Los valles de Paca y Tola
La Senda del Oso, una vía verde de éxito en el corazón minero de Asturias
© Texto, vídeo y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGOAntes de ser verde fue negra, muy negra. Negra como el carbón que se sacaba de los valles asturianos de Teverga, Quirós y el valle del río Trubia para acercarlo hasta la localidad de Trubia, más al norte. Desde ahí la mercancía se volcaba a lomos del ferrocarril Caminos de Hierro del Norte y ya estaba lista para hacerla circular hacia Oviedo, Gijón, Avilés o donde fuere. Este trajín ferroviario minero dio comienzo en 1883, momento de inauguración de la línea, y duró hasta 1963 en que se apagan las máquinas de vapor y se achatarran vías e infraestructuras. No fue el fin de la actividad minera, que continuó renqueante sacando su mercancía por carretera hasta su liquidación final en 1995. Es decir, algo más de un siglo de explotación minera para unos valles que encontraron en la minería una alternativa a los usos tradicionales de hierba y ganado. Nunca alcanzaron el nivel de explotación de los valles del Nalón o del Caudal pero sirvieron para paliar en algo el éxodo que vació de población otros valles montañeses en los que el subsuelo no se mostró tan generoso.
Vídeo del reportaje «La Senda del Oso»
También sirvió, aunque de una manera muy indirecta, para dejar sobre el terreno un trazado que ha pasado a convertirse, llegado el siglo XXI, en uno de los reclamos de turismo activo más populares del Principado: la vía verde de la Senda del Oso. En realidad, la infraestructura del tren minero estuvo compuesta por dos ramales, uno que arrancaba en Entrago, por el valle de Teverga, y otro que por el valle de Quirós aportaba mineral de hierro al tráfico ferroviario. Ambos se fusionaban algo después de Caranga de Abajo en un punto en el que el desfiladero de Peñas Juntas brinda uno de los tramos más espectaculares de todo el recorrido.
Las dificultades orográficas de ambos trayectos supusieron un desafío para los ingenieros, que se las vieron y se las desearon para robar a las angosturas del valle abierto por el río Trubia un estrecho carril que permitiera el paso del tren. Cuando el río Trubia se dispuso a abrir su propio camino hacia el mar no pensó ni por asomo en dejar hueco para nada más. De hecho, la única solución posible en muchos puntos donde no existía ninguna otra manera de ensanchar las orillas del río fue la de «agusanarla», horadar directamente la roca a fuerza de voladuras dejando las laderas rocosas de la montaña como si fueran túneles en una manzana. Solamente el tramo entre Entrago y las angosturas del desfiladero de Peñas Juntas, algo más de 10 kilómetros, acumula hasta 18 túneles. Puestos todos juntos suman un total de 703 metros bajo tierra. El más largo de ellos con una longitud de 172. En estrechamientos tan severos como el que tiene lugar en Peña Juntas -el nombre lo dice todo-, la sucesión de túneles y la cornisa de roca sobre la que se colocaron finalmente las vías configuran hoy uno de los tramos más atractivos de todo el recorrido.
Otra forma de luchar contra las dificultades orográficas, que a los estrechamientos imposibles y curvas cerradas sumaba desniveles considerables para un trenecito de vapor, fue la de adoptar un ancho de vía de 0,75 metros, el primero que se tendió en España de estas características.
Por suerte, el momento de la paralización total de las explotaciones mineras llegó cuando comenzaba el interés por reconvertir los antiguos trazados ferroviarios españoles en privilegiados itinerarios pedestres. La adecuación de un primer tramo de aquella vía verde ya en desuso, entre las localidades de Tuñón y Entrago, se produjo entre 1995 y 1996.
En ese año, en 1996, es cuando la historia de este trazado ferroviario se cruzó con la de dos oseznas huérfanas, entonces conocidas como Selva y Charli y posteriormente como Paca y Tola, que cambiaron para siempre la historia -y el nombre- del valle del Trubia.
La historia de las oseznas había comenzado un poco antes, en 1989, cuando el ansia de un cazador furtivo por cobrarse la fantástica piel de un oso pardo adulto había fulminado de un tiro a su madre. Huérfanas, las dos cachorras acabaron encerradas en un cercado hasta que por mediación de un denunciante anónimo fueron a parar a manos del FAPAS -Fondo para la Protección de los Animales Salvajes-. El interés por sacar adelante estos dos cachorros de una especie que ya en aquel entonces estaba muy seriamente amenazada de extinción hizo que, tras diversos avatares, las dos oseznas fueran colocadas en el cercado osero que se acaba de construir en el concejo de Santo Adriano, justo a lado de la recién rehabilitada vía verde del viejo ferrocarril minero.
Entre tanto, la historia de Selva y Charli, que ya habían sido rebautizadas como Paca y Tola en recuerdo de sus anteriores cuidadores, había saltado a los medios de comunicación. Se habían hecho famosas y convertido en todo un símbolo de la lucha contra el furtivismo. También en un emblema de la recuperación de una especie que estaba al borde mismo de la extinción. El interés por ver de cerca a estos dos cachorros, que a fuerza de aparecer en telediarios y reportajes eran tan conocidos como lo es hoy Paquirrín, se convirtió en un reclamo turístico de tal calibre que tanto a la vía verde como a la mancomunidad formada por los concejos de Teverga, Quirós, Proaza y Santo Adriano no les quedó otra que pasar a ser conocidos desde entonces como los Valles del Oso y la vía verde de la Senda del Oso. Desde ese momento, y a pesar del tiempo transcurrido, cada año miles de personas -hay años que hasta 150 mil- se acercan por la zona para disfrutar de unos atractivos turísticos que, al igual que Paca y Tola, han ido creciendo con los años.
