¡Ave, viajero!
Cinco recuerdos de Roma en Castilla y León
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
La colonización romana dejó importantes huellas en el paisaje de Castilla y León. Una vez sometidas las diferentes tribus que campaban a su anchas hasta entonces, y muchas veces sin esperar a su sometimiento total, la máquina imperial de Roma domesticó en lo que pudo el territorio conquistado. Empezó por trazar y construir una red viaria en la que sus ejércitos no se quedaran atascados por un chaparrón. Y continuó con todo lo demás. Tanto como para poner a todas aquellas tribus indígenas a hablar un mismo idioma, las piedras sobre las que hoy seguimos construyendo el nuestro: el latín, tal vez, el vestigio más importante y evidente de aquella conquista acaecida hace unos 2.000 años.
Pero si tan asombroso es que las piedras del idioma hayan perdurado en el tiempo hasta quedar convertidas en cimientos, también lo es que las de verdad, las talladas por las manos de los esclavos y los obreros de Roma, sigan estando plantadas sobre el paisaje más o menos donde ellos las pusieron.
Calzadas, casas, canales, miliarios, puentes y hasta ciudades enteras… este es un pequeño repaso a algunos de los muchos lugares de Castilla y León en los que todavía es posible descubrir el rastro de Roma. Un rastro que va mucho más allá del Acueducto, el Arco de Medinaceli o Las Médulas, tal vez sus huellas más conocidas en esta comunidad.
01 – FORTÍN ROMANO DE CALZADA DE BÉJAR, Salamanca.
Por suerte, buena parte de la Vía de la Plata, la ruta de comunicación que los romanos trazaron de norte a sur por el oeste peninsular, es un reguero de pequeñas y grandes construcciones en las que se evidencia la habilidad de los arquitectos romanos para allanar los caminos más difíciles. Pero su habilidad no solo consistía en realizar la obra. También se aplicaron en mantenerla y ejercer un control militar sobre ella. Una de las construcciones más singulares y desconocidas de toda la Vía de la Plata son los restos del pequeño fortín que se localiza en las proximidades de la localidad de Calzada de Béjar, al sur de la provincia de Salamanca, cuatro paredes de mampostería que acotan un rectángulo de 29 por 27 metros sobre una superficie irregular, seguro que alterada por el paso de los milenios, y sin una techumbre que, según los expertos, debió de ser de madera a dos aguas. De ella se sospecha que tuvo una función de vigilancia sobre lo que circulaba por aquella importante «autopista» pero resulta relevante también por ser prácticamente el único ejemplo de pequeña fortificación romana «intacta». Es decir, que no haya servido posteriormente para elevar sobre sus cimientos otras fortalezas a lo largo de los siglos.
Para llegar hasta estas apartadas ruinas primero hay que localizar el depósito de agua de Calzada de Béjar. Al alcanzarlo se toma el senderín que se empina por su lado derecho, mucho más estrecho y escabroso que el camino ancho que continúa por el lado izquierdo. En realidad es un carril que corre entre las cortinas de los prados hasta que, 300 metros después surge por la derecha el desvío hasta el fortín, ya a la vista.
02- VILLA ROMANA DE LA DEHESA, Cuevas de Soria (Soria).
La villa romana de La Dehesa, descubierta casualmente en 1927, fue una de las primeras villas hispanorromanas en ser estudiadas en España. Con una extensión de 4.100 metros cuadrados, destaca por el repertorio y calidad de los mosaicos que visten los suelos de 21 de sus 22 habitaciones. Contar con buenos mosaicos era para los romanos pudientes un lujo al que se entregaban con fruición. Y esta era la mansión de una familia que, aunque de raíces celtíberas, se había adaptado, en unas pocas generaciones, a la cultura y formas de vida romana.
