Las Hurdes es uno de esos territorios que parecen muy lejanos en el tiempo y en espacio. Sin embargo, encierra muchos atractivos y rincones con encanto. En el programa hablamos sobre cómo organizar un viaje por ellas y dónde deberíamos parar. PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa «Aquí en la Onda» de Onda Cero Castilla y León». No dejes de consultar lo que sobre esta propuesta he publicado en el blog: https://www.siempredepaso.es/rincones-que-no-deberias-perderte-en-un-viaje-a-las-hurdes-caceres/
Las Hurdes es una de esas comarcas limítrofes con Castilla y León pero que en realidad son unas grandes desconocidas para quienes vivimos tan solo a unos pocos kilómetros de ellas. En esta ocasión, además, ese desconocimiento, que en realidad hace que sintamos esta comarca como si estuviera lejanísima, tiene una serie de razones geográficas y también históricas.
Entre las geográficas hay que decir que Las Hurdes es, en realidad, un pequeño laberinto de valles encajados, de una orografía tan difícil como propicia al aislamiento. Valles profundos, laderas escarpadas y cumbres de vértigo que han configurado el escenario en el que durante siglos la vida decidió marchar a un ritmo tan pausado que casi casi se detuvo para siempre. Por suerte, Las Hurdes de hoy nada tienen que ver con las que conoció el rey Alfonso XIII cuando se adentró a caballo por ellas en 1922. O aquellas que filmó Buñuel en el año 1932 y que reflejaban una comarca sumida en el mayor de los aislamientos y atrasos imaginables incluso para aquel momento: con unas difíciles condiciones de vida, que carecía de los alimentos más básicos, de escuelas, de médicos, de tierra para trabajar y hasta de caminos transitables…
Hoy, aunque herederas de aquel pasado innegable de miseria y aislamiento, estas tierras están abiertas al visitante. Y con tantos alicientes para el viaje como la que más.
Si llegamos desde la provincia de Salamanca, el acceso lo podemos hacer a través de la Sierra de Francia, por Miranda del Castañar y Sotoserrano hasta llegar a Riomalo de Abajo, que va a ser nuestra puerta de entrada a Las Hurdes. Es también la oportunidad para el primero de los descubrimientos: recorrer los tres kilómetros de pista forestal señalizada que conducen hasta el mirador de La Antigua o del Melero para contemplar el espectacular meandro -casi un círculo completo- que se marca ahí el río Alagón. El camino se toma nada más pasar el puente sobre el Alagón, si venimos desde Salamanca, hacia la derecha. El trayecto está señalizado con las marcas del sendero PR-31 y, aunque es una propuesta para realizar a pie, lo cierto es que también podemos llegar prácticamente en coche.
Desde este punto yo propongo iniciar el recorrido por Las Hurdes enfilando hacia la localidad de Las Mestas, donde confluye también la carretera que llega desde Las Batuecas. Aquí, otro lugar en el que detenerse podría ser la Casa de la Miel, que es un espacio dedicado a la apicultura y a recordar la figura de El Tío Picho, personaje que desde principios del siglo XX se dedicó a recorrer con su mula los pueblos de Las Hurdes para recolectar miel y polen, que son dos de los productos tradicionales con mayor proyección hoy en la comarca.
Desde Las Mestas la carretera inicia una larga ascensión en la que, a medida que el río y la carretera remontan el valle, se evidencia el más característico paisaje hurdano: laderas empinadas, tímidos bancales que tratan de arrancar algo de horizontalidad a las montañas, grandes extensiones de matorral formado en su mayor parte por jaras y brezos y, en algunas zonas, áreas boscosas, especialmente de pino.
Así llegamos a Ladrillar y, algo después, a Riomalo de Arriba, una de las poblaciones más apartadas y despobladas de la comarca y, por esa misma razón, una de las que ha mantenido un número mayor de viviendas tradicionales. La razón de tal aislamiento es que hasta hace bien poco Riomalo era el último pueblo de este valle al que alcanzaba la carretera.
Hoy esa carretera sí que existe y, aunque con un montón de curvas de por medio, nos permite pasar a otro valle colindante de esta comarca que es el que recorren los ríos Hurdanos y Malvellido.
El Gasco es otro de esos pueblos con encanto que tanto abundan en Las Hurdes. Es una localidad en la que acaba la carretera, con calles estrechas y en ladera y en la que, además, merece la pena que paremos con tiempo porque es el punto de partida de un paseo muy interesante y muy bonito hasta la que se conoce como cascada del Chorro de la Meancera. Entre El Gasco y la cascada hay una distancia de 2 km que pueden hacerse en unos 45 minutos. Está señalizado y no es nada difícil de hacer, aunque requiere, como siempre que salimos al campo, de buen calzado.
Una vez que hayamos hecho este recorrido, de regreso al pueblo, no hay que dejar de darse un pequeño paseo también por las calles y, en especial, por la parte alta del pueblo, el barrio de los corrales, hasta los que todavía llegan los cabreros con las últimas luces del día tras pasar la jornada subiendo y bajando por las laderas del valle.
En realidad, llevamos recorrida solamente una pequeña parte de esta comarca. En función del tiempo de que dispongamos deberíamos dirigirnos desde aquí hacia la localidad de Pinofranqueado, auténtico motor de actividad de Las Hurdes, y desde ahí emprender viaje hacia dos nuevos destinos. Por un lado la localidad de Erías, con un interesante conjunto de callejas a menudo unidas por estrechos pasadizos y famosa por la actividad de sus cesteros, y, por otro, el valle de los Ángeles.
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