Contemplar a estas dos osas, ya adultas y no exentas de achaques, junto a Furaco, un macho con el que se ha pretendido la reproducción en cautividad, es uno de los mayores atractivos turísticos de la mancomunidad, aunque disfrutar de sus evoluciones en el interior del cercado osero, de 5 hectáreas de extensión, depende bastante de la casualidad. Excepto entre los meses de diciembre y marzo, que es cuando hibernan, la cita más concurrida es todos los días a las 12 del mediodía, momento en el que reciben la comida de sus cuidadores a la vista del público. Y la forma de hacerlo es asomarse al cercado desde su parte trasera. Es decir, la que linda con la vía verde de la Senda del Oso. Se puede acceder andando o en bici desde Proaza -un kilómetro- o desde el área recreativa de Buyera -500 metros-.
La Senda del Oso
Pero hoy por hoy esta pista peatonal que discurre a lo largo de los cuatro concejos que conforman la Mancomunidad Valles del Oso es el reclamo turístico más conocido. Son 34 kilómetros de firme acondicionado para ser recorrido a pie o en bicicleta y se divide en dos ramales (22 kilómetros de trazado entre Tuñón (Santo Adriano) y Entrago (Teverga) y 14 del ramal que conecta Santa Marina (Quirós) con Caranga de Abajo.
Una forma de organizar su recorrido es hacerlo por tramos. El tramo entre Entrago y Proaza, que acompaña el discurrir del río Teverga, primero, y el Trubia, después, es el de mayor espectacularidad. Con un gran número de pequeños túneles y puentes discurre por parajes de enorme belleza siendo el estrechamiento de Peñas Juntas uno de los más destacados. Son 14 kilómetros en total que a pie pueden hacerse en unas 3 horas. En Proaza es posible visitar la Casa del Oso, que además de gestionar el programa de conservación del cerco osero ofrece una completa muestra interpretativa sobre este plantígrado. Un kilómetro más allá de Proaza, en dirección a Villanueva, se alcanza la parte trasera del cercado osero donde, si hay suerte, es posible ver a los osos en cautividad.
INFORMACIÓN
CASA DEL OSO. Ofrece también información turística de la mancomunidad, en Proaza. Tel. 34 985 963 060. Web: www.osodeasturias.esVÍA VERDE DE LA SENDA DEL OSO. Web: www.viasverdes.com
Y tú, ¿conoces esta vía verde? ¿qué te parece su estado de conservación? ¿has recorrido otras?
Por supuesto, me la apunto!!!
Será un placer ver esa ruta plasmada en un vídeo con tus explicaciones.
Apunta también otra preciosa ruta circular alternativa que publicamos ya algunos años por la zona (tramo carretera desde Caranga d’Abaxu a Entragu), desde Las Ventas a Santa María (pequeño tramo de carretera) y de allí por camino-pista al Colláu de Michandoiru rodeando por la izquierda Peña Collada y comenzar a descender a la izquierda entre avellanedas dirección a Caranga d’Arriba, pero sin llegar a descender a este pueblo pues a la altura de la fuente y pilón situada en el Cantu La Bobia coger nuevamente a la izquierda pista de tierra que asciende hasta la Collada de La Rebollosa y desde allí descender paralelos a la riega d’Oliz entre pinares de repoblación, castaños y bosques de madroños hasta las proximidades de la Vega d’Oliz donde se entronca con la Senda del Oso y se retoma de forma paralela aguas arribas del río Teberga hasta alcanzar la aldea de Las Ventas. (La ruta al ser circular también se puede hacer al revés empezando desde La Vega d’Oliz junto a los puentes sobre el río Teberga punto km 22).
Saludos.
Esa ruta que comentas se nos quedó en el tintero -no da tiempo a todo-, pero seguro que la haremos en algún momento. Desde luego el otoño es un momento ideal. Saludos.
Hola Javier ha gustado mucho tu vídeo promocional de la Senda del Oso. Espero que con tiempo te puedas acercar de nuevo a esta zona y al igual que pudiste realizar otro vídeo de alguna de las rutas alternativas que conectan con esta senda como la correspondiente al Desfiladero de «Les Xanes» (incorrectamente nombrado como Las Xanas), espero que puedas volver a Banduxu (Bandujo) como bien reflejas en tu vídeo tu paso por esta hermosa aldea y realices otro vídeo promocional de otra ruta alternativa ascendiendo por el antiguo Camino Real a Banduxu atravesando la Foz de Valmauru, un lugar con espectaculares saltos de aguas y bosques de robles, castaños y madroños que en otoño con la berrea de los ciervos se convierte en una auténtica delicia de excursión, que seguramente no defraudará a nadie.
Un cordial saludo,
Guillermo