2013, el año de Utrecht
Fue entre los siglos XI al XVI la ciudad más importante de Holanda. En ella nació el único Papa holandés y en ella se estableció la República holandesa en 1579. Sus canales no tienen nada que envidiar a los de otras ciudades de Holanda. Tampoco sus tiendas, sus restaurantes o sus jardines. Pero además cuenta con el más asombroso y variado repertorio de museos que pueda imaginarse. En 2013 esta ciudad holandesa celebra el 300 aniversario del tratado de paz.
© Texto,vídeo y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGOLa ciudad de Utrecht suena en España porque cada vez que hay problemas con Gibraltar sale a la palestra el tratado que se firmó en laciudad holandesa el 11 de abril de 1713. Corría el siglo XVIII y Europa se encontraba metida en una refriega de intereses a raíz del problema sucesorio surgido con la Corona española. Hartos de andar a la gresca se juntaron en esta hermosa localidad del norte de Europa para hacer las paces y, de paso, repartirse territorios. Fueron 15 meses de negociación que cambiaron el mapa de Europa y, de paso, la fisonomía de una ciudad que se benefició directamente del dinamismo económico generado por la llegada de las delegaciones de los diferentes países. El acuerdo final fue firmado por todas las naciones participantes el 11 de abril de 1713.
ya circulaban por otros canales de Holanda. El descenso del nivel de las aguas en el siglo XIII hizo que se pudieran añadir sus hoy famosos embarcaderos y almacenes, abiertos bajo las casas y al mismo nivel del agua, creando una larga acera inferior a ambos lados del canal. Aquellas bodegas profundas en las que los comerciantes almacenaban las mercancías que transportaban las barcazas están hoy ocupadas por animados restaurantes llenos de encanto y cafeterías que han conservado el sabor de los viejos tiempos. Además, si no hace demasiado frío, ofrecen la posibilidad de disfrutar de sus terrazas al lado mismo del agua.
Por suerte, Utrecht puede presumir de una arquitectura tradicional bien conservada en la que no faltan las hermosas casas que levantó la clase social más pudiente junto a los canales durante los momentos de prosperidad vividos entre los siglos XVI y XVII. Un poco antes, entre los siglos XI al XVI, Utrecht había sido la principal ciudad de Holanda. Esa arquitectura, que tuvo la suerte de verse libre de los bombazos que durante la Segunda Guerra Mundial sí sufrieron otras ciudades de Holanda, encuentra su complemento ideal con el diseño de jardines surgidos en el siglo XIX para formar una perfecta combinación entre los espacios para habitar y los destinados a disfrutar.
Esta torre que hoy luce solitaria nació en el mismo lugar en el que se asentó el campamento romano que dio lugar a la posterior fundación de la ciudad, en torno al año 47. El templo del que formó parte comenzó a erigirse en el siglo XIII después de que un fuego destruyera el templo románico anterior. La torre comenzó a ganar altura a partir del año 1321 mientras se continuaba el trabajo en el resto del gran templo que se estaba construyendo. Los trabajos de la nave central, a la que estuvo unida la torre en su momento, finalizaron en 1517 pero la falta de presupuesto, que llevó a eliminar el tendido de contrafuertes, y el empleo de materiales menos sólidos tuvo como consecuencia el desplome de la nave durante un huracán ocurrido en 1674. Con el peculiar sentido del humor que caracteriza a los habitantes de Utrecht, estos dicen que se les cayó por tacaños. El espacio que ocupaba la nave central del templo es el que hoy ocupa la plaza Dom, en cuyo pavimento unas losas de distinto color señalan el lugar en el que estuvieron apoyadas las columnas del templo.
