Un paseo de romanos en torno a Montemayor del Río
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Los grandes caminos se hacen con el roce de pequeños pasos. Pero también de titánicos esfuerzos. Sólo así lograban allanarse en el pasado las dificultades de una orografía empeñada en entorpecer siempre el discurrir del camino más recto. Y la Vía de la Plata es uno de los grandes caminos que surcan la península Ibérica y una de sus vías de comunicación más antiguas. Su papel en el devenir de la historia de España fue decisivo en incontables ocasiones. Un ejemplo: las numerosas poblaciones que fueron surgiendo a la vera de esta calzada ancestral como estaciones de servicios, lugares de acogida, intercambio o comercio y que no sólo tenían en ella su razón de ser, también su principal medio de ingresos. Y eso porque la Vía de la Plata pasó con los años de ser la autopista por la que los romanos acarreaban tropas, oro, alimentos, órdenes, edictos o esclavos a convertirse en la artería por la que cada año millones de cabezas de ganado trashumaban de arriba abajo con el ansia incar el diente a los mejores pastos. Y en cualquiera de los casos, siempre fue un camino de idas y venidas al que los vecinos sacaban su sillita de anea para verlas pasar del color que fueran.
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Una de esas poblaciones vinculadas desde no se sabe cuándo al paso cercano de la Vía de la Plata es Montemayor del Río, en el extremo sur de la provincia salmantina. Su bello casco urbano, que se eleva sobre un montículo alomado situado en medio del valle que abre el río Cuerpo de Hombre, preside un rincón de la sierra donde todo queda sepultado por la presencia feraz de inmensos castañares. Y tan ancentrales como la propia localidad. De hecho, la vinculación de Montemayor a sus castañares podría llevarse hasta los tiempos de repoblación medieval en los que colonos astures y gallegos trajeron con ellos la costumbre y los secretos del cultivo de castaños. Y tan bien se adaptó esta especie a estas nuevas latitudes que hoy prosperan en muchos rincones de las sierras de Francia, Béjar y Candelario como auténticos bosques de aspecto legendario. Para Montemayor, además, constituyen una de sus principales formas de vida alimentando los quehaceres de cerca de una decena de talleres artesanos que tienen en la cestería su principal ocupación.
Desde donde más impresiona contemplar la soberbia masa de castaños que rodea por completo la población es desde lo alto de la torre del homenaje de su castillo de San Vicente, acondicionado como centro de interpretación de la Edad Media. Es como la guinda de un pastel al que merece hincarle el diente de abajo arriba. Es decir, empezando el callejeo junto al río y al puente del Duque, construido hacia 1700 por el señor de la villa con el propósito de facilitar el paso de los rebaños hacia Extremadura, no sin antes ejecutar el correspondiente pago por el servicio. A mediados del siglo XIX lo cruzaban 300.000 cabezas. Junto a él se alza la ermita de San Antonio, de 1670, y la Cruz de Piedra, singular crucero que se caracteriza el ribeteado de medias granadas que cubre por entero el fuste y los brazos. También el Centro de Interpretación del Castaño, de visita esencial para entender la relación de la localidad con su entorno.
Desde aquí, el ascenso hasta el castillo ha de hacerse, por fuerza, callejeando un casco urbano lleno de rincones bien compuestos en el que no faltan hermosas balconadas floridas, plazas recoletas y una deliciosa plaza Mayor en la que campea como fuente un rollo jurisdiccional del siglo XVI.
El Camino de los Miliarios
El remate andarín de la jornada debe incluir el bello paseo titulado El camino los miliarios, que tiene su arranque y un panel informativo junto al puente y la cruz labrada. En su inicio bordea la villa San Antonio para correr por la parte baja del pueblo en paralelo al río hasta llegar a un cruce en el que hay que seguir de frente, como por encima de un muro. Algo más adelante, aún con el pueblo encima, se alcanza un segundo puente por el que el paseo salta a la orilla izquierda del río. Ahí aparecen las primeras marcas amarillas y blancas que guiarán sin pérdida, río arriba, hasta el puente de La Malena, uno de los rincones más emblemáticos de toda la Vía de la Plata. En su entorno se localiza una extraña acumulación de miliarios, mojones mastodónticos de granito que los romanos colocaban cada 1.480 metros, la milla romana que equivalía a mil pasos dobles.
Es un paseo circular con principio y fin en Montemayor del Río, de unos 12 km sin desniveles que puede hacerse en unas 4 horas. El panel está frente a la ermita, pero la primeras marcas de sendero de pequeño recorrido amarillas y blancas no aparecen hasta pasar a la orilla izquierda del río por un puente que está, más o menos, a la altura del castillo. Los 2 primeros km desde ahí, que discurren junto a la misma orilla, son deliciosos. Después se conecta con una pista de tierra que hace más cómodo el paso. El regreso desde el puente de la Malena puede hacerse por la carretera o por donde se ha venido. Va en gustos.
EN MARCHA. A Montemayor del Río puede llegarse desde Béjar o desde Peñacaballera, tomando una desviación de la N-630 a la altura de Puerto de Béjar.
EL CAMINO DE LOS MILIARIOS. Es un paseo circular con principio y fin en Montemayor del Río, de unos 12 km sin desniveles que puede hacerse en unas 4 horas. El panel está frente a la ermita, pero la primeras marcas de sendero de pequeño recorrido amarillas y blancas no aparecen hasta pasar a la orilla izquierda del río por un puente que está, más o menos, a la altura del castillo. Los 2 primeros km desde ahí, que discurren junto a la misma orilla, son deliciosos. Después se conecta con una pista de tierra que hace más cómodo el paso. El regreso desde el puente de la Malena puede hacerse por la carretera o por donde se ha venido. Va en gustos.
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INFORMACIÓN. Ayuntamiento de Montemayor del Río: tel. 923 43 11 51. https://www.aytomontemayordelrio.com/
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Toda la zona merece una visita. El castillo se visita con guía ( buena comunicadora, hace divertido y ameno el recorrido). Al terminar, no dejéis de probar las tapas en la cafetería del castillo ¡espectaculares!.Si vais en fin de semana hacedlo temprano, la gente del pueblo lo abarrota a la hora del aperitivo.
Interesantísima información. Quiero viajar esta primavera y este sitio será mi guía.
Ya contarás cómo te va el viaje. Saludos.