Duero íntimo
Un recorrido entre sotos, bodegas y pinares
© Texto, fotografías y vídeo: Javier Prieto Gallego
Buscarle las vueltas a un río no es como buscárselas a una persona. Lo primero casi siempre deviene en una experiencia grata, placentera, descubridora, vivificante. Lo segundo puede llegar a acabar en tragedia. Por eso, si me dan a elegir, prefiero lo primero.
Claro que no siempre es fácil. Incluso muchas veces es hasta imposible sencillamente porque no hay forma de acercarse a las orillas. Los ríos son aglutinantes de vida. Especialmente si bajan limpios, el agua llama a la vida en su entorno. Lo que unos metros más allá puede ser desierto o arenal, a su misma vera es vegetación apretada, feraz, densa. Refugio de vida silvestre que alimenta otras vidas.
Vídeo del reportaje «De Peñafiel a Pesquera por el GR.14».
Por todas esas cosas y muchas más, el agua, además de mover molinos, mueve también a quien gusta de los paseos relajados, bien envueltos de sombras, murmullos de agua y jolgorio pajarero. Los 8 kilómetros que median entre Peñafiel y Pesquera, en la provincia de Valladolid, siguiendo primero las curvas del Duratón y después las del Duero no solo cumplen de sobra todos esos requisitos: los superan cum laude.
Buena parte del mérito, y de los placeres que depara este paseo entre pinares, bodegas famosas y yacimientos vacceos, la tiene el excelente acondicionamiento que ha logrado la Senda del Duero en este tramo, no solo desbrozando y despejando de vegetación las orillas de ambos ríos. También tendiendo unos puentes entre orillas que, además de por prácticos, destacan por un diseño tan sinuoso como el de los propios ríos que saltan. Es como si de tanto mirarse los unos a los otros se les hubiera contagiado el contoneo.
Caminos Naturales
La Senda del Duero es uno más de los proyectos de habilitación y rehabilitación de caminos que viene llevando a cabo el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino -en compañía de otras administraciones- desde hace ya algunas décadas. Todos ellos dentro del programa Caminos Naturales de España con el objetivo del recuperar para el disfrute ocioso y cultural antiguas veredas, caminos tradicionales, vías verdes y todo tipo de trazados que sobre el terreno sirvan para estrechar el acercamiento respetuoso a los entornos rurales y naturales. Con este propósito, se llevan ya acondicionados y señalizados más de 8.000 kilómetros en toda España.
Este del Duero, Camino Natural del Duero o Senda del Duero, es un largo recorrido que arranca en su mismo nacimiento, en los Picos de Urbión, y lo acompaña por una u otra orilla hasta alcanzar el límite de la frontera con Portugal en La Fregeneda (Salamanca). En total, 759 kilómetros señalizados como GR.14 y acondicionados junto a las aguas de uno de los principales cauces fluviales de la Península. Un atracón de paisajes cambiantes que van desde los pelados riscos de su nacimiento, a los pinares frondosos de Covaleda en unos pocos metros, los serrijones sorianos, las parameras de la rancia Castilla, Tierra de Campos, viñedos de fama internacional o el vértigo de Los Arribes en su tramo final. Son 42 etapas de diferente longitud que permiten también disfrutar de un baño de historia, de pueblos con sabor, legendarios castillos, bodegas, arquitectura tradicional, monasterios, viejos puentes, murallas… La parte vallisoletana de esta senda, 165 kilómetros divididos en 7 etapas, se inicia en la localidad de Bocos de Duero y corre de este a oeste, casi casi dividiendo a la provincia por la mitad, hasta Villafranca de Duero.
El paseo
Nosotros nos sumergimos hoy en este paseo arrancando a los mismos pies del castillo de Peñafiel. En el corazón de esta localidad vallisoletana, a muy pocos metros del mesón Molino de Palacios, en la orilla izquierda del Duratón hasta la que lleva la pasarela de madera que une la avenida de la Constitución con el callejón de San Fructuoso a la altura de un pequeño parque fluvial.
Enseguida, como queriendo escapar en un pispás de la mirada del Infante Juan Manuel, sobrino del rey Alfonso X el Sabio y señor del castillo en su momento, la senda se sumerge de golpe en el bosque galería que acompaña los últimos metros del Duratón antes de entregarse, rendido ya, a las aguas del Duero que lo espera un poco más abajo. En realidad, atosigado por la linde de algunas propiedades, la basura y la maleza, lo que parece es que abandona a escondidas Peñafiel todo lo deprisa que puede. Lo bueno es que una vez que la población queda atrás, el resto de su camino hasta la desembocadura es más como debería ser desde el principio: un paseo amigable por el interior de un pasillo verde al que dejan hueco todo el repertorio de árboles propio de estas vegas: alisos, sauces, fresnos y, muy especialmente, chopos altos y contundentes con muchos años a cuestas.
