Arquitectura serrana y árboles fósiles en la vega del Arlanza
Texto y fotos: JAVIER PRIETO GALLEGO
No es que sea obligatorio leer el poema de Fernán González antes de darse un garbeo por Hacinas, pero ayuda como nada a sacar el mejor provecho posible de la visita a esta bien cuidada población burgalesa.
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Hacinas está enclavada allí donde la sierra de La Demanda ha perdido, por el sur, sus perfiles más agrestes y se arranca la paramera burgalesa en un hermoso ir y venir de peñascos calizos, sabinares espléndidos, monasterios memorables y encajonamientos tan retorcidos como el que se marca el río Arlanza entre Covarrubias y Hortigüela. Allí, a la sombra de la Peña de Carazo, sobre un promontorio que preside con solemnidad la iglesia de San Pedro y un campanario exento levantado sobre la misma roca, permite Hacinas que quien se aúpe hasta el saliente donde estuvo su castillo disfrute de una amplia panorámica del largo valle que riega el Arlanza, campos que, según relata el poema y recuerda la leyenda, fueron el escenario de cruentas batallas en tiempo de reconquistas. Nada cuesta sentarse un rato en el mirador natural que es hoy el peñasco sobre el que estuvo el castillo y recrear ese mismo paisaje con las pinceladas que en el siglo XIII aportó ya el desconocido monje del monasterio de San Pedro de Arlanza, al que se tiene por autor del épico poema.
En medio de aquella época convulsa en la que cada línea de la historia se escribía con la sangre de las batallas, Hacinas se convierte pronto en uno de los enclaves principales de las primeras fronteras que tratan detener el avance musulmán hacia el norte. En este contexto, Hacinas aparece en el poema de Fernán González como el lugar en cuyos campos se produce una cruenta batalla entre Almanzor y el Conde. Batalla ganada por las tropas cristianas -con las apariciones de San Millán y Santiago por el medio- que ponen en fuga al moro y dejan el campo de batalla -mucho de cuanto se divisa desde lo alto de la peña- sembrada de cadáveres. En adelante, Hacinas fue villa noble, bien considerada y muy vinculada a la cercana población de Salas de los Infantes y a las Tierras de Lara.
El interés de un paseo por entre sus pocas calles es múltiple. Lo primero que se agradece es el buen tono de una arquitectura que sigue conservando gran parte de su personalidad serrana, evidente sobre todo por el puñado de chimeneas pinariegas, típicas de la zona, cuyos conos de teja y enramada rompen la monotonía de los tejados. Notable es también el templo que bendice, desde lo alto, las idas y venidas de vecinos y forasteros. Sus cimientos se hunden en la misma roca que sostuvo los del castillo erigido ahí en la Edad Media, a finales del siglo IX, y sobre el solar de un templo románico anterior al ahora existente. Desde la fachada principal, uno de los elementos más significativos del edificio, una estatua de San Pedro de buen tamaño proclama la advocación del templo.
EL CARNAVAL. El carnaval de Hacinas es uno de los más antiguos de Castilla y León. Todo él gira en torno a la figura de La Tarasca, armazón que trasladan entre cuatro portantes y que representa la figura de un monstruo en la que se descubre la calavera de un asno. Otros elementos importantes de este carnaval, cuyos atavíos y máscaras presentan rasgos de una tradición ancestral, son los Comarrajos y la Curra, armazón de madera con cuernos y cubierto de cintas que sacan los niños el domingo anterior al de carnaval.
Por lo demás, la iglesia presenta evidencias de sus momentos constructivos más importantes, el gótico -nave y cabecera- y el barroco -portada, torre y retablos-. Únicos restos del anterior templo románico son los seis capiteles reubicados en el arco triunfal y la pila bautismal, ésta posiblemente del siglo XII. La picota que hay en la plaza desde la que arranca la escalinata hacia la iglesia es del siglo XVI.
Más sorprende, por lo inusual, la presencia de varios troncos fosilizados y puestos en pie cuya edad se calcula en unos 120 millones de años. Estamos hablando de un auténtico milagro geológico que nos pone en contacto con el Cretácico Inferior. De ese momento proceden estos troncos caídos de antiguos bosques de coníferas que crecían en llanuras aluviales y en un clima tropical. La diagénesis -como precisan los expertos- logró la «cementación y el reemplazamiento de la celulosa de los árboles por ópalo. Posteriormente y durante millones de años en estos árboles enterrados se fue transformando en cuarzo». De todo ello se aprende mucho con la visita al Centro de Visitantes del Árbol Fósil que, a través del proyecto Museos Vivos, puede concertarse en cualquier momento del año.
EN MARCHA. Hacinas se encuentra en el oriente de la provincia de Burgos, en el arranque meridional de la sierra de La Demanda. Se accede por la N-234 desde Salas de los Infantes o Soria.
Y MUY CERCA…
San Pedro de Arlanza, Covarrubias, Silos y La Yecla (Burgos)
Las revueltas que el río Arlanza se marca poco antes de alcanzar la localidad burgalesa de Covarrubias son un lío de precipicios y paredones calizos sobre los que prospera uno de los más extensos sabinares de España. Un paisaje de tintes épicos y misteriosos en el que se descubren ruinas venerables y leyendas que hablan acerca de la independencia del condado de Castilla. Puedes reservar online tu alojamiento al final del reportaje. Recuerda que reservar tus alojamientos a través de SIEMPRE DE PASO ayuda a generar contenidos gratuitos de calidad para este blog. Read More
No lo conocía ni había oído hablar de él, pero lo apunto para una escapada por la zona!
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