ATALAYA DE LEYENDA
Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Nido de águilas o balcón de Templarios lo cierto es que el castillo de Cornatel se aúpa como la bola de un chupa-chups en la picorota de unos riscos de impresión. Corona como la goma de un lápiz lo alto de unos escarpes que, en teoría, sólo podrían ser vencidos si los enemigos fueran lagartijas. Al menos eso es lo que parece desde lejos esta fortaleza tan bien plantada en un escenario de ensueño, al pie del impresionante murallón pétreo de los Montes Aquilanos y al borde de la no menos impactante hoya berciana, que desde las almenas del castillo se contempla en toda su extensión y hondura.
Si te animas a visitar esta zona para disfrutar de pueblos y naturaleza, reserva ya aquí.
Desde cerca la fortaleza aparece más vulnerable, al menos en dos de sus lados, pero no menos gallarda y sugerente. Y desde dentro confiere al visitante la total sensación de encontrarse en un bastión inexpugnable, tan embobado con la contemplación del paisaje que hasta un niño podría colarse por la puerta principal y gritar “por mí y por todos mis compañeros” sin que nadie le prestase la más mínima atención. Así las cosas, no es de extrañar que haya sido capricho o necesidad de muchos a lo largo de los siglos.
El castillo de Cornatel se abre como un impresionante balcón sobre El Bierzo
Si bien nadie se atreve a asegurar con exactitud cuántos siglos lleva el castillo de Cornatel aguantando el vértigo de verse levantado en un abismo, las excavaciones realizadas en el transcurso de su rehabilitación han demostrado que, aunque buena parte de la fortaleza asienta sus cimientos directamente sobre la roca para completar su planta y perfecta adaptación al escarpe en el que se halla fue necesario realizar y rellenar una enorme plataforma sobre la que levantar el resto. Y ahí es donde algunos llevan su fundación a una época de colonización romana que estaría relacionada con la intensa ocupación y control del territorio desarrollada por el Imperio mientras duró la explotación aurífera de Las Médulas, a tiro de piedra de Cornatel.
Otros no la llevan tan lejos aunque, en cualquier caso, aparece ya mencionada como la fortaleza de Ulver en torno a los siglos X y XI, y rápidamente asociada a una posesión templaria que la convertiría en punto importante de control en los tiempos en los que estos ejercían de guardianes del Camino de Santiago desde la también cercana Ponferrada.
Tras la disolución de la orden, en 1312, y tras varios pasos intermedios, acabó en manos del primer conde de Lemos, señor de enorme poder y vastos territorios quien, no obstante, no pudo detener la ira de las mesnadas de Irmandiños que, en la segunda mitad del siglo XV, se alzaron contra la opresión de la nobleza gallega corriendo tras ella y derribando todo cuanto se cruzaba en su camino. También el castillo de Cornatel. Por eso la mayor parte de cuanto hoy queda de la fortaleza pertenece al momento posterior en el que el conde de Lemos tuvo que reconstruir casi por completo el castillo, añadiendo de paso nuevas estancias -como la casa que aparece literalmente colgada sobre el abismo- y estructuras acomodándola tan a su gusto que se quedó a vivir en ella hasta que le llegó la muerte.
Después vinieron años de disputas familiares por la herencia del castillo, ataques y contraataques con muralla de por medio seguidos de periodos de sosiego en los que acabará primando su calidad de residencia señorial del marquesado de Villafranca. El siglo XIX trajo hasta él una ruina que se prolongó como una agonía hasta la recuperación llevada a cabo hace unos años, casi cuando estaba al borde de la desaparición total. Hoy, la visita por el interior de la estructura, bien servida con pasarelas y plataformas de madera, permite el goce de unos paisajes de impresión tanto como el recorrido por el interior de las antiguas estancias señoriales que han sobrevivido a siglos de ajetreos y disputas.
EL PASEO. La visita puede completarse con un paseo sin señalizar que lleva primero hasta Villavieja, desde cuyo costado izquierdo arranca un camino que lleva hasta la base del castillo, pero del otro lado del río que hace de foso natural. Girando hacia la izquierda en los siguientes cruces se acaba por llegar a la carretera general. Si se continúa siempre girando a la izquierda se termina por regresar a la puerta del castillo. Puede hacerse en unas 2 horas.
EN MARCHA. Hasta Cornatel puede llegarse desde Ponferrada por la N-536 hacia O Barco. Antes de Borrenes surge el desvío hacia Villavieja, junto a la que se encuentra el castillo.
EN CASTILLO. MÁS INFO. HORARIOS.