La cita entre los dos ríos se produce a casi tres kilómetros del inicio y unos cuarenta minutos de marcha. Es el punto final de un río, el Duratón, que termina su viaje aquí como si tal cosa. Visto desde una de las nuevas pasarelas que forman parte del acondicionamiento de este camino natural, podría pasar por un río normal de un rincón normal en una desembocadura normal. Como si algunos kilómetros más arriba no fuera uno de los ríos más fotografiados de España, la estrella de uno de los paisajes de hoces y precipicios más asombrosos de toda la Península, refugio de rapaces y de santos eremitas, lugar de peregrinación, tajo en la llanura segoviana con más revueltas que una culebra moribunda.
Desde ese punto, el paseo prosigue sin cruzar la pasarela, que llevaría hacia Bocos, corriente abajo por la orilla izquierda del Duero. No se tardan en alcanzar los límites del pinar de San Pablo, la enorme mancha forestal de Pinus Pinea que coloniza una buena parte del meandro del Duero en el que tuvo asiento también, allá por el siglo IV a.C., la ciudad vaccea de Pintia. De momento, el paseo y el sendero, que discurre encajonado entre las lindes del pinar y el río, se limitan a bordearlo. A discurrir a ratos por un auténtico túnel de verdores que parecen disfrutar como nadie los ruiseñores comunes, petirrojos, mosquiteros, oropéndolas, carboneros comunes o papamoscas grises por citar tan solo unos pocos interpretes del repertorio sinfónico que pone banda sonora, de manera natural, a todo el paseo.
A unos 6 kilómetros y casi a una hora y media del encuentro de los dos ríos se alcanza el puente que permite saltar a la otra orilla. Es la llegada a Pesquera de Duero, una de las localidades que más nombre ha ganado en las últimas décadas dentro de la Ribera del Duero vallisoletana gracias a la justa fama de sus viñedos y bodegas.
El puente, por su parte, no lleva mucho tiempo donde está. Pero si le preguntaran, también tendría cosas de las que presumir. Por ejemplo, de ser el puente de madera más largo de España en su género. Es decir, y según apareció en los periódicos con motivo de su colocación, con su longitud -106 metros de lado a lado-, su anchura -tres metros- y peso -50 toneladas- no hay otro igual que, además, «esté hecho de madera procedente de bosques escandinavos gestionados con criterios de sostenibilidad». Según la empresa asturiana que lo diseñó y colocó -al igual que sus otras dos pasarelas hermanas-, su forma está inspirada en la de los cuélebres, célebres monstruos de la mitología astur similares a dragones y temibles cuidadores de tesoros.
Está claro que este de Pesquera debe de estar especializado en vino.
EN MARCHA. El inicio de este paseo entre Peñafiel y Pesquera de Duero se localiza en el jardín fluvial ubicado junto al callejón de San Fructuoso, en el centro de la localidad de Peñafiel.
EL PASEO. Entre Peñafiel y Pesquera de Duero median 8,3 kilómetros que pueden hacerse en unas dos horas. Son fáciles, sin apenas desniveles y bien señalizados como GR.14. Se puede hacer bien con niños teniendo en cuenta que la distancia podría ser excesiva.
PINTIA. Más o menos en frente del lugar donde hoy se encuentra la localidad de Pesquera de Duero tuvo su asentamiento una de las ciudades vacceas más importantes de la cuenca media del Duero. Llegar hasta ella exige proseguir la Senda del Duero desde la pasarela de Pesquera otros 3 kilómetros más por la orilla izquierda del río hasta encontrar la señalización que indica el acceso al yacimiento. La parte visible más interesante de las excavaciones realizadas en Pintia se localiza a 1,5 km de la orilla, en la zona de la necrópolis de Las Ruedas, en las proximidades ya de Padilla de Duero. Desde esta localidad el regreso al punto de partida en Peñafiel es mejor hacerlo a través de las pistas agrícolas que conducen hacia allí. El total de este circuito puede estar cercano a los 22 kilómetros.
TRACK GPS DEL RECORRIDO
Dónde dormir
Casa rural Vega del Duero. Se localiza en el interior del casco urbano de Roturas, uno de los pueblos con menos habitantes de toda la provincia de Valladolid. Este caserón, con jardín, barbacoa y chimenea, es por sí mismo una buena muestra de la arquitectura tradicional de la zona. De hecho, se trata de un edificio tradicional rehabilitado utilizando los mismos materiales con los que fue construido. Gran encanto en la decoración y todas las comodidades que requiere un viajero de hoy.
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