En un país muy, muy lejano…
Una costa tropical de hace 305 millones de años
© Texto, fotografías y vídeo: JAVIER PRIETO GALLEGO
Ahora que Marte parece cada vez más a la vuelta de la esquina –ya solo se tardan 8 meses en llegar- viajar hasta la pequeña localidad de Verdeña, en el corazón de la Montaña Palentina, se antoja un viaje en el tiempo todavía más remoto. Y no por la distancia en kilómetros, que se recorre en unas pocas horas y sin traje espacial, sino por el esfuerzo al que hay que someter a la imaginación para llegar a comprender cómo el paisaje que la rodea -maravillosos bosques, espectaculares montañas, praderas siempre verdes, vaquitas pastando…- fue, hace unos 305 millones de años, una zona costera de ambiente tropical en el que prosperaban árboles que alcanzaban con facilidad los 20 o 30 metros de altura. Así, a pelo, parece más fácil imaginar a los marcianitos de Marte.
Sin embargo, los científicos acostumbrados a descifrar la historia lejana del mundo en el que vivimos tan solo observando el color de los chinarros del camino tienen, a 500 metros de este pueblo montañés, un periódico abierto de par en par: se le conoce como el Bosque Fósil de Verdeña pero en realidad es un largo paredón vertical de piedra de 150 metros de largo y 18 alto en el que los paleobotánicos han logrado leer cómo era este rincón montañés de bellas vistas cuando el mundo aun andaba tomando forma a fuerza de portentosos cataclismos.
El descubrimiento ocurrió en la segunda mitad del siglo pasado cuando andaban al alza las extracciones de carbón en numerosos puntos de estas montañas. Fue entonces cuando lo que debía ser un tajo más a cielo abierto, otra nueva brecha negra y sucia en mitad del bosque, se reveló como un extraño frontón de piedra dura sobre el que aparecían dibujados peculiares relieves. La suerte ayudó a que los geólogos supieran interpretar a tiempo esos relieves –antes de acabar sepultados de nuevo o destruidos para siempre- y los identificaran como las marcas dejadas por un bosque tropical de un periodo muy muy lejano…: el Carbonífero.
Gracias a las investigaciones desarrolladas por un equipo de especialistas de la Unidad de Paleobotánica del Jardín Botánico de Córdoba se sabe que los relieves que aparecieron a lo largo y alto de aquel paredón rocoso pertenecen, sobre todo, a un bosque de lycopsida con algunos ejemplares de cordiates. Nombres que al común de los mortales suenan a latinajo, pero que hacen referencia a dos tipos de árboles abundantes en aquel periodo y cuyo porte alcanzaba con frecuencia lo mismo que diez u once pisos de los de ahora.
Al parecer, este bosque, que prosperaba en una especie de playa en la que cualquiera de nosotros se sentiría más diminuto que una hormiga, sufrió en un momento determinado la arremetida violenta del océano que lo engulló, propiciando un batiburrillo de lodo y troncos arrancados, algunos de los cuales quedaron atrapados en medio de la masa arcillosa que acabaría por petrificarse y plegarse en vertical. La posición de las marcas dejadas por algunos de aquellos troncos indica incluso la dirección de la corriente que los arrastró. Los movimientos tectónicos posteriores, osea, terremotos de vértigo, propiciaron más tarde la aparición de zonas lagunares y nuevas zonas boscosas cuyos restos se fueron acumulando sobre los anteriores. En la pared rocosa ahora al descubierto quedó reflejada la posición de los grandes tocones dejados por aquellos troncos ciclópeos, así como las marcas de las raíces que, cual tentáculos de pulpo gigante, los amarraban a una tierra que hoy es pura roca.
Para ser más precisos, y con la simple observación del tamaño de esas raíces, los especialistas son capaces de distinguir dos generaciones de árboles. Es decir, la existencia de una primera masa boscosa de licópsidasque ocupó todo el suelo arenoso disponible de aquel delta costero, llegando a alcanzar su tamaño máximo de desarrollo y su ciclo vital natural. La muerte de aquel bosque propició la aparición, sobre ese mismo suelo arenoso, de una segunda generación de licópsidas que estaba en plena formación cuando un gran cataclismo acabó separando los troncos de la raíces. Esos troncos, largos y rectos como antiguos postes de teléfonos, son los que dejaron sus huellas impresas en la roca.
Pero entre estos también se descubre la existencia de otros árboles mucho menos abundantes, cordaitales, especie emparentada con las coníferas, que acabaron tumbados sobre el suelo, sin partirse pero con las raíces al aire. Exactamente igual que si por allí hubiera pasado Obélix buscando jabalíes, solo que en este caso, el cataclismo que puso todo aquello patas arriba y borró de aquel mapa este exótico y desmesurado bosque tropical debió de ser el hundimiento de una falla del terreno.
Tal hundimiento propició a su vez la entrada de un fuerte golpe de mar que sumergió para siempre aquella línea de costa y se llevó por delante licópsidas, cordaitales y, es de suponer, un montón de seres vivos más de los que no ha quedado ni rastro. La orientación de los troncos, casi todos apuntando en la misma dirección, es interpretada por los especialistas como la evidencia de que fue una corriente poderosa la que lo inundó todo con fuerza y no un golpe de mar tipo tsunami, dado que no se lee entre las huellas el caos que conlleva la fuerte resaca que caracteriza a estos últimos.