Y aunque éste pueda ser su orgullo más antiguo no es, ni mucho menos, el único. Entre los secretos placeres que reserva la ciudad para quien quiera tomarse el tiempo de degustarlos se encuentra su bien surtido –y envidiado- repertorio de museos. Tantos y tan variados que su acumulación en el casco histórico de la ciudad ha convertido a este distrito en el Barrio de los Museos. Recorrerlos sin perderse las mejores propuestas es un reto en el que se pueden emplear, sin esfuerzos y con mucho goce, un par de días. Además hay propuestas para todos los gustos, edades e intereses.
Una forma de irlos enlazando da comienzo con la visita alMuseo Holandés del Ferrocarril –Nederlands Spoorwegmuseum-. Ubicado en la antigua estación de trenes de Utrecht, que funcionó entre 1847 y 1939, es uno de los museos más visitados de Holanda. Su espectacular montaje museográfico utiliza parte de aquellas instalaciones para hacer un repaso de toda la historia del ferrocarril holandés permitiendo a niños y grandes recorrer antiguos vagones, subirse a viejas locomotoras o –incluso- realizar un viaje en el tiempo hasta el pueblo minero en el que descansa el primer tren que circuló por Holanda en 1839, entre Ámsterdam y Haarlem.
Un paseo junto al canal Stadsbuitengracht lleva enseguida hasta el baluarte de Zonneburg, donde se ubica el Museo y Observatorio Astronómico. El camino hacia el Museo Central de Utrecht discurre por la calle Agnietenstraat, una hilera de casas levantadas en el siglo XVI para cumplir la última voluntad de un hombre que deseaba que fueran utilizadas por la gente sin recursos. Un poco más allá, la visita al Museo Central, el museo municipal más antiguo de Holanda, ofrece un concienzudo repaso a la historia de la ciudad gracias a una variada colección de piezas arqueológicas, pinturas, arte, objetos de decoración o muebles diseñados por Gerrit Rietvel. Precisamente, la admiración que despierta en el mundo entero la obra de este importante arquitecto y diseñador nacido en la ciudad es, también, uno de sus principales reclamos turísticos.
La casa que diseñó para la familia Schröder en 1924 es el edificio más famoso de la ciudad, hasta tal punto que este centro de peregrinación, al que no sólo acuden los amantes de la arquitectura, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. En el museo se exponen muchas de las piezas diseñadas para amueblar la casa, aunque en realidad se trata sólo del aperitivo antes de tomar el autobús que desde la misma puerta del museo conduce al edificio de Rietvel.
El otro nombre famoso de Utrecht vinculado al mundo del diseño gráfico y el dibujo es el de Dick Bruna. Sus cuentos infantiles ilustrados, y en especial su personaje más conocido, el conejo Miffy, también son conocidos en el mundo entero. Cruzando la calle, el Museo Central tiene un edificio dedicado a mostrar la obra de este autor, especialmente preparado para que disfruten los más pequeños. Pero donde realmente levanta pasiones la obra de Bruna, que se caracteriza por los trazos sumamente sencillos y la casi ausencia de colores, es en Japón, desde donde cada año llegan a Utrecht miles de visitantes casi con el único propósito de admirar los originales que se exhiben en el museo.
Tan sólo un poco más allá se encuentra otra de las joyas museísticas de la ciudad, el Museum Catharijneconvent, un antiguo convento del siglo XV repleto de obras de arte, retablos, vestimentas, esculturas, manuscritos, trabajos de Rembrandt o de Frans Hals relacionadas con la agitada historia del cristianismo en Holanda.
Y aunque la ciudad ofrece varias propuestas más, como elMuseo de Arte Aborigen, siempre debería dejarse tiempo al menos, para otras dos visitas imprescindibles. La primera de ellas, lleva hasta el sorprendente Museo Nacional delos Relojes de Música y Organillos de Calle –Museum van Speelklok totPierement-. El recorrido por sus salas depara en un fascinante viaje al mundo de las cajitas de música, los relojes históricos, pianolas de inimaginables tamaños para terminar en el de los órganos ambulantes, de amplia tradición en Holanda, que de feria en feria llevaban la música sobre ruedas mucho antes de que se inventara la electricidad.
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