo, que en el año 151 a.C. los ejércitos de Roma pasaran a cuchillo a la población vaccea que la habitaba. Andando el tiempo, no mucho, la rehabilitación del enclave, ya domesticado por el Imperio, desembocará en una prosperidad notable de la que fueron impulsores diversas familias aristocráticas romanas con poderosas explotaciones agrícolas en la zona. En una de ellas vendría al mundo, en torno al 335, Flavius Theodosius, emperador de Roma entre los años 379 y 395, y conocido por la posteridad como Teodosio el Grande. No es el único hijo ilustre del que se enorgullece la plaza. En el año 1903 nace en la villa Cándido López Sanz, Cándido, a secas también para la posteridad, emperador indiscutible de la mesonería segoviana en la que alcanzó el grado de Mesonero Mayor de Castilla.
El periplo histórico artístico por el interior de la localidad, prólogo desde el que arrancar un posterior paseo de riberas pinariegas hacia la población vallisoletana de Pedrajas de San Esteban, es tan denso como la mancha de pinares que se interpone entre ambos lugares. Para empezar está el castillo, joya entre las joyas de la albañilería mudéjar. Tan elegante por fuera como misterioso por dentro, fue levantado por iniciativa del arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca. Levantada a fuerza de ladrillo y argamasa, de ingenio, fantasía y sensibilidad se halla rodeada, a su vez, por un imponente foso. Su interior, dispuesto en torno a un patio renacentista, debió resultar en el pasado suntuoso y magnífico, lleno de mármoles y ricos detalles ornamentales. Todo ello se perdió a principios del XIX y hoy acoge la Escuela de Capacitación Forestal. Muy cerca queda la solitaria torre de San Nicolás, mirador privilegiado sobre la llanura pinariega que en su momento se usó para avistar, además de incendios, enemigos aviesos.
Diversas señales encauzan el curioseo hacia lo que queda de muralla medieval, la puerta de la Villa y sus verracos prehistóricos. A la plaza Mayor se asoma el edificio del Ayuntamiento, también notable, y la iglesia de Santa María en cuyo interior anodada el lujo de los sepulcros exquisitos, labrados en puro mármol de Carrara, pertenecientes a la todopoderosa familia de los Fonseca.
El paseo hasta la ermita de Sacedón
La salida hay que buscarla por la parte norte del casco urbano. En el descenso hacia el puente Grande perdura un tramo de calzada y, junto a la carretera, el desagüe de una de las cloacas romanas que aliviaban por aquí los humores pestilentes de la urbe en aquel tiempo. Pasado el puente, a la izquierda, se descubre el milagro inexplicable que supone el manantial de los Cinco Caños, muy relacionado con la ubicación, tras el edificio que los protege, de la villa altoimperial romana posiblemente relacionada, a su vez, con las propiedades familiares del emperador de Cauca.
EN MARCHA. Coca está en el costado noroccidental de la provincia de Segovia.
EL PASEO. El camino real entre Valladolid y Segovia, también cañada oriental leonesa, discurre paralelo a la orilla derecha del Eresma entre Coca y la ermita de Sacedón, junto a Pedrajas de San Esteban. El trayecto tiene unos 15 km de longitud que pueden realizarse en bicicleta. Sin señalizar. El inicio tiene lugar junto a los Cinco Caños, en la curva de la carretera que va hacia Fuente El Olmo, por una reciente pista agrícola. En los continuos cruces que van apareciendo basta coger el más marcado de cuantos corran paralelos al Eresma. Al llegar a una presa hay que abandonar el firme compactado por el camino que continúa paralelo al río aunque en la distancia.
INFORMACIÓN. Ayuntamiento de Coca: tel. 921 58 60 11. Coca turismo: coca.es/patrimonio
DÓNDE DORMIR
Hay un montón de lugares que ver en esa zona. Es una suerte. Saludos.
Buen artículo. Nosotros estuvimos el año pasado y nos gustó mucho. Después fuimos a Turegano y las Hoces del Duranton