Es de suponer que este proceso debió de acontecer al mismo tiempo o en momentos cercanos en otros muchos puntos de lo que hoy son estas montañas y entonces era un litoral arenoso que se hundió de forma repentina para, mucho mucho después, emerger en forma de cordillera. Y aunque hay rastros semejantes en algunos afloramientos rocosos cercanos a Verdeña, el panel rocoso de El Bosque Fósil es de tal magnitud y relevancia que se presenta como uno de los más importantes en su género en España.
Hace ya años que se acondicionó el sendero que permite acercarse hasta el enorme tajo en el que aflora el yacimiento. El punto de partida se localiza en el mismo aparcamiento habilitado a la entrada de Verdeña donde, además, se sitúa el panel informativo en el que se detalla el recorrido del sendero. El trazado, circular con principio y fin en el aparcamiento, tiene una longitud de unos 3 km que pueden recorrerse con facilidad en una hora y media.
Para localizar la calle que conecta con el camino de salida lo mejor es tomar la que se abre a la izquierda tras pasar la iglesia de Verdeña. Un pequeño y rústico pasadizo algo más adelante enfila ya hacia la salida del pueblo. Una vez finalizada la chopera que queda a la izquierda el camino se bifurca. El ramal de la derecha se interna en un túnel arbolado hasta alcanzar el siguiente desvío a la izquierda.Aquí comienza la ascensión por el robledal, en el que se localiza algún ejemplar verdaderamente longevo, hasta que, tras dos importantes repechos, se acaba por llegar al tajo en el que quedaron impresos los árboles fósiles. La subida prosigue aún a lo largo del tajo, con buenas vistas también hacia el paisaje circundante, hasta que, al finalizar el tajo, el camino inicia el itinerario de regreso. Sin pérdida posible, el camino vuelve a enlazar con el túnel arbolado en el comienzo del recorrido.
BOSQUE FÓSIL DE VERDEÑA (Montaña palentina)
EN MARCHA. El acceso a la localidad palentina de Verdeña se realiza desde Cervera de Pisuerga por la C-627 tomada hacia Potes. Nada más sobrepasar Vañes hay que tomar la carretera que lleva a San Felices de Castillería. Antes de esta localidad, otro ramal se desvía hacia Estalaya y Verdeña.
EL BOSQUE FÓSIL. Paseo señalizado circular de 3 km que puede hacerse en una hora y media. Puedes descargar el track en Wikiloc o Google Maps.
PARADOR DE CERVERA DE PISUERGA. Carretera de Resoba Km. 2,5, Cervera de Pisuerga, Palencia. Se ubica en la cima de una colina arbolada, con vistas al embalse de Ruesga. Buen punto de partida para descubrir los parajes de la Montaña Palentina y sus excelentes ejemplos del arte románico. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/parador-de-cervera-de-pisuerga.html?aid=884255
HOTEL RURAL PIEDRA ABIERTA. Real s/n, 34839 San Martín de Perapertú, Palencia. Antigua fragua, pajar y panera, convertidos ahora en un acogedor alojamiento. Tras su rehabilitación con la piedra, madera y ladrillos originales, encontramos un salón con chimenea, una sala-biblioteca, un aula, un comedor y un total de 10 habitaciones. Resérvalo aquí: http://www.booking.com/hotel/es/rural-piedra-abierta.html?aid=884255.
Hace mas de 7 años que publicaste este artículo pero creo de justicia que se debe citar a Robert Wagner, paleontólogo de origen holandés que fue el descubridor y primer estudioso de esta joya en Verdeña.
Te sugiero que leas este enlace: https://origeness.blogspot.com/2018/03/el-bosque-de-roberto.html
Y si vas a Verdeña, los paneles informativos de la ruta te dan noticia del riguroso trabajo y el tiempo que le dedico este científico. Yo lo acabo de descubrir.
Gracias y saludos
Muchas gracias, Manuel. No lo sabía. Citado queda.
Este es un lugar increíble. Gracias por el reportaje. Lo he visitado in situ y como geógrafa disfruté mucho al verlo. Estoy buscando el del canal de Castilla por el que te han dado el premio… pero creo que me quedaré un buen rato recorriendo tu blog
Gracias Lourdes, supongo que ya lo habrás encontrado, pero por si acaso te dejo aquí el enlace: https://www.siempredepaso.es/2012/10/el-canal-del-duero-un-pasillo-verde-en.html
Como ves, se trata del Canal del Duero, hermano pequeño del de Castilla pero con muchas cosas para disfrutar. Un abrazo
Me ha gustado mucho tu reportaje. Gracias por traer a nuestro pequeño pueblo a este gran pueblo que es Internet. Espero que si no lo conocías os haya gustado y volvais a conocer estos grandes rincones que esconde la montaña palentina.
El «peligro» que tiene la Montaña Palentina es que «engancha». ¡Bendita adicción! Un abrazo.
Gracias, Javier. Es algo que me queda pendiente… Y mira que hago la ruta cada verano hasta Venta Pepín… Gracias por recordármelo.
Llegué aquí aún no sé cómo y es un placer saludarte, conocerte un poco y sentir la satisfacción de que hay gente que vela por estos rincones de nuestra querida montaña palentina.
Me presento: soy Teo Revilla Bravo y nací en Barruelo de Santullán. Escribo y pinto como gran aficionado -tengo algunos poemarios editados-. Y llevo una red ÓRBITA LITERARIA. Todo lo relacionado con arte y literatura me interesa, me entusiasma, lo siento necesario.
Te dejo un agradecido abrazo.
Gracias Teo. Un placer saludarte, aunque no sé por qué motivo no he visto tu comentario hasta hoy. Estoy seguro de que tenemos amigos comunes en esa increíble Montaña Palentina. Un abrazo.