Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Hay lugares que uno recorre con los ojos y otros que se quedan en la memoria como una conversación agradable. El valle del Pisuerga, en su tramo vallisoletano, pertenece a ambos. Un corredor fluvial lleno de historia, de caminos que cruzan la llanura cerealista, de pueblos pequeños con castillos, museos improbables y cortados de aire salvaje que dan vértigo.
En este paseo queremos proponerte tres paradas que te ayudarán a entender por qué este territorio —a medio camino entre lo rural y lo fantástico— merece mucho más que una visita fugaz.


1. El castillo encantado de Trigueros del Valle: piedra, leyenda y criaturas imposibles

No todos los castillos fueron construidos para la guerra. Algunos —como el de Trigueros del Valle— nacieron para dejar claro quién mandaba, sí, pero también para vivir bien. Levantado en el siglo XV en el fondo del valle y no en lo alto, como mandaba el manual defensivo, este castillo se pensó más como casa señorial que como fortaleza.

Hoy, sin embargo, acoge una tropa mucho más extravagante que la de cualquier señor feudal. Dragones, sirenas, arañas del tamaño de un coche, duendes de ceja levantada y un Yeti que no desentonaría en una novela de aventuras. Todos ellos habitan el Castillo Encantado, una propuesta artística y lúdica que ha transformado la piedra histórica en un universo de fantasía gracias a la imaginación desbordante del artista Juan Villa —colaborador habitual del programa Cuarto Milenio—, que ha llenado sus estancias con criaturas salidas de su taller.

La visita es libre y perfecta para ir en familia. Aquí no se trata solo de mirar: se trata de entrar en cada espacio como si fuera un portal a otro mundo, donde los muros góticos y las bóvedas de piedra se combinan con atrezzo hiperrealista, luces y efectos sonoros que convierten la experiencia en un pequeño viaje inmersivo.
Ah, y si te quedas con ganas de más, no muy lejos, en Valoria la Buena, encontrarás Puerto Espacial, otra locura creativa del mismo equipo, esta vez con todo el imaginario del universo Star Wars.
+ INFO. El Castillo Encantado.
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2. El Museo del Cántaro: pequeñas vasijas, grandes historias
Apenas visible desde la calle, el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Valoria la Buena guarda uno de los museos más singulares de España. Dedicado en exclusiva al cántaro, ese objeto humilde que acompañó la vida cotidiana durante siglos, el Museo del Cántaro es un canto a lo que fuimos, a los gestos repetidos durante generaciones, al ir y venir con agua desde pozos y fuentes, al barro cocido que daba forma a la necesidad.
La colección —casi mil piezas en exposición, aunque supera las 1.500— es el fruto de años de pasión y viajes por pueblos, aldeas y desvanes olvidados. Gabriel Calvo y Margarita Martínez, sus impulsores, buscaron cántaros como quien busca fósiles de una civilización extinguida, sabiendo que en cada forma había una historia: la del aguador, la del alfarero, la del niño que iba a por agua con su madre.
En el museo descubrirás que no hay dos cántaros iguales. Que su forma respondía al terreno, a la función, a la fuerza del que lo cargaba. Que algunos fueron enterrados en las bóvedas de las catedrales, como la de Sevilla, para aligerar sus techumbres. Que lo cotidiano puede ser también lo asombroso.
La visita debe concertarse con antelación, pero merece la pena cada minuto que se pasa entre vitrinas.
+ INFO. El Museo del Cántaro. La visita hay que concertarla antes en el teléfono 983 50 20 84 o turismo@valorialabuena.com
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3. Los cortados del Pisuerga: acantilados, rapaces y silencio

Entre San Martín de Valvení y Cabezón de Pisuerga, el río se cansó de fluir tranquilo y decidió esculpir, con la paciencia geológica de millones de años, un escenario que corta el aliento: los Cortados del Pisuerga. Inconfundibles por la contundencia con la que se alzan sobre la margen izquierda del río, así como por la coloración rojiza y blanquecina de los yesos y arcillas que los componen, estos cantiles dibujan uno de los paisajes más singulares y espectaculares de la provincia de Valladolid.
Aquí la tierra se abre en paredones de hasta 80 metros de altura, teñidos de rojos y ocres según la hora del día, con arcillas y yesos que el sol convierte en fuego al atardecer, tal vez el mejor momento del día para acercarse a disfrutar de uno de los parajes más bellos y singulares de la provincia de Valladolid.

Sin embargo, estos cortados producto de la erosión fluvial son mucho más que un rincón “bonito”. Sus paredes sobre las orillas del río, acogen una valiosa comunidad de aves rupícolas constituyéndose como un enclave de alto valor ecológico que es preciso conservar. A modo de curiosidad, te podemos contar que el famoso comunicador medioambiental Félix Rodríguez de la Fuente, recordando sus primeros pasos como amante de la cetrería, contó en alguna ocasión cómo en su juventud ya frecuentaba este paraje para disfrutar de la observación del vuelo de los halcones que tenían sus nidos en estas paredes.
En la distancia, disfrutarás de ellos prácticamente desde cualquier punto aledaño al río mientras transitas de pueblo en pueblo, te acercas a recorrer las orillas del Canal de Castilla o el antiquísimo monasterio cisterciense de Santa María de Palazuelos.


La otra forma de disfrutarlos es acercarte hasta la parte más alta de los acantilados mientras se recorre el sendero señalizado de gran recorrido GR Senderos del Clarete. Es importante tener en cuenta que, además de que el valor ecológico de este paraje exige el máximo respeto medioambiental al entorno, se trata de un terreno constituido, sobre todo, por arcillas y yesos, materiales blandos que hacen sumamente inestable el borde superior de los acantilados que sufren, por esto, constantes derrumbes. Ten precaución y nunca te acerques al borde para tratar de ver el fondo.
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Y si tienes más tiempo…
Este territorio ofrece mucho más que tres paradas. Si te gusta pedalear, puedes seguir la ruta Eurovelo 1 por la orilla del Canal de Castilla, uno de los grandes hitos del patrimonio hidráulico español.

Si lo tuyo es el vino, estás en el corazón de la Denominación de Origen Cigales. Te esperan bodegas visitables, rutas gastronómicas, castillos restaurados y pueblos con encanto. Puedes empezar por echar un vistazo a las propuestas de la Ruta del Vino Cigales y descubrir la enorme oferta de experiencias, alojamientos, delicias gastronómicas, bodegas visitables, castillos o pueblos con encanto que la conforman.