Un deliciosos paseo a pie tras los pasos de los monjes del monasterio de San Salvador de Oña
Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Los monasterios medievales estaban formados un conjunto de estructuras arquitectónicas cuya función era satisfacer las muchas necesidades que estos tenían para funcionar. Entre las que resultaban imprescindibles para el abastecimiento de la comunidad estaban las huertas, que casi siempre se incluían en el mismo recinto monacal rodeando todo el complejo con una larga tapia. Precisamente este paseo propone recorrer el sendero que, intramuros, da la vuelta a las huertas del recinto monacal de San Salvador de Oña. Son dos kilómetros y medio de recorrido, que se hacen en unos 60 minutos y que rodean por alto las casi 30 hectáreas que los monjes dedicaban a huertas, viñedos y piscifactoría. En tan vasto espacio causan asombro no sólo las vistas que se ofrecen sobre la localidad y el monasterio, también la talla de las obras llevadas a cabo, como los estanques y canales construidos en 1516. El caudal sigue siendo tan abundante y cristalino como entonces, aunque falten las truchas y anguilas que con dedicación benedictina los monjes criaban para su sustento. El paseo enlaza además dos de las ermitas que se encontraban diseminadas en el interior del recinto.
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EL PASEO
El arranque de este circuito, propicio sin duda para la meditación y el garbeo sin prisa, se produce a las mismas puertas de la Casa del Parque de los Montes Obarenes. Las densas sombras -en verano- del paseo de castaños y las domesticadas aguas de La Ría acompañan los primeros pasos.
El conjunto de obras hidráulicas realizadas en el siglo XVI para el abastecimiento de las necesidades del convento supuso la creación de hasta cuatro estanques, alimentados por las aguas del arroyo Valdoso, que mana aquí en abundancia suficiente como para alimentar todo el sistema. Esas necesidades -abastecimiento de fuentes y lavaderos, alimentación de varios molinos y batanes o cría de pescados que venían a comer de las manos de los monjes piscicultores- determinaron también el tamaño de las albercas y su ubicación. El más grande, situado donde el Valdoso mana del subsuelo, fue utilizado incluso para que los monjes pudieran disfrutar de él en una barca de remos. La Ría era el cauce de distribución principal del agua que, una vez satisfechas las necesidades del monasterio, salía al exterior para servir a las de los vecinos del pueblo antes de llegar finalmente al río.
Desde este idílico rincón, más propio de un palacete renacentista que de un recinto de monjes, la senda de circunvalación conventual asciende hasta la gruta de San José. Este eremitorio rupestre formó parte de la ermita de La Magdalena, uno de los tres abrigos espirituales que los monjes colocaron todo alrededor del recinto. Las mañas de los monjes dieron para excavar en la roca un par de espaciosas cámaras comunicadas entre sí por un pasillo. Una escalinata, también esculpida en piedra, trepa hasta la zona superior.
Por su parte, el paseo acomete la cuesta que lleva, en paralelo a la tapia y arropado por una variopinta floresta, hacia la zona más alta de la finca. Allí, en un lugar más que oportuno para recuperar el resuello, se alcanza la ermita de Santo Toribio, la única de las tres que hubo intramuros que ha sobrevivido completa. Aunque su construcción pudiera ser de finales del XVI o principios del XVII, la devoción por este santo en Oña aparece mencionada ya en 1298.
El siguiente hito en este paseo perimetral es el mirador de Vista Alegre, un balcón acondicionado con bancos desde los que darse a la contemplación, esta vez más terrenal que las anteriores, de las amplitudes del Valle del Oca.
El resto del camino discurre, ya siempre cuesta abajo y en empinado zig-zag, entre carrascas, matas de roble y boj hasta desembocar en el camino que, en zona de frutales y campos de cultivo, enfila hacia el punto de partida.
FICHA TÉCNICA
Tipo de recorrido: Circular.
Señalización: Sendero de pequeño recorrido.
Inicio: Desde la misma Casa del Parque arranca la senda circular de la Huerta de San Salvador.
Longitud: 2,6 km.
Duración: 1 hora.
Tipo de camino: Caminos.
Desnivel: 100 m.
Dificultad: Muy fácil. Se puede hacer con niños.
Cómo llegar: Desde Burgos por la N-1 o AP1 hasta Briviesca donde se coge la desviación por la BU-510 hasta la N-232 que, en dirección Santander lleva hasta Oña.
Época recomendable: Todo el año.
Observaciones: Es importante tener en cuenta el horario de apertura del recinto.
Más información: Casa del Parque Montes Obarenes-San Zadornil, tel. 947 56 79 71. Web.
Emergencias: Tel. 112.
QUÉ VER
SAN SALVADOR. Este monasterio se encuentra entre las principales joyas patrimoniales de Burgos. Su dimensión histórica es de tal calibre que se relaciona directamente con las raíces de Castilla. Fue fundado el 12 de febrero del año 1011 por Sancho García, nieto del conde Fernán González y tercer conde independiente de Castilla. Entre los aspectos más destacados de la visita guiada está la bóveda estrellada de la nave central de la iglesia –unos 400 m2-, una de las más grandes de España. Bajo ella se sitúa la estupenda sillería con más de 80 piezas de nogal talladas con auténtico primor. Y al frente de la capilla Mayor la colección de sarcófagos de madera y boj que conforman los panteones real y condal. También destacan la sacristía, convertida en museo, la sala capitular, con los restos más antiguos del convento, y el claustro, realizado por Juan de Colonia en el siglo XVI. El teléfono de la Oficina de Turismo es: 947 30 00 78. Web: www.ayuntamientoona.com.
PARA DESPUÉS. Otra opción para andarines de bota fácil sin mover el coche de Oña es el recorrido por el desfiladero que el Oca abre hacia el norte. La mejor forma de disfrutarlo es buscar, a la salida de Oña, el sendero peatonal que aprovecha parte del trazado de la antigua carretera para colarse por la garganta, disputando su propio espacio a las apreturas por entre las que se abren paso como pueden trenes, coches, río, buitres y peatones. El sendero, obviando lo molesto en algunos tramos del ruido de los camiones, es una auténtica gozada. Sin desniveles, salpicado de asientos, escalerillas y pasarelas de madera brinda una estupenda oportunidad para establecer un contacto más íntimo con el río y la densa vegetación que forra las paredes del cañón.
OÑA. Del otro lado de la plaza a la que se abre el monasterio queda la iglesia de San Juan Bautista, levantada entre los siglos XII al XVI, con portada gótica y restos románicos en el interior. La torre que se alza a su lado alberga en su interior una instalación museística. A la plaza del Convento se asoma la fachada renacentista y barroca que enmarcan dos torres de la antigua fortaleza –la de la izquierda fue cárcel de monjes hasta el año 1610-. Metidos en hornacinas quedan los condes y reyes que tuvieron relación con el monasterio. Junto a la Oficina de Turismo queda el Arco de la Estrella, la única puerta del recinto fortificado que ha pervivido, y el arranque de una de las principales calles de la judería. Información: Ayuntamiento de Oña, www.ayuntamientoona.com. Oficina de Turismo es: 947 30 00 78.