La villa, dedicada a la producción agropecuaria y de la que se sospecha que pudo ser también un centro de formación, tiene una planta rectangular organizada en torno a un amplio espacio ajardinado. Alrededor del jardín se abre un espacioso corredor con columnas –el peristilo- que, a modo de claustro, ponía en comunicación y daba acceso a las diferentes estancias. Una de las singularidades de este yacimiento es la presencia destacada de dos estancias a las que, por su volumen y espacialidad, se presupone una función especial. Estas dos estancias debieron de ser las únicas que no contaron con una segunda planta. La más relevante, con un ábside semicircular que rompe la linealidad de la fachada exterior, es la que se sitúa en el centro del lado norte, el aula magna, con casi 200 metros cuadrados. La otra gran estancia, en el lado oriental, fue el comedor. Junto a este último se localiza la zona termal –frigidarium, tepidarium, caldarium-, a la que los romanos sabían sacar tanto partido. Información: tel. 660 017 854; web: www.villaromanaladehesa.es.
03- PUENTE DE VALIMBRE, (León).
Es el puente de Valimbre, un hermoso y apartado pontón de época romana a unos 7 km de la ciudad de Astorga, pensado y realizado por ingenieros hispanorromanos en el transcurso de las infinitas obras de pavimentación que fue necesario desarrollar para hacer transitable la calzada número XXIV, denominada en sus mapas como “Iter ab Emerita Asturicam”, literalmente “camino de Mérida a Astorga” puntos extremos ambos del itinerario romano original. Esa vía principal acabará por ser conocida, sin que nadie sepa muy bien por qué, como Vía de la Plata.
Llegarse hasta el puente de Valimbre no deja de ser una oportunidad para contemplar una obra tan humilde como llena de encanto; también una forma de reconocer lo valioso de las obras humildes y la suerte de que hayan perdurado a lo largo del tiempo. El acceso hasta el puente se realiza desde la N-VI, en dirección a Astorga, al poco de superar el desvío hacia la estación de Valderrey y Nistal y a la altura de unas naves que se ven por el costado derecho de la carretera nada más pasar el cauce del río Turienzo.
04- ASTORGA ROMANA, (León).
La fundación de Astorga como ciudad es consecuencia directa de la «fiebre del oro» que padecieron los romanos en torno al siglo I y que tiene su exponente más espectacular en el cercano yacimiento de Las Médulas. La mejor forma de conocer hasta qué punto los romanos acondicionaron como dios manda lo que al principio no era más que un campamento militar al uso es apuntarse a las visitas guiadas que desde la Oficina de Turismo recorren los restos romanos de la ciudad. También es una forma de descubrir que los romanos eran unos invasores que sabían cuidarse y cuidar hasta los más mínimos detalles. El recorrido lleva a rincones tan soberbios como la muralla, con más de dos kilómetros de perímetro. Uno de los refinamientos más exquisitos que revelan su talento para el buen vivir son sus termas, de las que en Astorga quedan impresionantes vestigios. Otro de sus refinamientos urbanísticos es sin duda la red de alcantarillas, con sus sistemas de conexión y limpieza, que evacuaba –y aún evacua en algunos tramos- las malas aguas de Astorga y de la que se muestra un trocito junto a los jardines de La Sinagoga. Cerca queda también la conocida como Domus del Mosaico del Oso y los Pájaros, con restos de unas pequeñas termas. Otro de los hitos del paseo es el Aedes Augusti, posible templo de culto imperial situado junto al Foro. Resulta imprescindible rematar este paseo por la Astorga romana con la visita al Museo Romano para conocer algunas de las piezas más valiosas recuperadas en las excavaciones. Destaca, sobre todo, la rehabilitación de la ergástula, o cárcel de época romana, integrada en el museo. Para algunos investigadores esa bóveda cerrada habría sido utilizada también como silo público o como pasadizo semisubterráneo perteneciente al Foro. Información: Oficina de Turismo, tel. 987, 61 82 22; Museo Romano, tel. 987 61 69 37. Web: turismoastorga.es.
05- CALZADA ROMANA DEL PUERTO DEL PICO, (Ávila).
La vista que se domina desde este ancestral paso entre los valles del Alberche y el Tiétar es de las que hace inútil cualquier explicación. A ello se suma la admiración que despierta, una vez más, contemplar cómo la ingeniería romana trazó por aquí una calzada cuyo serpenteo se pierde en el descenso hacia el Tiétar. Es muy posible que utilizaran para su trazado un camino de raíces prehistóricas, posteriormente integrado en la red de caminos pecuarios de la Cañada Occidental Leonesa por los que continúa transitando el ganado hoy en día.
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