Texto y fotos: JAVIER PRIETO GALLEGO
Hace falta mucha afición a completar puzzles para reunir los ahorros, comprar billetes de avión, buscar alojamiento para cuatro días y hacerse un viaje desde Australia o China hasta Valladolid (España) por el gusto de encontrarse y competir con otros aficionados de todo el mundo tan locos como uno mismo.
Eso es lo que ha sucedido este fin de semana en Valladolid, donde ha tenido lugar el «Cuarto campeonato mundial de puzzles». Un evento al que han acudido más de 3.000 participantes de 75 países, algunos tan lejanos como Australia, Japón, Canada o China. Todo un festival en el que, además de competir, lo que de verdad ha contado ha sido la celebración de compartir una afición que se ha revitalizado tras el obligado encierro mundial al que forzó la pandemia del COVID19.
Una afición que en España parece relegada a una corta etapa de la infancia como un juego más para practicar en familia pero que en numerosos países -como ha quedado demostrado este fin de semana- es una afición que se práctica a lo largo de todas las etapas de la vida y sirve, entre otras cosas, para socializar, fomentar el encuentro entre amigos o, incluso, intergeneracional. A todos estos aspectos claramente positivos, hay que añadir otros muchos como el desarrollo de la agudeza visual y espacial, la memoria, la relajación, la coordinación o la destreza manual. Para muchos es una forma de entrar en trance, alejarse de los problemas diarios o disfrutar de momentos de paz mucho mas efectiva que el yoga o salir a correr.
El campeonato ha consistido en diversas pruebas que han venido a desarrollarse a lo largo de la semana. Ha habido retos individuales, una carrera contra reloj con hora y media como máximo para completar uno de 500 piezas; en parejas o en grupos de máximo cuatro personas para montar tres puzzles de 1.000 piezas en tres horas. Entre los hitos destacados de esta edición ha estado el nuevo récord del mundo logrado por el equipo norteamericano al conseguir la ejecución de un puzzle de 2000 piezas en 49,13 minutos.
En la visita que realicé la mañana del sábado, con una Cúpula del Milenio -el lugar donde tuvieron lugar las competiciones- a reventar de gente y expectación, el ambiente no podía ser más jovial y festivo, con grupos de todos los países relacionándose entre sí y compartiendo risas mientras esperaban su momento para competir.
Sorprende el amplio perfil de edades de los aficionados y participantes, así como la vitalidad que muestra este pasatiempo tan absolutamente analógico como manual en tiempos en los que parece que arrasan las pantallas y el ocio virtual.
Ha sido también una buena oportunidad para disfrutar haciendo fotos en una ubicación tan apropiada -parece un puzzle ella misma- como la Cúpula del Milenio.
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